Investigadores argentinos identifican un nuevo mecanismo para tratar algunos tumores que hasta ahora eran resistentes a las terapias convencionales. El trabajo fue tapa de la prestigiosa revista especializada Cell, y supone un cambio de paradigma en los tratamientos contra el cáncer.
La ciencia argentina dio muestras de su vigencia con la presentación en sociedad de un avance trascendente conseguido por investigadores locales abocados a la lucha contra el cáncer. Las razones para destacar son varias, pero podemos precisar tres para empezar a desagregar el tema.
Primero, se trata de una “línea de investigación criolla”, como definió el propio ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao: “no se trata de un mero aporte a una línea de investigación internacional ya desarrollada”.
Segundo, fue lograda por un grupo interdisciplinario de investigadores y becarios jóvenes, todos argentinos, en una “casa” muy querida para la ciencia argentina, como es el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) dependiente del CONICET y por donde pasaron, entre otros notables, el Premio Nobel argentino Bernardo Houssay y el mismo ministro Barañao como investigador.
Y la tercera razón y frutilla del postre es que la más prestigiosa revista de biología molecular, Cell, amplificó el logro científico brindándole la tapa y otorgándole jerarquía y reconocimiento internacional al estudio. Existe una cuarta novedad que tiene relevancia propia: la financiación del estudio fue netamente con fondos nacionales y plantea un cambio respecto de las investigaciones hasta ahora publicadas.
El ministro Barañao destacó que “se trata de un aporte excepcional al conocimiento universal. Este trabajo abona la idea de que también en la ciencia argentina se puede ser eficaz, ya que la tradición científica argentina en general ha sido eficiente con pocos recursos. Y además, que la comunidad científica internacional, en este caso la publicación más prestigiosa de biología molecular, lo reconozca. Esto ubica a la ciencia argentina en otro lado”.
La investigación estuvo a cargo de científicos argentinos jóvenes, en su mayoría becarios, conducidos por el prolífico científico argentino doctor Gabriel Rabinovich, quien además de investigador principal del CONICET es director del laboratorio de Inmunopatología del IBYME y director del grupo de trabajo de esta investigación. Rabinovich cuenta con ocho patentes científicas derivadas de sus investigaciones.
Esta investigación en particular promete cambiar el paradigma de los tratamientos contra el cáncer y, sobre todo, contribuir con la comunidad científica internacional ofreciendo a los pacientes mejores tratamientos contra esa enfermedad.
Qué dice el estudio
Fue el joven Doctor en Ciencias Biológicas Diego Croci Russo quien se preguntó para una tesis doctoral: ¿por qué hay tumores que no responden a las terapias y se hacen resistentes? Así, Croci Russo encendió la mecha de la investigación hasta hoy.
El estudio científico argentino revela la naturaleza de uno de los mecanismos de resistencia tumoral de ciertos tipos de cáncer y cómo revertirla. Para entender el hallazgo, es necesario comprender el proceso de desarrollo de un tumor.
Los tumores necesitan oxígeno para desarrollarse. El suministro de oxígeno y nutrientes a través de la sangre es fundamental para asegurar la viabilidad de cualquier tejido, pero es sumamente crítico para las celulas tumorales, que, debido a su alta tasa de reproducción y metabolismo, requieren cantidades extra de oxígeno. Así se produce la creación de vasos sanguíneos descontrolados y caóticos que potencian y fortalecen al tumor, permitiéndole llegar hasta la metastasis, al no responder a los tratamientos suministrados.
Los tumores con “inteligencia fina” fabrican estrategias para sobrevivir y sortear así los tratamientos que buscan frenar la creación de nuevos vasos. Por eso son los más difíciles de tratar.
La clave reside en la relación entre dos proteínas: el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF, por su sigla en inglés) y la Galectina -1 (Gal-1); esta última, foco de trabajo de diversas investigaciones de Rabinovich y del IBYME.
Gabriel Rabinovich describe con precisión el mecanismo del hallazgo: “en tumores sensibles a estos fármacos, el anticuerpo que captura al VEGF tiene efectos positivos. Pero en aquellos que son resistentes a estas drogas, al poco tiempo de administrarlas entra en escena un mecanismo compensatorio que dispara nuevamente la creación de vasos“.
Algunas de las preguntas que indagó a fondo la investigacion argentina son: ¿cómo se construyen los vasos sanguíneos? y ¿cómo sacarles oxígeno a los tumores para que no proliferen?
“Conocer este mecanismo permite volver sensibles tumores que hasta ahora eran refractarios. Lo que hemos podido determinar es que a los 4 o 5 días de administrar la terapia anti VEGF se detiene la creación de nuevos vasos y bajan los niveles de oxígeno”, agrega Rabinovich. Esto logra desinflar y debilitar al tumor.
Los próximos pasos
El estudio, hasta ahora, se realizó en ratones y aguarda la etapa experimental en seres humanos. Aún no está disponible como tratamiento.
Los pasos lógicos hasta que pueda ser probado en seres humanos deben contemplar las pruebas en otros animales superiores y luego las distintas fases experimentales en seres humanos.
Y detalla Rabinovich a Infobae: “lo primero es ‘humanizar’ lo que logramos que funcione en animales, para que no genere rechazo en los seres humanos. Para lograr esto, están avanzadas las conversaciones con un laboratorio para llegar a la etapa experimental en seres humanos”.
La investigación “made in Argentina” recibió aportes de casi 2 millones de pesos entre fondos de la agencia de promoción científica del Ministerio de Ciencia y Tecnología, el CONICET, y apoyos de la Universidad de Buenos Aires, Fundación Sales, más donaciones de la familia Ferioli y Ostry. El estudio también pretende extenderse al tratamiento de enfermedades oftalmológicas.