El desafío de incorporar las redes sociales a la educación

Para aprovechar que los chicos pasan horas conectados, maestros y profesores crean grupos donde encargar tareas o subir apuntes y materiales audiovisuales que complementen lo visto en el aula.

Educación con redes sociales“Puedo recibir una notificación de algo que subió la profesora mientras estoy chateando con mis amigas, y entonces entro a ver de qué se trata”, cuenta Giuliana Compagno, uno de los miembros del grupo de Facebook identificado como “Historia 4 Anunciación”, que toma su nombre de la materia, el curso y el colegio. “Otros profesores nos mandan mails, pero no trabajamos igual porque no es lo mismo”, agrega.
Convertida en un aula virtual, esa página de la red social a la que están suscriptos unos quince millones de argentinos sirve a los alumnos del cuarto año del colegio Anunciación de María, en Belgrano, como ayuda memoria para las fechas de las pruebas o para la tarea pendiente. También, como archivo de apuntes y material bibliográfico, como espacio donde comentar sus dudas a la docente y enriquecerse con las preguntas hechas por sus compañeros.
“Desde el año pasado Facebook se puso de moda y muchas escuelas armaron grupos o abrieron páginas para mantener informados a padres, docentes y alumnos”, explica en diálogo con La Nación Graciela Caldeiro, del Proyecto de Educación y Nuevas Tecnologías de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).  Además de las páginas institucionales, en el último año se multiplicaron las webs creadas y administradas por docentes, sobre todo de materias vinculadas con las ciencias sociales. Agueda Courrèges, profesora de Historia en el colegio Anunciación, decidió incorporar Facebook como herramienta didáctica a partir de la observación de la conducta de los adolescentes.  “Antes de armar el grupo en Facebook usaba el mail para enviarles algún aviso o los apuntes, y ellos estaban contentos porque, si no llegaban a buscarlo a la fotocopiadora, los tenían en la computadora de su casa. Pero eso tuvo su ciclo. Ya a fin del año pasado noté que no abrían tanto los mails y me pedían que les avisara cuando mandaba algo”, cuenta Courrèges.
“Cuando Agueda vino con esta propuesta a principio del año, se lo propusimos también a otras profesoras, pero no quisieron porque les parecía más cómodo el mail o porque no estaban en Face”, dice Giuliana. Su compañera de curso, Milagros Hermitian, valora el aula virtual de Historia: “es una materia difícil para estudiar, porque si bien la profesora explica y escribe en el pizarrón durante la clase, te podés quedar sin anotar alguna información y en ese caso vas al apunte que está en la página y ahí está todo bien”.
Otros docentes optan por abrir blogs con el material y los ejercicios de sus asignaturas. Pero no son tan bien recibidos por los adolescentes. “Para ver lo que hay en un blog tenés que tomar la decisión de entrar; en cambio, en Face te llega la notificación y, aunque no tengas intención de verlo, podés terminar viéndolo igual”, explica Florencia Maqui Wilson, de 17 años y alumna del último año del secundario. Su compañero Juan Manuel Steverlynk agrega: “yo me reolvido de entrar a los blogs. Imaginate, si te olvidas de entrar a ver tu propio mail, mirá si no te vas a olvidar de entrar al blog por una materia. Además, hay blogs que son muy complicados porque tienen mucha información y son complejas las maneras de acceder a ella”.
Otra tendencia de los últimos meses, sobre todo en colegios porteños, es la instalación de una plataforma social educativa para la comunicación entre alumnos y profesores en un entorno cerrado, como es Edmodo. “Optamos por instalar esta plataforma porque nos advirtieron sobre riesgos desde el punto legal, teniendo en cuenta que los menores no pueden ser usuarios de Facebook”, dijo a La Nación el rector de un colegio privado que pidió reserva de su identidad.
Es sabido que las redes fijan una edad mínima que varía según los países, para ser aceptados como usuarios. “Desde el punto de vista legal, ese requisito no tiene importancia. Es una condición que busca deslindar cierto tipo de responsabilidades”, afirma Raúl Martínez Fazzalari, abogado especializado en derecho de nuevas tecnologías. Para el letrado, “no hay riesgos para los menores en los grupos cerrados que son administrados por el docente, sean de una red social o de una institución. Cada red social puede tener pautas, así como las pueden tener los blogs, pero no hay una ley que prohíba ingresar en las redes sociales. Los adultos deben ser responsables de configurar la privacidad. El problema es que muy pocos, entre los adolescentes, pero también entre los adultos, saben cómo funcionan los mecanismos de restricción de las redes.”
Graciela Caldeiro, también docente en un secundario de gestión pública de la ciudad, tiene grupos con sus alumnos organizados en torno a distintos proyectos. Acentúa también la atención que deben poner los adultos en este tipo de herramientas, que en su origen no fueron pensadas con fines didácticos: “las redes son entornos, y en ellos los alumnos son usuarios que hacen uso según sus propias necesidades. Cuando se los invita a una actividad pedagógica, hay que poner ciertas reglas y de esta forma se fuerza a hacer un uso no natural de ese espacio”. La docente se refiere a la dinámica propia de la página de Facebook que prioriza lo último incorporado y al cambio constante de contenidos.
La imposibilidad de verificar la identidad de quién está del otro lado del monitor es vista por algunos docentes como un obstáculo a la interacción docente-alumno a través de las redes sociales. Otros, en cambio, confían en las redes solo como un canal para acercar materiales o adelantar consignas para un trabajo que luego se desarrolla en el aula real.
En los últimos meses, el auge en el uso de otras redes como WhatsApp inquieta también a los docentes “modernos”, como llaman los chicos a los que adoptan las nuevas tecnologías.  “Hace tres meses subía un material y lo veían 25 de los 30 alumnos del curso en el términos de dos días; ahora demoran un poco más. He notado que no están conectados todo el tiempo como hasta hace poco”, señala Courrèges. Esa percepción, que es compartida por Caldeiro, fue también uno de los resultados de un estudio reciente entre unos 800 jóvenes estadounidenses. El Pew Research Center concluyó que, ante la irrupción de los adultos en Facebook, los jóvenes estarían optando por migrar hacia otras redes.
“Facebook es una red social que puede usarse como herramienta para el aprendizaje, pero no se le puede pedir mucho más que eso”, sintetiza Caldeiro. Y agrega: “lo importante es que los docentes estén dispuestos a cambiar y adaptar las herramientas con las que se cuenta”.