Andrés Ferrín forma parte de la empresa AeroDyca, encargada de diseñar drones en Mar del Plata. En la 99.9, habló sobre el proyecto Chimango 650 premiado en Innovar 2015: “Apuntamos con esta aeronave a cubrir grandes distancias, tiene 8 horas de autonomía con una cobertura de 200 kilómetros”, destacó.
La construcción de aviones no tripulados se ha tornado muy común, pero en Mar del Plata hay una empresa que se dedica desde hace 15 años al diseño de las mismas y su última creación, el Chimango 650, ha sido premiado en Innovar 2015. Se trata de AeroDyca que está integrada por Andrés Ferrín y Romina Dorso. El primero de ellos habló en la 99.9 sobre esta idea de diseñar drones en la ciudad: “hace varios años que estamos con el desarrollo de aviones no tripulados. Empezamos en el 2000 con los primeros aviones para entrenamiento de las Fuerzas Armadas. Generamos la empresa en el año 2008 por los requerimientos que teníamos. Ahí empezamos a construir aviones a pedido de acuerdo a las necesidades del cliente”, aclaró.
La evolución de su propia tarea los ha llevado a perfeccionar las técnicas hasta la última creación: “el punto culmine es el proyecto Chimango 650 que comenzó en 2011. Ahí volcamos todo el conocimiento en la experiencia de estos años. Apuntamos con esta aeronave a cubrir grandes distancias, tiene 8 horas de autonomía con una cobertura de 200 kilómetros”, explicó Ferrín.
De a poco han ido creciendo en su producción y han trabajado a destajo para que las unidades sean de excelente calidad: “la hora de mantenimiento y de operación es muy baja porque son poco los elementos de desgaste. Desde el primer avión que hicimos en el 2000 hasta ahora, todos están en vuelo. Sale el avión con un blanco atrás y le hacen la práctica de seguimiento gracias a este drone desde hace 15 años”.
Sus instalaciones también han tenido que renovarse y están empezando a plantearse la producción a un nivel más alto. “Nos estamos trasladando a la Ruta 88, al Club de Planeadores donde nos dieron un lugar para empezar a producir en serie”, aseguró. Este tipo de máquinas con un grado de precisión mas alto y con especificaciones puntuales tiene valores más altos: “hay algunos que cuestan 5.000 dólares y luego se va incrementando de acuerdo a las capacidades y funciones del avión. Los estamos vendiendo para los ingenieros agrónomos que hacen estudio de suelo y mejoran el rinde”, agregó sobre la funcionalidad más frecuente.
Para desarrollar estos drones, se manejan con un alto grado de componentes nacionales, pero es inevitable que algunas piezas tengan que llegar desde el exterior. “La fabricación es toda nacional. El 80% de la aeronave es nacional pero todas cuentan con piloto automático, transmisión de datos y cámaras que son internacionales. Tenemos motores instalados alemanes que nos permiten dar una buena prestación en cuanto a la potencia y el peso, pero los cilindros de ese motor, son italianos. Tratamos de buscar un balance”, aseguró.
Además, deben cumplir con ciertos parámetros mínimos que elevan los estándares del avión: “en esta aeronave la fabricamos con las normas de la OTAN, tiene dos motores, las partes móviles están divididas. Tiene sistemas redundantes para que en caso de perder algunas de las mitades, siga en vuelo, a pesar de las limitaciones y eso le permita volver”, dijo Ferrín.
Todavía en nuestro país no existen normativas sobre el uso civil de los drones, pero el especialista aclaró que generalmente se empieza a pensar en esas cuestiones una vez que son más comunes y avanzados: “recién a mediados de este año, Estados Unidos tiene una reglamentación para el uso civil a pesar de que es un país con mucho desarrollo en este sentido. La reglamentación siempre va detrás tratando de cubrir esos baches porque uno desde la inventiva siempre está tratando de mejorar los productos”, finalizó.