El hallazgo fue realizado por investigadores del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de San Juan, en la localidad de Marayes, Caucete. Entre los 113 especímenes relevados hay una docena de especies desconocidas.
Un equipo de investigadores sanjuaninos descubrió en el sureste de esa provincia cuyana un “cementerio de dinosaurios”. En este tesoro mundial de la paleontología, ubicado en el departamento de Caucete, hallaron más de 160 ejemplares de hace 210 millones de años, entre ellos 12 especies nuevas. Ya lo llaman “el segundo Ischigualasto” y apenas trabajaron un 3% de su potencial.
En 2012 pudieron dar con unos 50 restos de pequeños animales mordidos y desmembrados, todos juntos, de no más de dos centímetros, con alteraciones químicas, por lo que pudo tratarse de pequeños especímenes que fueron alimento de otros mayores, que luego los defecaron. En mayo de este año retornaron para una segunda campaña y, durante dos semanas, en una zona de 80 metros cuadrados dieron con 113 especímenes. “Encontramos 12 especies nuevas, desconocidas hasta el momento para la ciencia”, aseguró a Tiempo Argentino el jefe del equipo, Ricardo Martínez, titular de la División Paleontología de Vertebrados del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de San Juan. La iniciativa la lleva adelante la UNSJ, y consiguieron un subsidio de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación.
Los descubrimientos datan del Triásico Superior, en una época en la que todo era un solo continente en posición más ecuatorial, de clima semiárido, con alternancias de lluvias y sequías, y abundante vegetación, similar a la sabana africana.
Han encontrado pterodáctilos, tortugas primitivas, dos clases nuevas de mamíferos (reptiles mamiferoides), sauropodomorfos que luego dieron origen a los famosos herbívoros de cuello largo (por ejemplo el Argentinosaurus del Cretásico, en la Patagonia, el más grande que se descubrió hasta el momento). “Conocer este período es muy importante, porque es cuando aparecen los primeros mamíferos, los primeros dinosaurios, las primeras tortugas. Es cuando se producen grandes extinciones y apariciones de nuevos grupos que se asemejan más a la fauna actual, como aves o reptiles”, desarrolló el especialista en paleontología. “De los más sorprendentes que encontramos fueron los dinosaurios terópodos, que dan origen a las aves y a los tiranosaurios de dos patas” agregó Martínez.
Un hallazgo clave fue el de un fósil que pertenece a un reptil volador (pterosaurios), el más antiguo que se conoce en el hemisferio sur y de los primeros vertebrados en conquistar el aire. Sólo se sabía su presencia por la misma época en Groenlandia y en Los Alpes en zonas costeras marinas, aquí en cambio lo encontraron en región continental. “Esto pone en duda cómo se originó el grupo”, dijo Martínez. Y apuntó a otro aspecto “impactante” del yacimiento: pudieron dar con elementos grandes junto a otros diminutos, desde un fémur de un centímetro de animales del tamaño de “una lauchita” hasta el fémur de 50 centímetros de dinosaurios de 7 metros, como el sauropodomorfo.
“La importancia no es haber hallado un bicho nuevo, sino 12 especies nuevas, eso ya te da una fauna. Cada vez que vamos es un mundo nuevo”, expresó Diego, encargado de preparación de materiales del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ. Entre lo recopilado hay cráneos de mamíferos, o mandíbulas con ocho dientes intactos. “Tienen una preservación excelente. Son procesos de fosilización que tuvieron la ventaja de un rápido enterramiento con barro”, acotó. La situación es aún más significativa si se tiene en cuenta que de cada 15 mil animales de aquella época sólo uno se preserva.
El lugar se ubica cerca de la localidad de Marayes, en un ambiente semidesértico rodeado de pequeños cerros y poca vegetación. Por sus condiciones ambientales adversas en verano recién volverán en abril, para lo que serviría una protección del sitio, o su declaración como Reserva.
Ricardo Martínez fue quien dio con el yacimiento en 2001, de manera fortuita. Tenía una finca en la que vendía alfalfa. Un lugareño va a comprarle y en medio de la charla Ricardo le comenta que es paleontólogo. El cliente le cuenta que su hermana, diez años antes, había visto cerca de su pueblo unos huesos blancos en unas “toscas”. Creían que eran de vaca, pero las rocas eran duras.
Ricardo juntó a su equipo y fueron. Año a año aparecían algunas piezas o indicios, hasta que al fin surgió en plenitud este tesoro mundial de dinosaurios.