Un prometedor estudio permite a los científicos detectar esta patología de forma sencilla y mucho antes.
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurológica que afecta al sistema nervioso central y que se estima que sufren más de 55.000 personas, principalmente mujeres. Por el momento, se trata de una patología crónica, pero la investigación científica no cesa para mejorar el tratamiento y adelantarse a su diagnóstico para mejorar la calidad de vida de los pacientes.
En este escenario, esta semana se ha producido un avance esperanzador, ya que científicos de la Universidad de California, en San Francisco, EE UU, han descubierto un presagio en la sangre de algunas personas que luego desarrollaron EM, lo que podría acelerar el tratamiento y reducir los síntomas de la enfermedad, tal y como se publica hoy en la revista científica «Nature Medicine».
En concreto, aproximadamente en uno de cada diez casos de EM el cuerpo comienza a producir un conjunto distintivo de anticuerpos contra sus propias proteínas años antes de que surjan los síntomas. Así, estos autoanticuerpos parecen unirse tanto a células humanas como a patógenos comunes, lo que posiblemente explique los ataques inmunológicos al cerebro y la médula espinal que son el sello distintivo de esta patología.
La EM puede provocar una pérdida devastadora del control motor, aunque los nuevos tratamientos pueden ralentizar el progreso de la enfermedad y, por ejemplo, preservar la capacidad del paciente para caminar. Los científicos esperan que algún día los autoanticuerpos que han descubierto se detecten con un simple análisis de sangre, lo que dará a los pacientes una ventaja a la hora de recibir tratamiento. «Durante las últimas décadas, ha habido un fuerte movimiento científico para tratar la EM antes y de manera más agresiva con terapias más nuevas y potentes», reconoce el neurólogo de la UCSF, Michael Wilson, MD y autor principal del artículo, quien hace hincapié en que «un resultado de diagnóstico como este hace que esa intervención temprana sea más probable, dando a los pacientes la esperanza de una vida mejor».
Para llegar a esta conclusión, el grupo analizó la sangre de 250 pacientes con EM recolectada después de su diagnóstico, además de muestras tomadas cinco años antes, cuando se unieron al ejército. Los investigadores también observaron muestras de sangre comparables de 250 veteranos sanos. Utilizando apenas una milésima de mililitro de sangre de cada momento, los científicos pensaron que verían un salto en los autoanticuerpos cuando aparecieran los primeros síntomas de la EM. En cambio, descubrieron que el 10% de los pacientes con EM tenía una sorprendente abundancia de autoanticuerpos años antes. Para confirmar sus hallazgos, el equipo analizó muestras de sangre de pacientes en el estudio UCSF Origins. «Estamos entusiasmados de tener algo que brinde más certeza diagnóstica en etapas tempranas para estudiar si se debe iniciar el tratamiento de forma precoz», reconocen los autores.