Optaron por ser un país montado entre dos continentes. Geográficamente son europeos, y políticamente dependen de Washington. Cuando les convenía eran una cosa u otra, pero ya la realidad no es tan simple. Los dos “socios” están de malas, los dos los ningunean, y puertas adentro, el orgulloso león se da cuenta de que le limaron las uñas.
Hubo un tiempo ya lejano en que la palabra de Londres era escuchada y aún temida; hoy es una huella en la memoria que por mucho que les pese no tiene síntomas de recuperarse en corto plazo. Para Washington, Gran Bretaña ni siquiera es un “jugador geopolítico” (según indica Brzezeinski, asesor y ex secretario de Estado), precisamente porque “carece de voluntad propia, depende de lo que disponga la Casa Blanca”.
Por otro lado, cuando en Europa continental se reúnen para ver cómo salir del marasmo creado por la crisis financiera, vemos sentados en la mesa de decisión a franceses y alemanes, preocupados –un decir- por españoles, italianos y griegos. Los ingleses golpean la cabeza contra el vidrio tratando de que se den cuenta que existen, pero su negativa a ser parte de la eurozona y su tradicional postura pro-norteamericana los dejaron más aislados que nunca. Es entonces cuando surgen voces díscolas cruzando el Canal de La Mancha; escoceses y galeses que hablan de fractura, ingleses que dudan de seguir siendo miembros de la Unión, todo en medio de una fuerte crisis disimulada con arranques histéricos por Malvinas o chumbando a España por Gibraltar.
¿Se quedan o se van de la Unión Europea? Ni siquiera ellos lo tienen del todo claro. Marta Andreasen es un caso especial: argentina, viviendo en Bélgica, hija de un danés pero al mismo tiempo ciudadana española, es quien hoy representa los intereses de un grupo de británicos en el Parlamento Europeo. Una clásica melange del presente siglo poblacionalmente transversal. Con ella conversamos.
“El mercado europeo se reduce; a la larga todos van a tener que mirar hacia afuera”.
Marta Andreasen
Noticias & Protagonistas: ¿Por qué la consideran una persona “desleal” en algunas instituciones?
Marta Andreasen: Yo fui directora de contabilidad de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Hice una investigación que condujo al replanteo de la administración de las finanzas y una situación ante la Corte Europea de Justicia, donde lo llamativo no es que las denuncias no tuvieran fundamento, sino que fueron desestimadas porque se entendió que yo era desleal al plantearlo.
N&P: ¿Pero qué es lo que entienden por lealtad?
MA: Lealtad es callarse la boca y hacer lo que ellos dicen. Lo que pasa es que cuando uno entra en un lugar alto, como la dirección, que fue mi cargo en ambas, se plantea un problema moral muy serio. O se siguen las órdenes a conciencia, o se denuncia. Yo elegí esto, originalmente, de manera interna, y con ánimo de que se solucionara, pero la reacción fue distinta a la que esperaba… sobre todo en Europa.
N&P: Viendo los casos de corrupción en España y también en Gran Bretaña por una ONG que estaba orientada a ex combatientes pero desviaba dinero, ¿no parece que hay un tipo de conductas que no reconoce fronteras?
MA: Es verdad, tengo muchos años en mi profesión y veo la degradación de valores, la mediocridad, la falta de transparencia, de honestidad, como algo normal. Lo que vivimos en España es terrible, todos los días algún fraude distinto, cada vez más grandes. En Gran Bretaña se hace mucho ruido, pero la escala es inferior. Nos levantamos todos los días con casos nuevos, y la gente ya no se asombra. Perdimos los valores; 30 años atrás hubiera sido un clamor, hoy la gente dice “bueno, chau”. En España, el yerno del rey está en una situación tremenda que compromete a la Corona, y no se sabe qué pasará.
N&P: Se convive con la corrupción. Habrá quizá una condena pública mediática, pero el dinero no vuelve a la sociedad, y no se encuentra con el castigo que el Estado debería aplicar…
MA: A veces existe, pero como la persona ya no tiene el dinero para devolver, son los contribuyentes los que terminan pagando cuando se producen agujeros en las cuentas nacionales. Esto se da en todos lados, y por eso siempre pagan los ciudadanos de a pie. Por eso cuando vienen a hablar de medidas de austeridad hay tanta molestia social.
N&P: ¿Qué es la UKIP?
