Tras un inigualable ciclo en Mar del Plata, el ex técnico de Peñarol está listo para afrontar su nuevo desafío en Uniceub, de Brasil. Sergio Hernández habló sobre el proyecto deportivo que le espera.
-¿Por qué tomaste la decisión de aceptar la propuesta de Uniceub? ¿Qué esperás para esta nueva etapa?
-En principio, la eliminación temprana de Peñarol hizo que se estirara mi tiempo de descanso. Tenía pensado seguir un mes más en competencia. Cualquier liga en el mundo empieza en septiembre. Y cuando apareció lo de Brasil, lo evalué por ese lado. Quería tener mi tiempo de pausa, que sabía que necesitaba. Más allá de lo económico, que uno siempre tiene en cuenta, Brasil es un lugar que está creciendo tremendamente. Como país está muy bien y está pasando un buen momento en lo deportivo: se acerca el Mundial de Fútbol, los Olímpicos en 2016 y la Liga de Brasil se ha ido organizando. Uniceub ha dominado la Liga los últimos años, y le pasa algo parecido a lo que le pasó a Peñarol. Salió Tricampeón y ahora quedó eliminado en cuartos de final. Tienen una plantilla poderosa con Alex, Guilherme, Nezinho, Arthur. Y según me dicen, es la mejor organización basquetbolistica que hay hoy en Brasil. Son motivos más que suficientes para tomar la decisión.
-Existe la posibilidad de enfrentarte con Peñarol en la Liga Sudamericana, ¿estás preparado para eso?
-Me parece que Uniceub no va a jugar ninguna competencia internacional esta temporada. A pedido del plantel, que viene jugando hace cuatro años todas las temporadas, quieren jugar solo el torneo brasileño. Es algo de lo que voy a estar absolutamente seguro cuando viaje a Brasil este fin de semana y me reúna con la organización. Si tenemos que cruzarnos con Peñarol, se jugará. Es algo que en algún momento puede pasar. Yo me crucé con Estudiantes de Olavarría, contra Boca. Creo que con el único que no jugué fue con Cañada de Gómez, que cuando me fui yo vendió la plaza.
-La chance de dirigir a Atenas existió, ¿lo dudaste en algún momento?
-La opción de Atenas apareció antes que Uniceub. Traté de ser lo más claro posible con Felipe Lábaque en cuanto a que la decisión de dejar Peñarol había sido tomada en conjunto con la intención de no dirigir en Argentina la temporada que viene. No me imagino en dos meses sentado en el banco de otro equipo en Argentina que no sea Peñarol. Los argentinos somos mucho de poner en juego los sentimientos e involucrarnos con el equipo, con la ciudad, con la gente, con el pantel. Despues de seis años, ponerme el buzo de otro equipo de Argentina tan rápidamente no me parecía lo ideal. Mi idea era no dirigir la Liga Argentina y tomar algo en el exterior. Y apareció lo de Brasil. Algunos me preguntan por qué no esperar algo de Europa. Yo no espero más a Europa. Indudablemente no se fijan en mí, en principio. Y además Brasil ofrece, en muchas cosas, mejores condiciones que los equipos europeos.
-¿Cómo viviste todo lo que pasó en tu despedida de Peñarol?
-Son cosas que me superan. No sé si las manejo bien o no. No creo que alguien esté preparado para semejante demostración de cariño masivo. Son esas cosas por las cuales tomo la decisión de no cambiar de equipo tan rápido en la Liga Argentina, aunque alguno desde afuera no lo entienda. Es algo increíble. Esto supera ampliamente cualquier cosa que uno espera de la vida. Peñarol superó ampliamente mis expectativas. Hace seis años fuí a la conferencia de prensa de presentación, con toda la tranquilidad con la que uno encara estas cosas a esta altura de su carrera, y de pronto me encontré con una cancha llena, uno disfrazado de oveja, con bombos, banderas… Todavía no había ni empatado un partido. Entonces ya me di cuenta de que era algo especial, diferente a otros lugares. Lo voy a llevar conmigo a todos lados este recuerdo, y es una de las cosas más lindas que me ha pasado en la vida.
-¿Cómo comparás la Liga Argentina con la de Brasil?
-No nos olvidemos de que es el país de Oscar Schmidt, de Marcel, de Marquinhos y de tantos monstruos. En algún momento nosotros nos reflejamos mucho en ellos, y hasta era imposible ganarles. Es un país poderoso que hoy tiene a Varejao, Splitter, Barbosa, Marcelinho Huertas, Alex… Jugadores buenísimos en el mundo entero y en la NBA. Tienen un potencial tremendo. Ahora, aparentemente, en los últimos años se han organizado y están en pleno crecimiento. La Liga Argentina le lleva una ventaja, que son los 30 años de competición organizada. La gente de Brasil lo sabe y está tratando, de alguna manera, de copiar algunas cosas nuestras.
