Durante el último año se ha duplicado la cantidad de las consultas por golpes y ataques entre parejas de chicos de entre 14 y 21 años en la Ciudad de Buenos Aires. En la provincia, se sigue la misma tendencia. También aumentó el número de víctimas que se acercan a los centros de asistencia.
Las adolescentes porteñas y bonaerenses consultan cada vez más a servicios especializados por “síntomas” de violencia en el noviazgo. Cosas como los celos, los comentarios a amigos y familia, las discusiones subidas de tono o los planteos por el uso de los celulares y redes sociales, son cuestiones habituales que pueden dejar de ser saludables en una pareja.
Sólo en Ciudad de Buenos Aires, las consultas de chicas de entre 14 y 21 años que fueron atendidas por consecuencias de noviazgos violentos, han pasado de 31 en 2011 a 69 en el 2012. Los datos surgen del Subprograma Noviazgos Sin Violencia de la Dirección General de la Mujer de la Ciudad de Buenos Aires, jurisdicción donde el 50% de las mujeres maltratadas sufrió los primeros abusos emocionales, psicológicos o físicos durante el noviazgo.
En la Provincia de Buenos Aires, las consultas de urgencia al 102 coinciden con la tendencia porteña. El Registro Único de Niñez y Adolescencia provincial registra que el 44% de las 100.000 intervenciones anuales en la Secretaría corresponde a casos de violencia y maltrato, tanto infantil como adolescente. El 7,1% de los casos corresponde a conflictos en vínculos adolescentes, lo que incluye la violencia durante el noviazgo.
En algunos de los 134 municipios provinciales, organismos como la Dirección de la Mujer de San Isidro dictan talleres sobre temas de género en las escuelas y allí detectan casos de noviazgos violentos. De esa manera, surgió la necesidad de poner en práctica un programa piloto en 2012 que despertó el interés inmediato de las autoridades de ocho colegios secundarios de localidades como Ituzaingo, Merlo, Morón y Castelar. En cada taller educativo hubo unos 40 adolescentes, varones y mujeres de entre 12 y 16 años.
“Estamos en una etapa en la que el varón, que usa palabras dulces, parece que es un ‘tiernito’. Hay mucha menos comunicación verbal que antes y las cosas importantes se dicen por Facebook, donde increíblemente los chats de los chicos tienen un romanticismo muy cuidado cuando se los repasa: el mismo adolescente que parece un duro en las relaciones interpersonales, en el Facebook es ‘un dulce’ con las chicas. No obstante eso, en las redes también funciona la violencia en las relaciones”, indicó el licenciado Norberto Lima, quien se desempeña como trabajador social y coordinador de los talleres bonaerenses.
En todas la consultas a profesionales se coincide en la alarma que activan estas formas de vincularse, sobre todo entre los 14 y 17 años, cuando todavía mamá, papá o algún abuelo percibe que una adolescente llega a casa con alguna “marca” o daño. “Es necesario prevenir hoy para evitar la violencia mañana, con hijos de por medio. Si no actuamos ahora, en 10 años no sabrán tener una relación de pareja saludable. Y este tipo de vínculos tiene que ver con el modelo aprendido en casa”, agregó Lima.
En tanto, la licenciada Daniela Reich, directora operativa del programa porteño de Atención Integral a las Víctimas de Violencia Doméstica y Sexual, enumeró algunas de las señales de alerta que aprenden las adolescentes y sus familiares en los centros integrales de la mujer (CIM) o durante los talleres en los colegios. Por ejemplo, el novio que controla los movimientos de su pareja vía celular y chequea sus mails o el Facebook; la culpa de sus excesos; los insultos o gritos; la falta de valoración de los logros; el hecho de hacer todo lo posible para que la pareja no empiece o siga con sus estudios, su trabajo o participe en grupos culturales y artísticos; y por supuesto, la agresión física. “También aconsejamos prestar atención a si disminuye la autoestima o si aparece una sensación de ansiedad, depresión o si alguna vez pensó o intentó suicidarse”, agregó Reich.
Y aseguró: “me sorprende cómo cambia la población con la que trabajamos año tras año. Antes, las mujeres víctimas de violencia doméstica tenían 30 años, hoy tienen entre 22 y 25 años. Todas tuvieron noviazgos violentos.”
Este problema, al igual que el bullying, no reconoce diferencias sociales, educativas ni económicas. “Los primeros años de vida son sensibles a la formación de la personalidad y el modelo familiar que se tendrá. Si en esa etapa se aprende que la relación familiar es con violencia, el vínculo con el otro sexo será violento”, aseguró el Dr. Pablo Navarro, secretario de Niñez y Adolescencia de la Provincia de Buenos Aires. “Vemos cómo chicos y chicas se asombran al reconocer cuestiones cotidianas que, en realidad, están asociadas a una relación de pareja violenta. Y esto tiene que ver con los modelos familiares, que ellos y ellas repiten como algo normal”.