Según una encuesta, el 58% sostiene que durante el primer semestre la actividad estuvo por debajo de sus expectativas y que será peor en los próximos meses
Los ejecutivos de las grandes empresas argentinas creen que lo que vendrá, será peor. En los próximos meses, enfrentarán un contexto de pérdida de rentabilidad, suba de costos, dificultades para aumentar los precios, más capacidad ociosa y problemas para sostener el empleo. En todos los casos, se trata de una extensión de la situación con la que terminaron el año pasado, que se prolongará y profundizará en los próximos 12 meses.
Ésas son algunas de las principales conclusiones a las que llegó la encuesta de Expectativas de Ejecutivos que hizo la consultora D’Alessio IROL para IDEA, el instituto que reúne a algunas de las empresas más grandes del país. El trabajo se hizo sobre la base de las respuestas de 206 ejecutivos socios de esa entidad, que reúne a Cargill, Mastellone, Molinos, Nestlé, PepsiCo, Danone y Coca-Cola, entre muchas otras.
Según el diagnóstico de los empresarios, el futuro es complejo, pero el presente es malo. “Hoy vemos un punto de quiebre entre expectativas y realidad”, explicó Eduardo D’Alessio, que ayer presentó el trabajo ante la prensa en la sede de IDEA. El motivo: los ejecutivos esperaban que la situación económica para la primera parte del año se mantuviera en niveles similares a los del último semestre de 2013, pero la realidad fue peor. Un 58% sostuvo que en la primera parte de 2014 estuvo por debajo de lo esperado.
Los ejecutivos temen que la situación se mantendrá por lo menos hasta fin de año: solo un 1% piensa que será mucho mejor, pero un 51% estima que será moderadamente o mucho peor.
¿Qué pasó entre octubre, cuando se hizo la anterior encuesta, y junio, momento de la última? El economista Dante Sica, de Abeceb.com, que también formó parte de la presentación a la prensa, recordó que en enero el Gobierno convalidó una “maxidevaluación” del 23%, que fue seguida por un aumento de las tasas de interés. “En el primer trimestre, todos esperaban ver hasta dónde caída la demanda. Pero el default hizo que la tendencia recesiva se agudice”, completó.
A esas cifras hay que sumarles un agravante: el estudio fue hecho entre finales de junio y principios de julio, por lo que no contempla los efectos sobre las expectativas de los ejecutivos por la crisis de la deuda. La única mención llegó ante la pregunta sobre las medidas que se deberían tomar para promover la inversión: un 25% respondió que sería apropiado renegociar pasivos con acreedores externos, una premisa que no figuró en el estudio anterior. Se suma a los clásicos pedidos de revisión impositiva en un contexto de reglas de juego claras. “El ejecutivo promedio considera que la caída va a continuar en los próximos meses”, sintetizó D’Alessio.
En un contexto de retracción de la economía, un 44% perdió rentabilidad en los últimos seis meses, de entre 5 a 10 puntos. También en este caso las previsiones son peores. Un 54% de los consultados cree que sus ganancias disminuirán en los próximos 12 meses.
“El crecimiento de la demanda o los aumentos de precios desaparecieron como alternativas para el crecimiento. En cambio, los ejecutivos apuntan a la mejora de factores internos”, explicó D’Alessio.
El descenso de las expectativas empresarias se refleja en los principales aspectos de la empresa, explica el informe. Por ejemplo, un 38% teme una disminución de las ventas. Ese ítem está asociado con la menor utilización de la capacidad instalada de las empresas, algo que, según D’Alessio, afecta más a las empresas de servicios que a las industrias. Casi un 70% de los encuestados respondió que el uso está por debajo del 85%.
Las empresas esperan destinar un 9% de su facturación a inversión, el número más bajo de, por lo menos, los últimos cinco años. Priorizarán el desarrollo de nuevos productos, la capacitación de sus empleados y la búsqueda de nuevos mercados. Detrás seguirán la incorporación de maquinaria y de obras civiles.
La alianza con Brasil continúa liderando las preferencias comerciales, pero en menor medida que el año pasado. Es una posible derivación de la caída de las exportaciones de autos hacia el país vecino.