-¿Con qué te vas a encontrar en Uniceub?
-Es un equipo que ha logrado lo que todos quieren lograr, que es la identidad de su plantel con la gente. Me da la sensación de que en Brasil se vive con un poquito menos de dramatismo. Me da la sensación… En Argentina son las urgencias las que dominan las emociones del ser humano. Mantuvieron al mismo entrenador, que ahora se va porque le dieron el cargo de Director de Deportes de la universidad. En definitiva, este equipo es una universidad. Incluso le siguen dando contunuidad desde lo basquetbolístico. Puedo confirmar que San José y Flamengo también les han dado bastante continuidad a sus equipos, pero no sé si es una tendencia en Brasil.
-Uno de los jugadores que nos enamoró acá y que vino de Brasil fue David Teague, ¿te dejó conforme su rendimiento?
-David no tuvo una buena temporada. Está arrastrando algunos problemas físicos. Hablé con él los últimos dos meses para ponerlo al tanto de por qué no iba a utilizarlo tantos minutos y por qué iba a ser suplente. Creo que necesita una postemporada muy fuerte, trabajar su físico. Es un jugador al que no le gusta el gimnasio; y es alguien que lo necesita muchísimo. Pierde mucho peso. Tiene sus piernas muy castigadas por el trajín, como la gran mayoría de los trotamundos que son estos americanos. Obviamente, la calidad la tiene. En Flamengo jugaba con una potencia juvenil que hoy ya no tiene. No pasó una buena temporada y creo que deberíamos haberlo reemplazado en algún momento, porque no estaba en buenas condiciones. Y de eso me hago cargo yo. Es un profesional increíble, una persona espectacular y que merecía haber tenido un mejor paso por Peñarol.
-Vos te vas, pero tus hijos se quedan en Mar del Plata…
– No los movés de acá. Están en la facultad, están entrenando a sus chicos. Ellos sí que encontraron su lugar en el mundo. Más allá de que Olavarría les tira. Se los vé muy felices. Nunca voy a verlos jugar o dirigir, es más fuerte que yo. Lautaro trabaja en Peñarol y me ha pasado de ir al club y verlo con el silbato dirigiendo chicos y es como un déj vu, es como verme a mí mismo varios años atrás. Estoy absolutamente orgulloso por su calidad humana, su compromiso con la vida y con lo que hacen; por sus estudios; por su pasión, que es jugar al básquet o ser entrenadores. Ellos ya se dedican a entrenar chicos, se preparan, hicieron el curso de entrenadores y están comprometidos con la actualidad. Eso me llena de orgullo. Trato de no agobiarlos, de acompañarlos. Es una felicidad verlos cercer.
-¿Y vos encontraste tu lugar en el mundo?
-Es una de las cosas que no sé si es buena o mala. Desde que me fui en el ‘89 de Bahía Blanca estoy perdiendo un poco esa identidad. Después, elegí Olavarria como lugar para vivir. Crecieron mis hijos ahí, mi esposa vive ahí y ahora me encontré con esta ciudad increíble que disfruto enormemente, que es Mar del Plata. Es una ciudad en la que definitivamente me gustaría vivir y no sería nada raro que yo la elija como ciudad, como lugar en el mundo.
-Puede ser cuando vuelvas a Peñarol…
-Nunca se sabe. Ojalá que Peñarol no necesite cambiar de entrenador por muchos años. Ojalá que con Rivero hagan otros seis años de… no sé si de títulos, porque eso no es tan trascendente como todos creen, sino de hacer el trabajo de potenciar al máximo las posibilidades. El éxito no es salir “uno”. Si no, nadie sería exitoso. El éxito es otra cosa, es llegar a lo más alto de tus posibilidades. Siempre destaco el caso de Marita Peralta, que salió abajo del puesto 80 en el Maratón de Londres y todos estábamos orgullosos, pero la primera que se sintió orgullosa era ella, con una sonrisa de oreja a oreja. Eso es el éxito. El éxito es llegar a lo más alto posible. Espero que Peñarol mantenga su identidad, su relación con la gente. Lo más sagrado que tiene Peñarol es su gente. Y no es por demagogia. Está claro que es así. A los clubes los hace la gente. Peñarol tiene un capital increíble.