Carlos Echevarría: “La Conferencia de Evián fue una oportunidad de evitar un gran desastre y se desperdició completamente”

El periodista español realizó una nota en el Diario La Vanguardia donde remarcó la indiferencia en la Conferencia de Evián que podría haber salvado la vida de millones de judíos ante el régimen nazi. Comentó su investigación a través de la 99.9.

El Conferencia de Evián, fue una reunión celebrada en 1938 para acoger a los judíos perseguidos por el Tercer Reich y terminó resultando todo un fracaso. Esa falta de empatía e irresponsabilidad, terminó con un genocidio aún mayor del que podría haber sido.

El periodista español, Carlos Echevarría escribió el artículo “Nadie quiso a los judíos: el fiasco de la Conferencia de Evian” y comentó lo que hubiera significado la apertura de una puerta para los millones de ciudadanos judíos alemanes que querían salir con vida de la alemania nazi: “son estos puntos en la historia donde había una gran oportunidad para evitar un gran desastre y que se desperdició completamente y es interesante volver la vista hacia 1938 para ver que la excusa; que en aquel entonces no estaba tan claro en los países, no veían la urgencia de lo que luego fue la Shoa pero eso es completamente incierto. En 1938 a los judíos alemanes ya les habían arrebatado la ciudadanía, ya les impedían ejercer todo tipo de procesiones, estaban siendo absolutamente martirizados en muchos aspectos. Tal vez algunos gobiernos del mundo no se esperaban que fuera a desarrollarse un plan de exterminio pero era evidente que esa gente tenían una necesidad de huir absolutamente enorme”.

A pesar de ese conocimiento que Echevarría expone, la reunión no tuvo suceso alguno porque las autoridades políticas fueron indiferentes: “se fueron a este lugar al pie de un lago, como en un retiro vacacional y realmente ese intento de solución ya había fracasado antes de empezar. Cuando llegaron allá, el gobierno estadounidense, que es un poco el impulsor de todo aquello, ya había tranquilizado los ánimos de los países que iban a estar representados diciendo que a nadie se le iba a obligar a nada. Fueron días de discursos muy elevados al pie de un lago y nada nada más, no salió nada de allí. Viendo todo lo que lo que vino después, pues es uno de esos puntos absolutamente claves de oportunidad desperdiciada”.

Ese acto empezó a formar parte de un remordimiento en distintos países del mundo por lo que podrían haber hecho para salvar muchas vidas: “en la conciencia internacional pesaba mucho ese fracaso absoluto. La responsabilidad final y principal es del régimen nazi. Eso no se discute, pero está claro que tú cuando ves a alguien ahogándose tienes el deber moral de echarle una mano, no es que se pudiera hacer más, sino que no se hizo nada. Me interesa muchísimo el tipo de lecciones que podemos extraer ahora mismo sobre cómo, cuando vemos algo a punto de pasar, tenemos que ponernos en marcha y trabajar por ello; además de empatizar un poco con la desgracia de los demás aunque no sea propia”; indicó casi como un aprendizaje contemporáneo. Luego agregó: “lo digo como como nieto de una persona que emigró a Argentina con un pasaporte falso para luego regresar acá España a los años y que tuvo que huir del hambre que es una catástrofe mucho menos inmediata que la que se vivió en los años 30 y 40 por parte de los judíos alemanes pero que forma parte de esas razones de fuerza mayor que pueden obligar a una persona a huir”.

En este contexto, Echevarría también analizó la incidencia del prejuicio anti judío instalado a lo largo de los siglos por las distintas iglesias cristinas y advirtió que “no puede ser casual el modo absolutamente despectivo en el que los líderes se refieren a la población judía como un problema. Públicamente habla en términos como “yo no quiero importar un problema judío” o “nadie quiere más judíos”. Hubo un discurso que se construyó durante décadas sobre los judíos como privilegiados acumuladores de la riqueza que es absolutamente fundamental para entender el fenómeno en Europa y el legado de siglos. Hay multitud de coincidencias, de acumuladores de riqueza, personas que realmente no son fieles al país sino que realmente tienen otros motivos oscuros, es una constante que va en la historia de la religión en España y que luego ves reflejada punto por punto en los otras situaciones que se han dado en Europa. Todo forma parte de una narrativa que uno ve, por ejemplo, en la Inquisición Española”.