Manhattan es cada vez más rica y está cada vez más poblada, pero un número creciente de comercios cierran sus puertas debido al alza exorbitante de los alquileres y de las compras por internet.
Este miércoles, cuando se celebra en Estados Unidos el día de San Valentín o día de los enamorados, Steven Telvi cerrará definitivamente su farmacia “The Source” en el Upper East Side tras 37 años de servicio, víctima de una caída de la actividad y de un alquiler demasiado alto.
“Toda la isla se va al carajo”, dijo en referencia al futuro de los pequeños comercios en Manhattan.
Del Soho al Upper West Side, pasando por la Quinta avenida o el Meatpacking District, no es raro ver dos o tres vitrinas desiertas en una misma cuadra, en plena capital de las compras que es Nueva York.
Todos los indicadores económicos de la metrópolis estadounidense, o casi, están no obstante en verde: un desempleo históricamente bajo, un ingreso per cápita 34% superior al promedio nacional, y más de 61 millones de turistas en 2017.
Comerciantes y agentes inmobiliarios consultados por la AFP citan como primera causa el alza vertiginosa de los alquileres: +68% entre 2009 y 2016 en Soho, +70% en algunas partes del Upper West Side, o +175% en partes de la Quinta avenida, según el sindicato de agentes inmobiliarios de Nueva York.
“Es un ejemplo clásico de precios que avanzan más rápido que la demanda y los fundamentos de un mercado”, analiza Brian Klimas, vicepresidente del sindicato, a cargo del estudio.
Los precios sin embargo comenzaron a bajar desde hace varios meses en muchos barrios de la isla. Pero la proporción de comercios vacíos sigue aumentando, y casi llegaba a un cuarto de los espacios en Soho a fines de 2017, según el grupo inmobiliario Cushman & Wakefield.
“Los propietarios modifican sus tarifas con lentitud”, observa Kenneth Hochhauser, vicepresidente ejecutivo del grupo inmobiliario Winick Realty Group.
“Menos grave que en 2009”
Para los comerciantes que resisten, a veces en situaciones financieras tensas, la desaparición de sus vecinos “no ayuda”, explica Clara, vendedora de Variazoni, una tienda de ropa del Upper West Side.
“Ya no hay tránsito” de gente a falta de suficientes comercios, observa Jennifer Sun, que abrió su marca de ropa para niños, “Magical Kids”, en mayo de 2016 en el Upper East Side.
Tras un buen primer año, muchas tiendas vecinas cerraron sus puertas en los últimos cinco o seis meses, y las ventas bajaron. “Ya ni me pago un salario”, dice.
El ajuste del mercado “llevará tiempo”, como unos “dos o tres años”, anticipa Steven Soutendijk, director ejecutivo a cargo del comercio minorista de Cushman & Wakefield.
Pero no está tan inquieto porque “había más comercios vacíos durante la crisis financiera”, dice. “El contexto actual no es tan negativo como en 2009, lejos de eso”.
Sin embargo, el comercio en línea representaba entonces un 3,6% de las ventas minoristas, contra 9,1% actualmente, según las últimas cifras gubernamentales.
Steven Telvi recuerda perfectamente el momento en que cambió de local, justamente en 2008, pasando de un lado a otro de la Tercera avenida. “Fue ahí que internet despegó”, dice.
Desde entonces su actividad cae un 5% por año, inexorablemente. Y la apertura de nuevas estaciones del metro en la Segunda avenida, a fines de 2016, redujo un poco más el pasaje de peatones frente a su tienda, amputando su facturación en un cuarto y empujándolo al cierre.
Para muchos concejales municipales, los poderes públicos deben actuar antes de que “se debilite el alma de estos barrios y la oferta de bienes y servicios esenciales que los tornan habitables”, según un informe publicado a mediados de diciembre.
A fines de noviembre, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, hizo un primer gesto al duplicar el umbral por debajo del cual los comercios minoristas están exentos de pagar impuestos municipales.
Los comerciantes pelean con sus armas.
“Hago cosas que nadie tiene”, dice Jennifer Sun, mostrando almohadas personalizadas.
“Intentamos tener libros que no encontrarás en ninguna otra parte”, explica Matt Sartwell, responsable de la librería Kitchen Arts & Letters, especializada en libros de gastronomía en el Upper East Side.
Otra ventaja: su espacio pertenece a la copropiedad del edificio, contenta de “tenernos ahí, en vez de tener una agencia bancaria o una peluquería”, dice.
Steven Telvi no excluye asumir las riendas de otro comercio cuando “The Source” cierre. Pero por ahora “necesito descansar los pies en la arena durante unas semanas”, confiesa.