No es una polémica que pueda dejar indiferente a nadie la que se ha montado en torno al consumo de drogas y su impacto en la sociedad argentina, luego de una década de indiferencia del poder político sobre los aspectos estructurales y epidérmicos de esta auténtica tragedia social.
La piedra de toque la colocó el dúo Felipe Solá – Daniel Arroyo, en una salida mediática muy fuerte en la que cuestionan al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, apuntándole sin vueltas. En un spot televisivo, Felipe Solá, ex gobernador de Buenos Aires, señala: “Si vos amás la Provincia y ves a algunos candidatos, te preocupás, ¿no es cierto?”. Su compañero de fórmula agrega: “La mamá y el papá están preocupados por la inseguridad, porque se venden drogas en el barrio; deberían pensar en serio si Aníbal Fernández es la persona para manejar la Policía Bonaerense, que es cuidar a nuestros hijos”. Directo y al mentón.
La cuestión surge nuevamente cuando se escuchan voces complementarias en este debate, que aportan datos sobre el crecimiento del consumo de drogas en un contexto permisivo como el que se ha desarrollado, aupado en un criterio gestado por un grupo de “notables” e impulsado por el propio Aníbal Fernández, de reemplazar la política anti drogas por una política de consenso al respecto de la venta y el consumo de sustancias. Debe señalarse que dicho grupo está integrado, entre otros, por la fiscal Mónica Cuñarro, por el juez del TOF Mar del Plata Roberto Atilio Falcone, y por el ex ministro de la Corte Eugenio Zaffaroni.
La polémica se recalienta cuando Aníbal Fernández insiste en señalar que Argentina es país de tránsito de la droga y no un país que elabora drogas. Allí toma cartas una vez más Solá, quien desde el diario La Nación ha manifestado: “Aníbal Fernández miente. La Argentina es un país de consumo, y ese es el principal problema (…) Lo que hay es tolerancia del Estado, lo que genera, a su vez, la tolerancia de la población. Es una epidemia, que nadie combate y que busca a los más vulnerables“. Y no se queda el ex gobernador en chiquitas cuando insiste: “Fernández miente y se saca las responsabilidades de encima. Es cómplice del aumento de drogas y de su inoperancia, de no investigar, pese a que cayeron, a raíz de todo esto, el titular de la Sedronar y varios funcionarios”. Nada como una buena interna del justicialismo para exponer las miserias de la sociedad, entendiendo que siempre hay un otro que es responsable de lo que nos pasa a todos.
Poniendo las cosas en perspectiva, debe citarse que la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA) publicó un relevamiento en el que destacó que el paco mueve por día más de 9 millones de pesos, ya que en el país se comercializan más de un millón y medio de dosis cada 24 horas. En la Argentina, actualmente, hay casi 180 mil adictos a la llamada “droga de los pobres”, cada uno de los cuales “compra por día un promedio de 20 dosis”, las cuales cuestan 6 pesos cada una. El PACO (Pasta base de Cocaína) es la tercera adicción más consumida en nuestro país, después del alcohol y los fármacos. Cada dosis de paco pesa entre 0,01 y 0,03 gramos. El primer estudio químico científico del paco realizado por la Universidad de Buenos Aires, más precisamente la Facultad de Bioquímica y Farmacia, y Medicina, ha demostrado que la formación de esta droga es el resultado de un paso previo y más redituable que la cocaína. Su composición es a base de alcaloide de cocaína estirado con cafeína, bicarbonato de sodio, anfetaminas y hasta veneno para ratas (malatión).
Estamos frente a un drama que, lejos de los números, arrasa vidas, las de las víctimas directas y el evidente daño colateral. Un flagelo, no un discurso, no un debate estéril y fatuo, como parece pretender el jefe de Gabinete de Cristina Fernández.