Un incidente que pareció menor y que involucró a Alejandro Boresztein, sirvió para poner en evidencia la frívola despreocupación con que el Gobierno trata algo tan delicado como el honor y la seguridad jurídica de las personas.
El Gobierno resolvió que perseguir a cada uno de nosotros es lo que mejor que sabe hacer. Y posiblemente, harto de fracasar en todo, se dispone a ejercer esa sabia actividad (la persecución) durante todo el día, a toda hora y a como venga. Total, a cualquiera que le alcance la mano todopoderosa del kirchnerismo, bien merecido lo tendrá. Todos, de alguna manera, debemos ser castigados por no vivir de rodillas ante el “Rey Modelo” cuyo altar, dicho sea de paso, huele cada día más rancio.
Por eso, no importa mucho si desde el poder se “escracha” a la persona equivocada, si se ejecuta la cuenta fiscal errónea o se destruye la honra de alguien que nada tiene que ver con la situación que pretende marcarse. Porque “el voleo” se ha convertido en una profesión que, con entusiasmo digno de mejor causa, ejercen los mediocres creyendo que “pertenecer” al ejército oficial los convierte en personas importantes, dignas de respeto y sobre todo con derechos ilimitados por sobre los demás.
Tenemos mucho de esto en Mar del Plata; y muchos de éstos. Pero lo dejaremos para más adelante, ya que ningún apuro nos empuja. Los compradores de “prestigios robados” estarán, dentro de algún tiempo, en el mismo lugar donde estaban antes. Los únicos que creen que van hacia algún lado son ellos mismos.
Hoy quiero referirme a lo que le ocurrió hace pocos días a Alejandro Borensztein, uno de los hijos del “maestro” Tato. Porque pocas cosas son tan demostrativas de este mundo “al voleo” que ha construido el oficialismo y que utiliza para todo. Cuando todos nos convertimos en sospechosos, cuando se dicta nuestra “culpabilidad” sin siquiera tomarse el trabajo de observar los hechos, cuando cualquier “cagatintas” con un poco de poder siente que tiene derecho a meterse con nosotros y nuestro honor, algo muy grave está pasando. El kirchnerismo encarna la persecución en la Argentina, la mentira (en forma de “relato”), el desprecio por las instituciones y, por supuesto, el rechazo al “otro” como sujeto de cualquier derecho que colisione contra la voluntad o los interesas de la casta gobernante. Y lo ocurrido al talentoso columnista del diario Clarín es un claro ejemplo de ello.
Pero mejor, que nos lo cuente el protagonista: “pequeño comentario final sobre las divertidas cosas que pasan en estos tiempos. La candidata a diputada por el kirchnerismo, segunda en la lista de Filmus/Cabandié y directora del Instituto de Cine, Liliana Mazure, declaró ayer en el portal INFOBAE textualmente: ‘También recibe dinero del subsidio Alejandro Borensztein, que todos los días critica las políticas del gobierno en Clarín’.
¿Es posible que la responsable del otorgamiento de créditos y subsidios para el cine no sepa distinguir entre mi hermano Sebastián, director y autor de ‘La suerte está echada’ y de la multipremiada ‘Un cuento chino’, y yo? ¿De verdad no sabe a quién le otorgan los créditos? ¿No les piden el DNI? ¿No ve cine nacional? ¿Llega tarde y se pierde los títulos, o se va antes cuando están al final de la película? ¿Se habrá distraído con el pochoclo? Jamás estuve involucrado en ninguna película, jamás pedí un crédito o subsidio para ninguno de mis programas de televisión ni me presenté a ningún concurso del INCAA (dicho sea de paso, tendría todo el derecho del mundo a hacerlo, como cualquier otro productor, y no sería ningún mérito del funcionario el hecho de otorgármelo, si así fuera).
Casualmente, y como para que todo sea más entretenido aún, Mazure apareció el mismo día de estas declaraciones fotografiada con una combi ploteada con la imagen de ‘él’ mirando desde el cielo la imagen del Papa Francisco saludando, justamente, a la Presidenta. Me permito sugerirle a la compañera Liliana que cuando vaya manejando la combi de “él, Francisco y ella” (lindo título para una película nacional) por la Avenida 9 de Julio, maldiciendo el Metrobus y rumbo al INCAA, al frenar en un semáforo, agarre el celu, googlee el nombre de las películas de mi hermano y se fije quién es el autor y director. Y de paso, si nos las vio, no se las pierda, están buenísimas. No porque sea mi hermano, pero realmente Seba es un genio. Puede pedirle el DVD a la Presidenta, quien declaró públicamente en una conferencia que dio este año junto a Dilma Rousseff, que es fan de ‘Un cuento chino’.
Parece mentira. Después de casi 30 años en los que mi hermano y yo hemos hecho tantas cosas juntos y tantas cosas separados, ya es hora de que la responsable de las políticas audiovisuales nos vaya conociendo. No entiendo por qué no la llevaron a fotografiase con el Papa.
Dios mío. Pobre Filmus. Más difícil no se la pueden hacer. No se lo merece. Así no va a ganar nunca”.
Increíble, gracioso. Y sobre todo, peligroso. Porque la funcionaria de marras intenta escrachar a una persona (lo que ya sería inaceptable en democracia) pero, por error, escracha a otra. Y eso nos obliga a preguntarnos cuántos argentinos estarán por esta hora pagando precios que no entienden, por el solo hecho de haber sido confundidos con otros.
Como le pasó al hijo de Tato. Y como antes le pasó a aquel oscuro empleado de inmobiliaria que Cristina, “por error”, hizo famoso por televisión acusándolo de ser un siniestro operador del mercado negro. ¿O ya nos olvidamos? Quien es capaz de no respetar la dignidad de un ser humano, es capaz de ignorar la de todos.
Acusemos, persigamos, señalemos, insultemos, amenacemos; y si nos equivocamos, no importa. Cualquier damnificado será siempre menos importante que un integrante del “modelo”. Que, al fin, una cosa son los kirchneristas y otra muy distinta es ese grado menor de la especie humana que se llama, ¿cómo era? Ah, sí, me acordé: los argentinos.