El Banco Central viene recogiendo los beneficios de una nueva “tarea de ablande” que desde distintas dependencias del Gobierno hicieron sobre las empresas exportadoras, básicamente las cerealeras, petroleras y mineras, para que apuren sus liquidaciones de divisas.
La coordinada campaña oficial procura que el nivel de reservas internacionales del país se fortalezca para que al momento de afrontar los vencimientos de la deuda pública en dólares previstos para este mes, esa estratégica tenencia de fondos no sufra mermas considerables.
Entre el 2 y el 31 de diciembre, el Gobierno debe girar al exterior poco más de US$3.000 millones para cumplir con el pago de intereses del bono Global 17, del servicio de los cupones por el fuerte crecimiento que la economía tuvo en 2011, y los vencimientos de los Par y Discount surgidos del canje. La apuesta oficial es afrontar todos esos pagos sin que las reservas bajen de los US$44.000 millones, llegando en noviembre ya a los US$45.388 millones.
Economista que también hace su aporte al periodismo, Cristian Carrillo escribió en el suplemento “Cash” de Página 12 sobre este tema y otras cuestiones vinculadas, como los interrogantes sobre si existe realmente un cepo cambiario o no. Lo entrevistamos para que nos aclare su perspectiva.
Noticias & Protagonistas: Argentina no emite dólares, pero necesita acumularlos. ¿Es para resguardar reservas considerando los pagos venideros?
Cristian Carrillo: Primero, la Presidenta se encarga de decirlo cada vez que puede: no emitimos dólares. Estas tensiones se generan en el público por los controles que se efectúan a la compra de dólares, pero existe la necesidad de equilibrar la balanza comercial porque en ella se generan estas divisas a través de las exportaciones. Podemos discutir si es ordenada o no la forma en que se tomaron las medidas, creo que no, y eso generó más ruido, pero ante un contexto internacional adverso con reducción de compras del mundo, es necesario cuidar las reservas.
N&P: Financiarse es difícil y caro, ¿verdad?
CC: Claro, las calificadoras complican bastante y los fondos buitre también. Hay dos problemas: uno es la balanza comercial, que sigue superavitaria pero no tanto como antes, y el otro es la imposibilidad de financiarse a baja tasa. Entonces queda un stock de dólares que hay que cuidar, como en cualquier economía doméstica; los ingresos son los mismos, pero hay más gastos. Hay que vigilar. En esa política, lo que yo marco es que, aunque se dice que todos quedaron con el cepo cambiario, en realidad fueron de 52 a 54 medidas que incluyen el sector de balanza comercial, pequeños ahorristas, y sobre todo la remisión de utilidades; un abanico que se focalizó en cuidar reservas.
N&P: ¿Está dando resultados?
CC: Por de pronto la fuerte salida de dólares se redujo a la mitad, y eso es bueno. Ahora, la etapa que sigue es una política que busca ampliar el horizonte de ingresos de dólares: antes se obligaba a liquidar sólo a los graneros, hoy también a las mineras y petroleras, y ya empieza a notarse la aceleración. Hoy empiezan a recibirse dólares de los petroleros y mineros, además del agroexportador. Y como se detiene la salida de depósitos, que si bien tiene que ver con bancos privados, estos deben responder por el encaje al BCRA, el correlato es que, detenida la fuga de dólares y con nuevas vías de ingresos, se nota la aceleración de la compra.
N&P: ¿Es un monto significativo?
CC: Sí, notoriamente: pensamos que el BCRA compró durante el segundo semestre, de junio a octubre incluido, unos US$700 millones; y en los primeros quince días de noviembre ya había comprado US$500 millones, siendo que no estamos en plena cosecha gruesa de soja, sino que hay otros canales de ingreso de dólares y menor salida que amortigua cualquier desfase. Todas esas medidas habrán sido desordenadas, pero fueron generadoras de una situación mucho mejor para el BCRA.
N&P: ¿Esto muestra que, lejos de la disputa mediática y de los titulares, los actores económicos se ajustan a la regulación y van aceptando reglas de juego? Porque petroleras y mineras gozaban de privilegios ligados a la visión política de la convertibilidad…
CC: Que fue heredada por el kirchnerismo porque habían quedado excluidas de las retenciones, hasta que el año pasado se decidió que volvieran a tributar. Hay segmentos que se adecuaron a no usar dólares, por ejemplo se puede ver en las inmobiliarias, y si bien se desaceleró la actividad en un primer momento, empiezan a haber ofertas en pesos, compraventa de usados; en fin, el mercado se va adecuando y sería bueno que así fuera, que se pensara en el país y su moneda. Hay mucha experiencia exitosa pero siempre atada a una moneda propia.
