No son violentos. No llaman la atención. Y mientras los otros cárteles se masacran para controlar las rutas de la droga hacia Estados Unidos, ellos han conquistado los mercados de Europa y Asia.
Según un último y sorprendente informe de la DEA, la agencia antinarcóticos de Estados Unidos, el desconocido cártel mexicano de Los Cuinis es el más rico del mundo. Su secreto: dejar que Sinaloa, Los Zetas, Juárez, el Golfo y demás competidores se masacren por controlar las rutas a Estados Unidos mientras ellos se dedican, lentos pero sin pausa, a conquistar los mercados de la droga de Europa y Asia.
Considerando que España es líder europeo en consumo de cocaína y cannabis, no es osado afirmar que nuestro país es territorio Cuini, un mercado de enorme valor para este cártel. Según la DEA, el líder Abigael González Valencia, el Cuini, realizaba frecuentes visitas a España y sería propietario de varios negocios en La Rambla de Barcelona.
Para su desgracia, el Cuini fue detenido el pasado 28 de febrero por la Marina mexicana en un operativo en Puerto Vallarta, Jalisco. Pensaban que se trataba de un operador financiero del cártel de Sinaloa, pero las autoridades habían cazado sin saberlo al narco más rico del planeta. Tal era el sigilo con que se movía Abigael que su nombre ni siquiera aparecía en la lista de los 122 objetivos prioritarios del Gobierno mexicano. El sambenito criminal lo acarreaba su cuñado y gran aliado Nemesio Oseguera, el Mencho, líder del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y extraoficialmente el capo más buscado desde la captura de Joaquín el Chapo Guzmán.
Lo que al parecer no sabían las autoridades es que el Cuini es el auténtico jefe de toda la estructura y que el Mencho, a pesar de liderar el CNJG, está un escalón por debajo. Consciente del poder absoluto que le otorgaba su anonimato, el Cuini llegó a ofrecer 50 millones de pesos (3 millones de euros) a sus captores por impedir que su rostro apareciera en televisión, según afirman algunas fuentes. No lo logró, ya que su detención fue filtrada antes de poder alcanzar un acuerdo, pero al menos consiguió que el comunicado de la detención emitido por la Marina apenas incluyera 338 asépticas palabras.
“Los Cuinis son los dueños casi absolutos del mercado europeo y asiático de las drogas”, confirmaron investigadores estadounidenses al semanario Proceso. “El Cuini y sus (cinco) hermanos son los narcotraficantes más ricos porque son quienes venden más cocaína y metanfetaminas en Europa, y las autoridades europeas no han logrado confiscarles casi nada de dinero ni de droga. Es decir, sus ganancias se podría decir que son cercanas al 100%”. El único gran golpe que ha sufrido el cártel ocurrió en Japón, cuando le fueron confiscadas más de dos toneladas de metanfetaminas, el alijo más grande jamás interceptado en Asia.
La ascendencia de este clan demuestra que el narcotráfico en México es como la energía: no se destruye, sino que se transforma. La estrategia iniciada hace una década de podar las ramas más altas de los cárteles, llevando con gran fanfarria televisiva a los capos a la cárcel –mientras se dejaba a las raíces de la violencia extenderse por el entramado social con la cooperación de policías y funcionarios locales–, ha provocado que la lucha contra el crimen organizado en México sea hoy un esfuerzo casi inútil. A capo caído, capo puesto. Y cuando un cártel en su conjunto es herido de gravedad, otro cártel rival está listo para tomar su lugar en un bucle incontrolable.
El último ejemplo es el más claro: las fuerzas de autodefensa y el Ejército desterraron a Los Caballeros Templarios de Michoacán en 2014, pero esa victoria sólo sirvió para poner en bandeja el control del territorio al cártel rival, Jalisco Nueva Generación, y a sus grandes socios, Los Cuinis. Hoy, este nuevo gran binomio del crimen controla la región de Tierra Caliente en Michoacán (territorio clave en la producción de marihuana y amapola), además de grandes áreas de Jalisco, donde se encuentran los megalaboratorios de drogas sintéticas. También están a un paso de hacerse con el puerto michoacano de Lázaro Cárdenas, arrebatado por el Gobierno a los Templarios. Es el principal punto de entrada al continente de precursores químicos llegados de Asia (en especial China) y de salida de narcóticos ya procesados rumbo a los mercados asiáticos. Un activo impagable para cualquier red criminal.
“En los últimos años hemos visto una progresiva erosión de los cárteles históricamente poderosos al tiempo que surgían nuevas organizaciones de la droga, como Jalisco Nueva Generación o sus grandes aliados, Los Cuinis”, afirmó John E. Smith, director interino de la DEA, tras la publicación del informe. “Estas dos organizaciones han expandido rápidamente su imperio criminal en años recientes mediante el uso de la violencia y la corrupción. Hoy se encuentran entre las más poderosas de México”, indicó.
