“Argentina tiene la capacidad para pagarles a todos”

El director ejecutivo, Jay Newman, reconoció que usaron los juicios contra el Gobierno como “último recurso” por la falta de predisposición del país para negociar una compensación luego del default de 2001 y que el país “puede pagarle a sus acreedores”.

Jay-Newman-NMLJay y Newman, director ejecutivo de Elliott Management Corporation, dijo desde Nueva York que la persistencia de los juicios contra la Argentina es pura responsabilidad del Gobierno y no de los fondos buitre. Además, expresó que, si el kirchnerismo se sentara a negociar, aliviaría de inmediato el serio problema de la inflación mediante el ingreso de dólares del exterior.
Newman, un abogado de 60 años que antes de manejar la estrategia de deuda de NML estuvo a cargo de la oficina de mercados emergentes de las firmas de Wall Street Shearson Lehman Hutton (parte de Lehman Brothers en una etapa de su agitada historia) y de Morgan Stanley, habló en una entrevista con La Nación para el libro El default más tonto de la historia argentina (Martín Kanenguiser, Editorial Planeta, 2014).

-¿Por qué lucharon tantos años en lugar de arreglar?

-Empezamos comprando deuda antes del default de 2001. Nuestro deseo era reunir a otros acreedores en la negociación de una resolución justa de nuestros bonos defaulteados. Para nuestra sorpresa, la Argentina rechazó la idea de negociar con el comité de acreedores. En 2005, la Argentina hizo una propuesta de 30 centavos por cada dólar de lo que debía, al estilo de «tómalo o déjalo», respaldada por amenazas de repudiar sus obligaciones con los acreedores. Los inversores estaban shockeados; fue una de las quitas más grandes de la historia. En el curso de una década, la mayoría de los acreedores de la Argentina quedó exhausta, pero otros miles, jubilados inclusive, se quedaron esperando por un acuerdo. Si la Argentina se junta en una mesa de negociación con nosotros, confiamos en un rápido acuerdo.

-¿Es cierto, como dice el Gobierno, que compraron bonos a un precio muy bajo y lograron una ganancia de 1600%, sin prestarle nada al país?

-Elliott empezó a invertir en bonos argentinos antes del default, cuando se negociaban casi a la par, y continuó comprando después. Pero, a la vez, esta cuestión no tiene que ver con cuánto pagamos, sino con la decisión argentina de rechazar, por trece años, sentarse a negociar una solución justa por su deuda en default.

-Ustedes tuvieron encuentros con altos funcionarios del gobierno kirchnerista. ¿Por qué no funcionó esa negociación?

-Los detalles del proceso son confidenciales, pero el gobierno argentino nunca quiso encontrarse a negociar con nosotros. Por más de una década hemos buscado lo que cualquier otro acreedor de un default soberano busca: una chance de negociar un acuerdo justo. Hemos llegado a la Argentina decenas de veces, en un intento para terminar con el litigio y negociar de buena fe, pero todas nuestras ofertas han sido rechazadas. Siempre enfatizamos que un acuerdo podía adquirir muchas formas, pero el Gobierno simplemente lo rechazó, en detrimento de sus propios ciudadanos.

-Mucha gente cree que ustedes son la «parte sucia» del capitalismo y que la minoría debe aceptar la decisión de la mayoría al reestructurar una deuda soberana, como entre los privados…

-NML Capital maneja dinero de fondos de PENSIÓN , organizaciones de caridad, universidades e individuos. Se olvida usualmente que fue la Argentina quien rompió el molde, al rechazar la negociación con sus acreedores tras el default. Durante la primera reestructuración del país, en 2005, dos tercios de sus acreedores eran instituciones locales, que no tenían otra opción más que tomar lo que el Gobierno les estaba ofreciendo. Nosotros, con más de 60.000 bonistas, rechazamos esos términos abusivos y, en cambio, presionamos por un acuerdo negociado. Esos 60.000 bonistas, incluyéndonos, no recibimos un centavo en 13 años. En última instancia, ésta es la historia, no la de la Argentina versus los fondos de cobertura; es la de un país que rompió sus promesas a acreedores. El juicio fue un instrumento de último recurso, después de que la Argentina rechazó negociar, algo que siempre es preferible. Este tipo de juicios sólo son responsabilidad del comportamiento coercitivo de la Argentina, no al revés.

-¿No cree que está mal haber tenido a los bonistas que aceptaron los dos canjes como rehenes de la batalla legal con el país?

-No hay rehenes en esta situación, solamente acreedores que no cobraron. La Argentina tiene la capacidad para pagarles a todos sus acreedores. Es un país miembro del G-20 con vastos recursos naturales, que simplemente se rehúsa a pagar. Esta situación puede resolverse rápidamente. No le estamos pidiendo que pague una deuda que no puede pagar. El cumplimiento de la Argentina con sus contratos le traerá beneficios a su economía.

-Pero el Gobierno dice que si pagan más que lo que ofrecieron en el canje, abonarían cerca de US$ 17.000 millones a todos los acreedores. ¿No es imposible esta opción frente al total de reservas del Banco Central?

-Este juicio particular sólo se refiere a US$ 1650 millones. Éste es el único monto que la Argentina debe arreglar ahora. También hemos dicho que no necesita usar efectivo para resolver la mayor parte de los costos de su deuda en default. Puede utilizar una combinación de efectivo y de bonos para hacerlo, con un costo mínimo y un profundo beneficio.

-¿Qué piensa de la conducta de la Argentina tras estos años?

-Es muy extraño que haya rechazado resolver esta situación, porque los beneficios para el país serían enormes. Menores tasas de interés le ahorrarían al Gobierno millones de dólares por año, y eso sin mencionar la posibilidad de nueva deuda, sino sólo en la refinanciación de su actual deuda. Las provincias, las empresas y los consumidores ahorrarían miles de millones en menores costos y se beneficiarían con mayores inversiones en el país si los inversores se aseguraran que los problemas del país con sus acreedores quedaron atrás. El ingreso de dólares en la economía del mercado internacional de capitales aliviaría de inmediato el serio problema de inflación, que está dañando a los ciudadanos del país.