Cuando la pobreza entra al aula, el jardín de infantes no alcanza para equiparar el rendimiento escolar

La relación directa entre la escolarización temprana y mejores performances no siempre se verifica entre los chicos con menos recursos.

Por CARLOS ALTAVISTA

La evaluación Aprender expuso una problemática que excede a las escuelas y que convierte a la “igualdad de oportunidades” en una caja vacía que debe llenarse de contenido de manera urgente. El Observatorio “Argentinos por la Educación” leyó la letra chica de los resultados 2016, la cual dice que “pese a la relación directa que existe, a nivel general, entre escolarización temprana y mejores aprendizajes y performances en primaria y secundaria, esa asociación no siempre se verifica para los chicos de nivel socioeconómico bajo”.
“Entre los chicos más pobres, afectados por múltiples privaciones (alimentación, saneamiento, vivienda, salud, información, estimulación), el jardín de infantes no alcanza a compensar las desigualdades de aprendizaje”, subraya el observatorio.
Por caso, si se toma el desempeño en Lengua de 6º de primaria, entre los chicos de clase baja que fueron al jardín desde los 3 años aprobó menos de la mitad, el 47,6%. Ese porcentaje sube al 67,5% entre los alumnos de clase media y llega al 86% entre los de clase alta.
Otro dato muy llamativo es que en el nivel socioeconómico bajo hay un índice de aprobación mayor entre quienes no fueron al jardín (58,8%) que entre los que asistieron desde los 3 años (47,6%).
Pasando a Matemática en secundaria, donde se registraron los peores resultados de la evaluación en todo el país y en todos los estamentos, entre los adolescentes de clase baja que fueron al jardín de infantes desde la primera sala apenas aprueba el 13,8% frente al 34% en la franja social media y al 39% en la alta.

UN SISTEMA SEGMENTADO

“En la medida en que se generalizó la educación, proceso gradual pero que tuvo tres puntos altos, en los ‘40, ‘60 y ‘90, el sistema no consiguió integrar a todos en la escuela pública”, dijo el pedagogo Mariano Narodowski en diálogo con este diario, y opinó que “la impresión de que los chicos más pobres van a jardines con menor calidad educativa, o que ponen más el acento en la contención que en la integración plena, se ve corroborada por los resultados académicos”.
Defensor a ultranza de la escuela pública, el académico afirmó que “eso continúa en primaria, y en secundaria la inclusión es muy relativa, pues de cada 100 que se inscriben en 1º año egresan 40, y de esos cuarenta, el 65% son adolescentes varones pobres: no hubo inclusión”, enfatizó.
La problemática excede a la escuela y no se puede esperar a que llegue la equidad social plena para actuar, ¿qué se puede hacer en el mientras tanto? “La única salida posible es lo que han hecho otros países de la región, es decir, construir jardines de infantes para todos en los barrios más necesitados, que sean efectivamente escuelas y no guarderías, con docentes muy formados y muy buenos diseños curriculares”, sugirió.
Es lo que no pasa en La Plata, donde la mitad de los niños de entre 3 y 5 años, fundamentalmente de la periferia, no tiene lugar en los jardines públicos existentes (88). Para albergar a toda la población de esa franja etaria se requieren 68 establecimientos más de 4 salas con capacidad para 30 niños cada una (ver nota en página 19).

LA CLASE MEDIA PRIVATIZADA

Volviendo al plano general, vale destacar que, de acuerdo al planteo del profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, al no tener acceso al jardín o al acceder -en muchos casos- a establecimientos de “baja calidad educativa”, los niños más pobres quedan sometidos a una doble segregación, social y cultural. “Es así. Y desde el punto de vista moral, ningún chico debe tener una peor educación que otro. Ellos no son responsables de nada. Por lo que no existe ningún argumento para justificar que accedan a peores condiciones escolares”, puntualizó, y destacó con particular énfasis: “En todos los países la clase media es un factor clave del desarrollo educativo, mientras que los sectores pobres, por poseer menos historia escolar y estar ocupados por otras problemáticas, no exigen a la escuela como lo hace el sector medio. Ahora bien, como en Argentina las capas medias pensaron que solucionaban la educación de sus hijos mudándose al sector privado, ya no protestan por ese tema. No reclaman, salvo a los dueños de los colegios. En otras palabras: ya no hay debate público sobre la educación pública. El debate quedó relegado a gobierno y sindicatos. Y está muy bien que los gremios participen y discutan, pero el problema es que son los únicos. No existe una pata de la sociedad que dé esa pelea”.
¿Por que Narodowski dice que la clase media “cree” que al saltar a los colegios privados halló una solución? “Porque es relativo. La pruebas Aprender muestran un rendimiento levemente superior de los privados sobre los públicos, pero ello no implica que cada colegio privado es mejor”, desafió.
Tras aclarar que la situación a la que se llegó “atraviesa a todas las expresiones políticas”, y advertir seriamente sobre los efectos negativos de la “autosegregación” de los sectores sociales medios para “no mezclarse, algo que es sumamente perjudicial para la cohesión social, el pensamiento plural y la construcción de una identidad nacional democrática”, el pedagogo deslizó que la mudanza de la clase media al sector privado “puede ser, en parte, una respuesta al desinterés de las clases dirigentes por la educación. La educación no está en la agenda de la dirigencia. De ninguna, política, empresarial, sindical, religiosa e intelectual. No hay un debate fuerte y serio”, disparó.
“Lo que hay que hacer es fortalecer la escuela pública. Volver a hacerla atractiva para los todos los sectores”, realzó. No será fácil. En su opinión, hace 30 años que “la educación argentina colapsó. Está paralizada. No va para atrás ni para adelante. Es el único país de la región en el que ocurre esto”, remató.