Un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, revela que hay una vinculación geoquímica entre nuestro planeta y su satélite natural.
Para llegar a esas conclusiones, el equipo de expertos comandado por el geoquímico argentino Alberto Saal, analizó las muestras de rocas lunares traídas en los años 70 por las misiones Apolo de la NASA. En la investigación también participó Erik Hauri, del Carnegie Institution de Washington, James Van Orman, de la Universidad Case Western Reserve, y Malcolm Rutherford, de la Universidad de Brown.
Desde hace cinco años Saal y su equipo están trabajando en dicho estudio y han analizado las mismas muestras de hace 40 años, pero gracias a la moderna tecnología pudieron notar otros resultados que anteriormente no fueron descubiertos. De esta manera, con este nuevo estudio se sabe que el agua de la Tierra y la Luna tienen el mismo origen.
“Esencialmente lo que nosotros medimos es el hidrógeno. Lo expresamos como agua porque es una de las moléculas más comunes, pero lo importante es la presencia del hidrógeno”, explicó el argentino.
En 2011 este mismo equipo investigó la cantidad de agua presente en las rocas volcánicas lunares, que es similar a la cantidad observada en las rocas volcánicas terrestres.
Otra de las conclusiones que se descubrieron en dicho estudio es que las condritas carbonosas, unos meteoritos primitivos fueron los que trajeron el agua a la Tierra.
Para llegar a este resultado se analizó la lava del interior de la Luna y se observó el isótopo o la “huella digital” del hidrógeno.
“Al medir el isótopo comprobamos que tenía el mismo valor que el del hidrógeno de las condritas carbonosas y no que el de los cometas”, dijo Saal. “Entonces nosotros decimos que el agua que vino a la Luna y a la Tierra tiene el mismo origen, el mismo reservorio, que son las condritas carbonosas”, aclaró.
De acuerdo a la información que maneja Saal, el agua llegó a la Luna antes de los 4.400 millones de años, cuando los planetas aún se estaban formando. “Nuestra explicación es que la Tierra se formó con agua desde el principio”, dijo.
“Después vino un impacto gigante entre la Tierra y otro de estos planetas cuando se estaban formando, cuando ya eran grandes planetas. Durante la colisión todo se funde, hay temperaturas muy altas de 5.000 a 7.000 grados kelvin. Y durante esa colisión se forma una Tierra mayormente fundida”, explicó.
“De los restos del choque, que incluyen pedazos de la Tierra y del planeta que choco con ella, se forma un disco fundido muy, muy caliente, como una nube muy densa. Y ese disco se empieza a agregar para formar la Luna”, explicó.
Y agregó: “Durante este impacto, de alguna forma -no sabemos exactamente como- no todo el hidrógeno se perdió. Se perdió algo -que se evaporó por el calor- pero no todo, y así es como entonces la Luna termina con agua”.
Según el argentino, el interior de la Luna quedó esencialmente fosilizado muy temprano y a medida que la Luna se fue enfriando fue formando una especie de casquete o coraza externa, llamada litosfera.
“Una vez formada esa coraza es muy difícil que cualquier cosa que viniera más tarde pudiera penetrar al interior. De manera que si nosotros vemos una lava del interior de la Luna que trae agua sabemos que esa agua ha estado ahí muy, muy, muy temprano. Probablemente antes de los 4.400 millones de años”, explicó Saal.
“Sabemos que las aguas de la Tierra proceden de las condritas carbonosas. El problema es que no se sabe cuándo llegaron a la Tierra las condritas carbonosas”, añadió.
Hasta alrededor de 2009 se creía que los planetas llamados “terrestres” (aquellos que están entre el Cinturón de Asteroides y el Sol: Marte, Tierra, Venus y Mercurio) se habían formado a partir de materiales totalmente secos y que el agua había llegado después, le comentó a la BBC Mundo el experto.
Se pensaba que estos planetas se habían formado mediante la condensación de la nebulosa solar pero que estaban formados por material sin agua porque, estando tan cerca del Sol, el agua de la nebulosa solar no se podría haber condensado. Es decir, se habría condensado el sólido sin el hidrógeno y el agua habría llegado mucho después, en cometas.
“Según estudios recientes el 98% del agua de la Tierra viene de las condritas carbonosas mientras que sólo el 2% lo hace de los cometas. Nuestra investigación sugiere que a pesar de que haya un gran impacto no se tienen porqué perder los elementos volátiles totalmente”, declaró el geoquímico.