La decisión de Lácteos Vidal se da después de dos meses de protestas; desde la empresa explicaron a LA NACION que la intención es ir recuperando de a poco la actividad con la contratación de nuevos trabajadores.
Después de más de dos meses desde que comenzó el conflicto en la planta de Lácteos Vidal, en la localidad de Moctezuma, Carlos Casares, la empresa decidió despedir a los 29 trabajadores que seguían adheridos al bloqueo. Semanas atrás, la empresa ya había abierto una búsqueda para contratar nuevo personal y “defender” las fuentes de trabajo en el pueblo de 450 habitantes.
“La medida no es solo larga, sino que exhaustiva y desproporcionada a un reclamo que ellos pretendían continuar. Si yo sigo trabajando al ritmo que vengo, los costos fijos me consumen, como en cualquier empresa. Yo no puedo tener una planta parada, me destrozan”, dijo a LA NACION Arturo Díaz, director técnico de la empresa en esa localidad. La decisión, comentó, estuvo motivada para evitar cerrar o fundir la planta donde en épocas normales trabajan alrededor de 46 empleados.
“Tengo que defender los puestos de trabajo y eso conlleva poner la fábrica en marcha, tengo a toda esta gente en conflicto, y necesito mínimamente ir creciendo en producción”, explicó, y comentó que el gremio se ha asegurado de pagarle a los empleados que se adhirieron a la huelga hace 60 días el diferencial del salario por los días que no trabajan. “De esa forma, esa gente no tiene motivaciones de trabajar, si no hubiesen cobrado hubiesen venido a trabajar. Esto dejó de ser una huelga desde el momento en el que gremio les deposita la plata”, sostuvo.
En ese sentido, Díaz agregó que prefiere darle la oportunidad a gente nueva que se ha acercado a pedir trabajo en las últimas semanas desde que abrieron la búsqueda, y que el Ministerio de Trabajo, si bien se contactó no ha solucionado el conflicto. “Hoy tengo la necesidad de poner la elaboración a pleno, nuevamente. Necesito ir de a poco, pero entiendo que la gente que entra [a trabajar] no tiene experiencia, que no está capacitada, pero de a poco lo voy a lograr. Por eso prefiero darle la oportunidad a la gente nueva que me está pidiendo trabajo”, explicó el empresario. En los últimos días, contó, llegaron a trabajar 26 personas, para el lunes prevé que lleguen 30 y recién en un mes podrán recuperar alrededor de 40.
Ante la consulta sobre si la gente de Atilra permanecía en el lugar, explicó que estos siguen en la carpa que está instalada desde mediados de agosto. “Ahí comen asado, juegan al truco, se echan un partido de fútbol a la tarde y a la noche, festejo. Han alquilado casas de apoyo en Moctezuma y en Smith. Están todo el día, por eso, la medida es desproporcionada, muy larga”, narró.
El conflicto se había trasladado en su momento a la fábrica de mozzarella en el barrio de Villa Devoto en Capital Federal, donde después de varios días de bloqueos consiguieron reiniciar las labores con el apoyo del personal de las fuerzas policiales. “La semana pasada vinieron los de Atilra acá, hicieron fiesta con bombos. Para ellos es una salida de campo”, dijo. Además, agregó que cree que la intención del gremio es “desgastarlos”. “Buscan al intendente Daniel Stadnik, para que me llame. Llama entre ocho y nueve veces por día para que yo ceda con categoría, y ahora para que reincorpore 18 de los 29 empleados que despedí”, aseguró.
Por último, Díaz expresó que al gremio no le importan los empleados nuevos que están adentro, y que de las 29 personas que se adhirieron, 26 son empleados y tres son delegados del gremio. “A los tres delegados se les notificó por escribano público, les sigo pagando el sueldo a ellos, pero no pueden ingresar a la planta”, afirmó y aclaró que la intención de la empresa no es achicarse en personal, sino crecer. “No estoy eliminando gente, sino reemplazando. Esta semana tomé 10 y la otra 11. Es decir, saco uno y pongo a otros”, subrayó.
El reclamo es por la recategorización del personal y otras exigencias que hace el gremio, y comenzó originalmente el 18 de julio pasado en la planta de Moctezuma. En ese momento se llegó a una conciliación obligatoria que se respetó por 21 días en ese lugar. Sin embargo, el mes pasado el conflicto derivó en un fuerte bloqueo en la fábrica que tiene la empresa en el barrio porteño de Villa Devoto, en donde provocó un stop parcial de la producción y una huelga enfrente de la fábrica.