Pero la irrupción estelar de Los Cuinis no es fruto de la casualidad. Sería ingenuo pensar que un nuevo clan se ha adueñado de la partida con tanta facilidad en el tablero del crimen más disputado del planeta. El Cuini y su familia atesoran una larga tradición criminal que se remonta a los años 70, cuando en el pueblo michoacano de Aguililla unos hermanos de apellido Valencia decidieron transformar sus campos de aguacates en plantaciones de marihuana. Su olfato empresarial los hizo ricos en pocos años. Esa misma década, un Valencia tomaba en sus manos el bastón de alcalde de Aguililla.
Los Valencia poseían la ambición de las grandes mafias. En los años 80 crearon su propio sello, el cártel del Milenio, que se expandió en los 90 a varios estados del centro y el oeste mexicano gracias, en gran parte, al buen manejo del joven Abigael. El Cuini mamó el negocio desde pequeño, aprendió de los grandes barones de la droga de Sinaloa y aplicó, hasta su reciente detención, los preceptos de la vieja escuela: mentalidad empresarial, discreción absoluta y escaso impacto sobre la población. Las reglas de oro del narcotráfico mexicano hasta que llegaron Los Zetas con sus carnicerías y convirtieron la lucha por el territorio en un infierno para la sociedad.
“No son violentos. No llaman la atención”
Con la llegada del nuevo siglo, Los Cuinis fueron conformando su propia franquicia, tomando el nombre de uno de los hermanos, apodado el Cuino (una forma de llamar al cochino) por su sobrepeso. Mientras, de las cenizas del cártel del Milenio brotaba otra rama, Jalisco Nueva Generación. Cuinis y CJNG se mantuvieron unidos por intereses empresariales y lazos de sangre. Pronto se aliaron con la Federación de Sinaloa, que vio en ellos un gran aporte a su menú criminal: nadie como los Valencia para manejar metanfetaminas y toda la rama de drogas sintéticas. Abigael y sus hermanos jugaban con un as bajo la manga: el empresario mexicano de origen chino Zen Li Ye Ghon, quien en 2003 comenzó a proveer cargamentos de precursores químicos (particularmente efedrina) mediante sus contactos de alto nivel en las estructuras de poder chinas. Esos cargamentos salían principalmente del puerto de Hong Kong y arribaban al puerto de Lázaro Cárdenas. Ya en territorio mexicano, los hermanos Valencia tomaban la mercancía y la transportaban a sus laboratorios en Michoacán y Jalisco.
“El Cuini es un narcotraficante inteligente. Se concentró en asociarse con narcotraficantes y narcoinsurgentes de Colombia y otros países de Sudamérica para vender cocaína y otras drogas en Europa, sin fijarse en Estados Unidos. Eso marcó una gran diferencia en términos de las ganancias que ha obtenido junto a su cuñado, el Mencho”, indicó una fuente de la DEA a Proceso. “Es muy difícil infiltrar a un informante en el mando de Los Cuinis, son muy recelosos y extremadamente cuidadosos. No son violentos, no llaman la atención y son casi impenetrables en su estructura de mando”, añadieron desde la agencia estadounidense.
Inversiones en el sector inmobiliario
El clan es dueño de un sinfín de negocios creados exclusivamente para lavar dinero. Sus principales inversiones se concentran en el sector inmobiliario, de ahí sus propiedades en La Rambla y, probablemente, en otros puntos de Europa. Según el Departamento del Tesoro de EEUU, este clan supera en mucho al cártel de Sinaloa en ganancias netas por el trasiego internacional de narcóticos, amasando cada año cientos de millones de dólares. Aun así, la organización de Joaquín el Chapo Guzmán e Ismael el Mayo Zambada continúa siendo la más poderosa en términos de capacidad militar, influencia política y control sobre los principales corredores de la droga.
Las obsesión de los hermanos Valencia por mantener un perfil bajo se demuestra hoy premonitoria. Hace apenas dos meses, el cártel funcionaba a toda máquina: fuera del radar del Gobierno, dominando mercados y limpiando el territorio de rivales, ya fuera por sus propias acciones (grupos de mata-Zetas en Veracruz, operativos en Guerrero) o por la gracia del Ejército, quien hizo el trabajo sucio de expulsar a Los Caballeros Templarios con la ayuda de las autodefensas, quienes presuntamente habrían recibido armamento y dinero de CJNG.
Sin embargo, hoy Los Cuinis ven cómo su líder Abigael está en la cárcel, asisten al señalamiento de Estados Unidos como el cártel más rico de México y tienen que resistir las brutales embestidas del Gobierno, que ha convertido la guerra contra Jalisco Nueva Generación en su nueva gran prioridad. A los Zetas no les ha ido demasiado bien después de convertirse en blanco de las fuerzas de seguridad. Ahora, el CJNG y Los Cuinis podrían enfrentarse a una suerte similar, más aún después de haber matado a más de 20 policías en el último mes en varias emboscadas en Jalisco.