El físico argentino Martín Maldovan creó un método en los Estados Unidos que permite controlar el calor generando un ahorro de energía.El argentino Martín Maldovan vive desde hace 12 años en Boston, Estados Unidos, un lugar donde las temperaturas son tan bajas durante el invierno que tornan inservibles cualquier tipo de abrigo. Esto le sirvió para que la preocupación por el uso racional de la energía eléctrica fuera una inspiración. Maldovan ha desarrollado un método que controla el calor y que podría aplicarse en un futuro para la construcción de edificios, automóviles, e incluso, relojes y otros productos.
En síntesis, creó un método que permite desarrollar nuevos materiales, gastar menos electricidad, ahorrar dinero y ser amigable con el medio ambiente. El método fue publicado por el propio físico argentino el 11 de enero pasado en la revista Physical Review Letters. Lo hizo en calidad de investigador asociado del Instituto de Tecnología de Masachusetts (MIT), donde estudia y busca soluciones para las limitaciones energéticas que enfrenta el mundo.
Maldovan se recibió de físico en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para luego comenzar su trabajo en el Centro de Investigación Industrial de Techint, y luego, en el 2000 ganó la beca Rocca lo cual le permitió hacer el doctorado nada menos que en el MIT.
Fue en ese preciso lugar donde encontró su interés por los materiales que pudieran controlar la luz. Entonces realizaría un postdoctorado en la misma universidad, obteniendo el cargo de investigador asociado. Pasó entonces de trabajar en materiales para controlar los sonidos y desde ahí, llegó al calor.
“El sonido y el calor son parecidos: ambos son vibraciones de átomos. Se diferencian en que las vibraciones del sonido son en baja frecuencia, mientras que las vibraciones del calor son de frecuencia alta. Entonces, las diferencias en frecuencia hacen que el sonido se pueda controlar con estructuras hechas a escala del milímetros. En cambio, para controlar el calor, se necesitan estructuras a escala del nanómetro (equivale a una milmillonésima parte de un metro)”, explicó en una entrevista con Clarín.
Teniendo en cuenta esa información, se puso a desarrollar su método cuya patente está en trámite. “Como estuve trabajando con sonidos, pensé que si se hacían estructuras más chicas a escala nanométrica, también se podía controlar el calor. A partir de esta idea, cambié la forma en que el calor se distribuye dentro de materiales sólidos. Ahora no se necesita que las estructuras sean tan chicas para controlar el calor, algo que haría posible que se puedan fabricar con la tecnologia de hoy”, indicó.
Su creación consiste en un nuevo material que permite controlar la transmisión de calor. Su base está hecha de silicio y agregó una aleación con átomos de germanio y nanopartículas. La aleación conforma una película delgada que opera como semiconductor y permite manipular el calor.
Potencialmente, el método tiene muchas aplicaciones, una de ellas es la generación de materiales “termoeléctricos”, que transforman el calor en electricidad. Estos materiales se están desarrollando actualmente para transformar el calor del motor y el escape de los autos en electricidad, por ejemplo. Con esto, se podría ahorrar el 5% del consumo de combustible de un auto. Otro ejemplo pueden ser los relojes de muñeca que usan el calor del cuerpo para dar electricidad y hacer que funcione.
“Para que los materiales termoeléctricos sean eficientes, no tienen que dejar pasar el calor. Por eso, el método que desarrollé puede ser utilizado para disminuir el paso del calor en los termoeléctricos y aumentar su eficiencia”, afirmó Maldovan.
Por otro lado, serviría para mejorar la eficiencia energética en casas y fábricas: “un mejor entendimiento y manera de controlar el calor también es beneficioso para aumentar la eficiencia de los edificios, con menor uso de la calefaccion en invierno o del aire acondicionado en verano”, agregó. El desarrollo de estos materiales contribuye a generar más energía sin la necesidad del petróleo.