La cantidad de menores fallecidos por la ofensiva rusa ya superó el centenar, según las cifras oficiales; el alcalde de Lviv, donde hubo bombardeos en la zona del aeropuerto esta mañana, dijo que Putin “es como Hitler”
En la misma jornada en la que por primera vez cuatro misiles cayeron cerca de la zona del aeropuerto de la ciudad, considerada hasta hace poco una de las pocas zonas “seguras” de Ucrania, en el corazón de Lviv, tuvo lugar una impactante manifestación de 109 cochecitos vacíos: una protesta simbólica en contra de la atroz muerte de centenares de civiles y, en lo que va de esta guerra absurda, de 109 chicos, una cifra terrible y destinada a crecer con el pasar de las horas.
Silenciosa y de lo más simbólica, la protesta tuvo lugar en la histórica Ploshcha Rynok, la vieja Plaza del Mercado, de esta ciudad declarada en 1998 por la Unesco Patrimonio Histórico de la Humanidad. Colocados sobre seis filas, los cochecitos vacíos fueron un poderoso mensaje al mundo en rechazo de la masacre de inocentes en curso desde el inicio de la invasión rusa, que comenzó hace tres semanas y para lanzar un enésimo llamado a a la comunidad internacional para que se establezca una zona de exclusión aérea, la aquí llamada “no fly zone”.
La protesta contó con la presencia del alcalde de Lviv, Andrii Sadovyi, que en una conferencia de prensa en el coqueto media center instalado en una famosa y antigua cervecería que da sobre la misma plaza, dio detalles del bombardeo que en la madrugada destruyó una fábrica de reparación de aeronaves cercana al aeropuerto. El ataque afortunadamente no dejó muertos ni graves daños ya que, en previsión de una agresión a lo que evidentemente podía ser un objetivo, se había trasladado a otra parte todo el material que había en su interior y solo se rompieron los vidrios de un adyacente depósito de autobuses urbanos. Pero el ataque, según destacó el acalde, que al mejor estilo Volodimir Zelensky vestía para la ocasión una campera verde militar, dejó en claro que “también nosotros estamos bajo ataque”. “Pero estamos preparados, tenemos un sistema de respuesta rápido y fuego antiaéreo”, indicó.
“La actividad de la fábrica estaba detenida desde el comienzo de la guerra. ¿Me preguntan por qué entonces Rusia la atacó? ¿Y entonces por qué atacó el teatro de Mariupol? ¿Por qué ataca a los civiles?”, se preguntó, combativo. “Porque es como Hitler”, siguió, llamando a Occidente a darle a Ucrania “un sistema de derribamiento de misiles como el israelí”.
La protesta de los cochecitos
Sadovyi también se refirió a la silenciosa manifestación de los cochecitos montada en la plaza más emblemática de la ciudad, considerada la “capital cultural” de Ucrania, que gobierna por tercera vez. “La protesta de los cochecitos vacíos en la plaza es un símbolo de los 109 niños muertos hasta ahora en Ucrania, que como ángeles han protegido con su cuerpo el cielo”, dijo.
Unos paneles adyacentes al rectángulo ocupado por los carritos, escritos en ucraniano y en inglés, explicaban que “los chicos se vuelven el objetivo número uno cuando Rusia entra en guerra”. Recordaban que, el 16 de marzo pasado, en un tuit un periodista británico libanés evocaba su experiencia en la terrible y aún inconclusa guerra civil en Siria, en la que Vladimir Putin respaldó a su colega sirio, Bashar al-Assad.
“Espero que los ucranianos aprendan las lecciones que los sirios tuvieron que aprender muy rápido contra los rusos. Nunca revelar las locaciones de los refugios para mujeres y niños, hospitales de campo o filas para comprar pan. Rusia los elegirá como blanco. No revelar las locaciones a las Naciones Unidas. Rusia accederá ellas y las elegirá como blanco”.
“Desafortunadamente, este es un muy alto precio que hemos aprendido”, también se leía en el panel, que evocaba con foto y nombre a los primeros niños asesinados en esta absurda guerra: “Polina, Sofia e Ivan son conocidos en toda Ucrania. Fueron las primeras víctimas de esta guerra”. También denunciaba que fueron un objetivo de los rusos el jardín de infantes de Okhtyrka, en la región de Lugansk, el hospital Okhmadyat de Kiev, el hospital pediátrico y el Teatro Dramático de Mariupol, edificios residenciales, dormitorios, escuelas y autos donde claramente había sido señalado por escrito que allí había “niños”.
“Recordaremos a los niños que no pudieron ser evacuados; recordaremos a la mujer que murió por heridos y su bebé, que tampoco pudo ser salvado; recordaremos a Marianna Podgurska que estaba en la maternidad de Mariupol cuando fue bombardeada y que pocos días después dio a luz a una beba”, también podía leerse.
Muchos de los más de 200.000 refugiados que en las últimas tres semanas, escapando del horror, fueron recibidos en Lviv, en silencio leían los paneles. “Es terrible que maten a los chicos de esta forma”, comentó a LA NACION Natalia, manager de una empresa de alimentos que hace 20 días escapó junto a su hija. “Ahora estamos en la casa de unos conocidos de unos conocidos, pero tengo a mis tres hijos varones que se quedaron en Kiev, que están trabajando como voluntarios, llevando comida a los soldados”, contó. Su viaje hasta Lviv, con lo puesto, como el de todos, fue un calvario: 17 horas paradas en un tren atestado de gente.
“Ojalá esta guerra no dure demasiado porque tenemos muchas ganas de volver a nuestra casa, a nuestra vida normal, confiamos en nuestro ejército y en nuestro presidente y esperamos ganar pronto”, comentó su hija Anja, de 24 años, que trabajaba en la academia de fútbol de la capital.
El mismo concepto transmitió el alcalde de Lviv, que en la conferencia de prensa aseguró, con tonos patrióticos, que “nosotros no tenemos otra alternativa que la victoria”. “Rusia fue, es y será nuestro vecino y Rusia fue, es y será siempre para nosotros un peligro, porque no podemos elegir a nuestros vecinos, no podemos cambiar eso y tenemos que aprender a convivir con el peligro”, dijo.
Como todo el mundo, no ocultó su escepticismo total ante las negociaciones diplomáticas en curso entre delegaciones de las dos partes. “Como decía Bismark, un acuerdo con Rusia vale menos que el pedazo de papel sobre el que se firma”, dijo. E insistió con el concepto de que los ucranianos “debemos estar preparados para defendernos, porque los rusos serán siempre un peligro, siempre, aunque venzamos”.