Andrés, del comedor “Mil Sonrisas”, tras los ataques en Barrio Caribe: “Estamos en cuatro chapas y una lona; lo que nos pasó es recontra injusto”

El integrante del histórico comedor comunitario relató en la 99.9 la dramática situación que atraviesan tras los ataques ocurridos en el Barrio Caribe luego del caso de la Escuela 21. Denunció que no pueden volver a su vivienda-comedor por el clima de violencia y miedo, y cuestionó la intervención de terceros que hoy les impiden el regreso.

Andrés, integrante del comedor “Mil Sonrisas” del Barrio Caribe, describió en declaraciones a la 99.9 la dramática situación que atraviesa su familia y la comunidad luego de los episodios de violencia desatados tras el conflicto ocurrido en la Escuela 21. “Estamos en una situación que no podemos volver al comedor. Estamos tratando de sobrevivir y sobrellevar lo que pasó. Fue algo muy complicado no solo para nosotros, también para la familia del nene, para la escuela y para mucha gente”, señaló.

El comedor, además de ser un espacio de asistencia comunitaria, era también su casa. Allí atendían —según detalló— a entre 50 familias, alrededor de 250 o 300 personas. “Trabajábamos sin bandera, sin respaldo, de manera solidaria. Llevamos más de 10 años en el barrio con comedor, escuela bíblica, scout para los chicos, escuela de verano, actividades solidarias… y hoy estamos en cuatro chapas y una lona. Sinceramente, no merecemos que nos pase esto”, lamentó.

Andrés recordó que la violencia que se desató tras la acusación inicial vinculada a un presunto abuso generó un ataque brutal contra distintos espacios del barrio, incluida su vivienda-comedor. “Cualquier centro comunitario corre ese riesgo cuando hay prejuicios sociales y alguien pega un grito. Pero lo que nos pasó es recontra injusto”, remarcó.

Consultado sobre quién los expulsó del lugar, explicó que fue la propia “multitud enojada” la que los puso en situación de riesgo. Sobre el trasfondo del conflicto, y tras los allanamientos en los que se detuvo a dos personas con droga y celulares robados, señaló: “Había violencia en el barrio. Nosotros somos agentes de vivienda, hacemos cosas buenas por los demás. No nos involucrábamos en cosas negativas”.

El entrevistado también fue consultado por el rol del arquitecto Fernando Cacopardo y su vínculo con el comedor. Andrés explicó que el trabajo conjunto con la Facultad de Arquitectura se inició años atrás, cuando el barrio carecía de servicios esenciales. “Ellos se acercaron cuando vieron la necesidad del barrio Caribe. Se hicieron redes de agua, torres, veredas. A nosotros nos hicieron una planta alta para que pudiéramos vivir arriba y usar la planta baja para las actividades comunitarias”, contó. Sin embargo, aclaró que la fundación vinculada a ese trabajo “no tiene nada que ver” con ellos: “Nosotros somos Mil Sonrisas”.

La situación se vuelve aún más confusa cuando Andrés relata quién les impide volver a la vivienda. Según sus palabras, Cacopardo les informó que no pueden regresar porque existe riesgo. Incluso les habría mencionado la idea de convertir el lugar en “una salita” o un centro comunitario. Ante la pregunta de por qué él puede disponer del espacio si la propiedad —según Andrés— es de su familia, respondió: “La verdad no sé”.

Lo único claro hoy para la familia es el miedo: “Si volvemos, corremos riesgo de vida. Mi mujer y mis nenes tienen miedo”. Mientras tanto, esperan que la justicia pueda brindar garantías reales para recuperar su hogar y la tarea comunitaria que durante más de una década sostuvieron en uno de los barrios más vulnerables de la ciudad.