MA: United Kingdom Independent Party, el Partido del Reino Unido Independiente, que no quiere pertenecer más a la Unión Europea. Básicamente busca retirarnos de ella; yo lo represento, y buscamos dictar nuestras propias leyes, que el Parlamento tenga poder, que la administración no esté sujeta a influencias externas, por ejemplo. En el medio a los británicos les interesa el mercado único, y nosotros, en cambio, dejaríamos el mercado único porque creemos que hay otros en el mundo a desarrollar. Pero en general los británicos quieren librarse de lo que implica la Unión Europea, menos el mercado único. Es complicado porque implica regulaciones a aceptar. Por eso nuestro partido dice que hay que salir del todo. Digan lo que digan, ya que el mercado europeo se está reduciendo, creo que los británicos, si quieren desarrollarse, van a tener que buscar otras alternativas. Quizá para Francia y Alemania sirva el europeo aunque ya es reducido, yo creo que todos tendrán a la larga que mirar afuera.
N&P: ¿Qué opina de lo que dijo el francés Hollande sobre devaluar el euro?
MA: Él estuvo en el plenario de Estrasburgo; habló una hora, y dijo que habría que reestudiar, analizar si el valor del euro es adecuado; lo dice porque a la hora de exportar sus productos es difícil, y no se puede reactivar así la economía. Y entre líneas habló de la posibilidad de dos Europas, o una con mayor flexibilidad. Muchos hablan del miedo de las dos velocidades, él se refirió al tema con otras palabras, pero es lo mismo.
N&P: ¿No cree que las ex potencias europeas mantienen su sueño de siglos pasados, creer que ellos solos, sin el peso de los otros, podrían salir
MA: Es lógico. No estoy de acuerdo con la Unión Europea en muchas cosas, en especial el manejo financiero, pero hay una realidad: la UE, con la burocracia de Bruselas, no quiere entender que somos miembros de distintas culturas. El español, el inglés, el alemán, el francés piensan distinto; no se puede aunar a la fuerza. Esto le pasa incluso a Bélgica, que tampoco termina de resolver la división entre flamencos y valones.
Se pueden quedar de a pie
Si la entrada de Gran Bretaña en el Mercando Común fue pura especulación por parte de sus políticos de entonces, una especulación constante ha sido su permanencia durante cuarenta años y especulación son las exigencias de sus políticos actuales, sostiene Félix de la Fuente, columnista internacional de prestigio.
¿Debe salir Gran Bretaña de la UE? Quizás deberíamos preguntarnos primero si Gran Bretaña ha estado alguna vez totalmente dentro de la UE. En realidad totalmente dentro no lo ha estado nunca. Conviene que recordemos para esto la trayectoria que ha seguido desde el momento mismo en que se constituye la Comunidad Europea. En ese momento, Gran Bretaña se niega a unirse a los seis países fundadores –Francia, Alemania, Italia y el Benelux-, y tres años después, en 1960, promueve la creación de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) como contrapeso al entonces llamado Mercado Común.
Sin embargo, trece años después y fallecido ya el General Charles de Gaulle, que se oponía a la entrada de dicho país, Gran Bretaña, basándose en unos cálculos fundamentalmente económicos, en 1973, se deslinda de la EFTA e ingresa en la Unión Europea, junto con Dinamarca, que era otro miembro de la Asociación Europea de Libre Comercio. Esto suponía, en la práctica, la muerte de la EFTA, cuyos miembros fueron solicitando después paulatinamente el ingreso en la Unión Europea.
Difícil también la situación de los ciudadanos británicos, pues muchos de ellos tienen su alma divida en varios compartimentos, como suele suceder en las sociedades modernas. ¿A quién harán caso los ciudadanos? ¿A David Cameron, que se inclina por la separación, o a Barack Obama, que pide que sigan unidos a la UE? Y en caso de que decidan seguir unidos a Europa, ¿qué Europa quieren los británicos?, la misma que los alemanes y los franceses? Ni lo sueñe. .
Y dentro de los británicos más difícil aún lo tienen los escoceses, pues les gustaría seguir en la Unión Europea, y ahora están corriendo el peligro de quedar fuera por dos caminos: uno, a través de la salida de toda Gran Bretaña, si llega a triunfar el referendo propuesto por Cameron; y otro, por sí solos, si por referendo se separan de Gran Bretaña.
Como dice de la Fuente, “los políticos británicos llevan mucho tiempo poniéndose delante del tren de la UE, para intentar pararlo, pero subiéndose a él en el último minuto, cuando ven que el tren se les escapa. Podría ocurrir que la próxima vez se queden en tierra”