“El barrio está tomado”

La integrante de la Junta Vecinal La Perla, María Ester Vélez, habló esta mañana en la 99.9. Se refirió a las usurpaciones en su barrio, un fenómeno que había cesado momentáneamente pero que ahora ha recrudecido. “Se levantan autos constantemente, hay prostitución, travestis y venta de drogas al menudeo”, indicó. 

La PerlaEl barrio La Perla sigue penando los mismos problemas de siempre. Las usurpaciones, la venta de droga y la prostitución volvieron a ser parte de lo cotidiano, preocupando a todos los vecinos.
Esta mañana en la 99.9, habló de esta situación María Ester Vélez, integrante de la Junta Vecinal del Barrio La Perla. Destacó que la zona “está complicada. Hace un mes tuvimos la suerte en la Junta Vecinal, junto a la Municipalidad, de tapiar el hotel de 3 de febrero entre Salta y Jujuy, donde era constante la usurpación por parte de gente de mal vivir que salía por la madrugada en forma indeseable, alcoholizados, drogados y poniendo en vilo a toda la cuadra”.
Además, aclaró: “nosotros compramos los ladrillos y la Municipalidad puso la mano de obra. La preocupación nuestra tiene que ver con las 15 personas que sacaron ese día, incluidos dos menores, que no sabemos dónde van, si no el problema se va corriendo. Los vecinos estamos en alerta”.
Las personas que toman propiedades en la zona tienen distintos orígenes, pero están muy organizados: “hay una mezcla de gente de acá y gente que viene de otros lugares. Estamos viendo cada día proliferar los trapitos. El otro día contabilicé 3 en una cuadra. No todos los trapitos son gente mala, pero en horas de la tarde y de la noche es tierra de nadie. Se levantan autos constantemente, hay prostitución, travestis. Los vecinos no pueden dormir a la mañana porque se están peleando. Como siempre, también tenemos la venta de droga al menudeo”.
La gente del barrio pretende que alguien tome cartas en el asunto y trate de mejorar la situación: “pedimos intervención a un fiscal o alguien que nos cuide. Hagamos una inspección, un procedimiento o algo; hagamos prevención para evitar daños a los vecinos. Lamentablemente, el barrio está tomado. La gente tiene miedo. Les pedimos que nos informen cuando saben si hay lugares tomados o donde venden droga, pero tienen miedo”.
Los propios vecinos pidieron una reunión con el nuevo comisario de la Primera para que les de una respuesta: “tuvimos una reunión, nos dijeron que habían cerrado algunos privados, que estaban tratando de controlarlo. Hay una situación que nos plantea la Policía y que yo no entiendo. Nos dicen que no es usurpación si solo vienen a dormir a la noche, eso nos lo dijo el comisario anterior”.
Los problemas son múltiples, porque además de convivir con la violencia y la droga, tampoco se pueden ir del lugar: “la gente que quiere vender la casa tiene la propiedad desvalorizada porque tiene casas tomadas alrededor, gente vendiendo droga. Es un tema muy importante”.
También llama poderosamente la atención el nivel de organización que tienen aquellos que delinquen: “trabajan de eso, se pasan los datos. Saben a qué hora entran y salen todos, a qué hora vuelven con el auto, estamos muy mal. Siempre pasa lo mismo, se hace un operativo, se calman las cosas dos meses y después vuelve todo. Tenemos una Municipalidad que nos debe cuidar”, reclamó Vélez.
El hecho de tapiar el edificio anteriormente citado fue un paso importante, pero costó demasiado: “nosotros, en materiales recaudamos 1.000 pesos para comprar material. Llevamos la boleta a Bruzzeta para que ponga la mano de obra. Nos llevó como 5 meses esta charla. Los vecinos, al principio se oponían, porque pagan sus impuestos y no podían creer que no hubiera unos ladrillos para tapiar el edificio”.
Los problemas no terminaron allí, y las repercusiones fueron inmediatas. “Al otro día de haber tapiado, uno de los vecinos fue increpado por una de las personas que vivía ahí, que estaba con dos criaturas. Es gente que vive con velas ahí adentro, después de que tuvimos un principio de incendio en el verano”. Los vecinos de La Perla esperan respuestas y no quieren convivir más con una situación, que de vez en cuando tiene algún parche pero nunca termina de solucionarse.