Hace casi 4 años, a Claudia Gramaglia le amputaron una pierna. Ahora espera que la obra social le entregue una prótesis.
Después de casi 4 años sin poder caminar, Claudia Gramaglia – 52 – sueña con volver a hacerlo. Desea recuperar la vida que tenía antes de sufrir un accidente doméstico por el que se fracturó una pierna que, luego de distintas complicaciones, perdió en parte. “En octubre me amputaron, hice la rehabilitación, pero estoy esperando que IOMA, mi obra social, me entregue la prótesis y se habla de que este año ya no hay fondos”, contó la mujer desde su casa de 141 bis y 58 en Los Hornos. Claudia asegura que la vida puede cambiar en un momento. Un simple traspié puede derivar en un traslado de emergencia a una clínica y eso en una intervención en la que distintos factores se conjugan para que todo se complique. “Sufrí un accidente doméstico, me quebré la tibia y el peroné; eso fue hace 3 años y 7 meses, por mi obra social me llevaron a una clínica y con el correr de los meses me hicieron unas 7 operaciones porque todo fue de mal en peor”, asegura recostada en el sillón de su casa de la que sale en contadas ocasiones y solo para hacer rehabilitación. Reinsertarse en su trabajo y no depender de otras personas para cosas como ir a comprar el pan son algunos de los objetivos que alientan a Claudia, aunque para conseguirlos tenga que perder gran parte de sus fuerzas cumpliendo distintos trámites burocráticos.
“CUMPLI CON CADA ITEM”
“En IOMA pidieron como requisito que hiciera 6 meses de rehabilitación y ya llevo como 10; cumplí cada ítem requerido en el expediente y ayer pasé 4 horas en el noveno piso de la sede central de IOMA para saber si había alguna novedad”, apunta y agrega: “Por lo bajo me dijeron que la obra social ya no tiene presupuesto y quiere auditar la prótesis por lo que costaba el año pasado, o sea un cincuenta por ciento menos”.
La afiliada de IOMA señala que es empleada pública y hasta el momento del accidente se desempeñaba como operadora en psicología social del Poder Judicial. Entre las pocas cosas buenas que le pasaron en este período está la comprensión de sus compañeros y jefes.
De todas maneras, le preocupa que el tiempo pase y se agoten las posibilidades de extender la licencia sin sufrir recortes salariales. Por eso insiste en que quiere conseguir la prótesis de su pierna cuanto antes para poder volver a su trabajo. La mujer también expresa gratitud con los profesionales del Hospital Rossi que la atendieron cuando, según cree, los médicos de la obra social no lograban encausar su situación.
“Después del accidente y durante dos años tuve la pierna a la miseria, sufrí unos dolores que nadie se imagina; me hablaron del Hospital Rossi y a partir de ese momento, aunque se decidió la amputación, comencé a ser atendida con una excelencia que no puedo describir”, asegura. Entre las atenciones, Claudia destaca que los profesionales del área de fisiatría le construyeron una prótesis artesanal para que ella volviera a dar los primeros pasos después de la amputación. La austera prótesis se diseñó con una cavidad de yeso en la que inserta el muñón de su pierna, dos hierros que hacen las veces de extremidades y un sector con un taco de goma que se ajusta hasta tomar la medida adecuada a la altura de Claudia.
Con ese elemento la paciente aprendió a hacer equilibrio y a dar pasos que aunque dubitativos, le dan la pauta de que, de conseguir la prótesis adecuada, puede volver a ganar independencia. “Tenía una vida, trabajaba, iba a caminar al parque San Martín y llevaba una vida social como cualquier persona”, sostiene y agrega que en las actuales condiciones, las muletas le provocaron serias lesiones en las axilas y tiene una tendinitis en los hombros que le impide desplazarse sin dolores.
Según le informaron los médicos, la prótesis adecuada para ella es siliconada y se engancha con pocas maniobras. Su costo es de unos 65 mil pesos. “A un vecino que le ocurrió algo parecido, pero no tiene obra social se la proveyó el Hospital Naval, pero como yo tengo IOMA, solo me queda esperar”, agrega Claudia. Cabe aclararse que la paciente vive sola y depende de la ayuda de su hijo, de vecinos y de algunos amigos para no quedar completamente aislada en el primer piso de su departamento.
María Teresa Canas, la vecina que la asiste en distintas cuestiones domésticas, coincide en que Claudia sufre todo tipo de complicaciones que se podrían solucionar con la prótesis. Si bien se consultó a IOMA por este caso, hasta el cierre de la edición no se emitió ninguna respuesta.