N&P: Ocurre que desde “el Rodrigazo”, una generación soportó muchas cosas y se defendió como pudo. Ahora, ¿no cree que falta darle a la gente instrumentos de colocación financiera, para que, sin volver a la época de Martínez de Hoz, tengan una protección del dinero por el aumento de precios?
CC: Es cierto, no tenemos hoy para un inversor medio común, que quiera cubrirse, instrumentos bancarios de largo alcance. Habría que pensar en compra de arte, oro, cualquier cosa, pero siguen estando atados al tema precios. No hay un plazo fijo rentable, todo está quedando detrás de la inflación aún en cifras manipuladas. Sí hay algunas iniciativas, como sacar un fideicomiso atado al valor del metro cuadrado en Capital Federal, a partir de un promedio de la Cámara de la Construcción.
N&P: ¿Y eso vale como inversión a mediano plazo?
CC: Es una punta, pero todavía no hay instrumentos. Hay volatilidad en bonos, acciones, en fin. Lo real es que siguen creciendo los depósitos y ese dinero los bancos se lo guardan, mantiene un spread demasiado alto; la noticia sigue siendo que crece la masa, pero lo ideal sería que volviera el dinero a créditos inmobiliarios, a pymes, no forzados por el BCRA. La intermediación es la razón de ser de los bancos, pero van a financiar corto plazo, consumo con tarjetas a tasas enormes. No hay de lo otro, los bancos son muy caros y eso conspira contra el sistema.
N&P: También ocurre que al argentino cualquier papel pintado le parece plata. Tenemos una relación distorsionada. Si son 100 dólares es una cosa, pero si son 100 pesos hay que gastarlos…
CC: Tal cual, y eso es como ustedes dicen, “el Rodrigazo” marcó una generación para la que el dólar era el ancla. Nos guste o no siempre hubo crisis financieras, lo que generó la errada idea de conservarse con el dólar. Espero que entre en crisis, porque además siempre estuvo por debajo de la inflación y del plazo fijo, que es la peor inversión. Es cierto que en el 2001 subió mucho, pero después bajó. Quien lo vio venir, ganó fortunas. Y quizás falte otro salto hoy.
Criticar pero “hasta ahí”
La situación es bastante contradictoria, poco comprensible. La idea instalada en la sociedad es que el sistema explota, entonces compran a cualquier valor, incluso superando largamente los seis pesos. Sin embargo, todos los economistas dicen que no se espera ninguna catástrofe, incluyendo los que son más críticos del modelo. Por otro lado, el paralelo, el famoso “blue”, parece que tampoco tenía mucho terreno para recorrer en el despegue.
Castillo coincide: “Quedó ahí, marcó una brecha, y listo. En el fondo especularon con los malos augurios para justificar la compra de dólares, pero el impacto de la crisis no fue tan alto”. El punto es hasta dónde vamos a pensar en dolarizarnos, si lo haremos influidos por los medios, o si no lo haremos siguiendo la lógica del Estado. Por eso es importante que se le ofrezcan al ahorrista otras opciones, y que la gente entienda por qué se toman algunas medidas. “Cuando se critica se llega muy lejos, hay que tener cuidado de criticarlo todo”, advierte el entrevistado.
Por eso sugiere también establecer cierto orden, actualizar, modificar, seleccionar lo que genera fuga de divisas y lo que no. “La deuda del Chaco eran sólo 260.000 dólares, monedas, pero hicieron un ruido enorme con eso, se exageró innecesariamente, se crean situaciones de crisis sólo con fines políticos”, advirtió.
Mientras tanto, el mercado del paralelo sigue siendo insignificante en relación al volumen global, y la fuga, conforme las cifras que se manejan, es menor a un tercio del promedio del 2011, lo cual es otra buena señal. Al menos para poder hacer frente sin que haya colapso al pago de los vencimientos de deuda, y a los swaps que recibió el BCRA del Banco de Pagos para cubrir la mini-corrida cambiaria de finales del año pasado.