Científicos argentinos desarrollan un centro de biología molecular a nivel de excelencia global en Rosario.
En Rosario, funciona una plataforma de biología estructural y metabolómica que permite detectar enfermedades en forma precoz, determinar su evolución en el tiempo y ofrecerle al paciente una terapia a medida con mejores resultados, lo que se llama “medicina personalizada”. Son solo algunas de las muchas ventajas de los equipos con que cuenta el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), que se consiguieron gracias al logro de un grupo de científicos locales que ganó un concurso nacional.
La plataforma del IBR, que marca otro hito en los avances científicos que se están dando en la ciudad, costó 8 millones de pesos, dinero que aportó la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica. El director del IBR, Alejandro Vila, junto a los investigadores Rodolfo Rasia, Daniela Albanesi, Leticia Llarrull y Lautaro Diacovich ganaron un concurso de dicha entidad nacional. El Conicet también apoyó la propuesta e hizo un aporte económico importante.
En diálogo con La Capital, Vila dio detalles sobre trabajos específicos del Instituto.
—¿Cuáles son los servicios que brinda una plataforma de estas características?
—Lo primero que hay que decir es que “Plabem”, la Plataforma de Biología Estructural y Metabolómica, es un convenio asociativo entre Conicet, a través del IBR y la Fundación Instituto Leloir, en Buenos Aires. Estará orientada a prestar servicios de resonancia magnética nuclear (RMN) y cristalografía de rayos X al sector de investigación, productivo y de salud. En particular, la metabolómica se hace utilizando la técnica de RMN.
—¿Qué permite la metabolómica?
—Conocer el estado metabólico de un determinado organismo vivo (un ser humano, una planta, una bacteria) mediante un análisis global de los compuestos químicos presentes en ese organismo. La genómica permite conocer los genes de un organismo y, por ejemplo, descubrir propensiones a determinadas enfermedades. Sin embargo, dos individuos con genomas similares tienen distinta calidad de vida, salud y enfermedad dependiendo del ambiente donde vivan, hábitos y alimentación. La metabolómica permite conocer el impacto del ambiente en un organismo vivo, y así complementa la información genómica.
—En la práctica, ¿puede ofrecer algunos ejemplos de su utilidad?
—La metabolómica en salud, que es el tema que nos ocupa, permite identificar biomarcadores que indiquen el estadío temprano de una enfermedad, su evolución en el tiempo y la respuesta de un paciente a una terapia en particular. En todos los casos, los análisis se hacen en fluidos biológicos, lo que implica exámenes no invasivos. Son ensayos rápidos que permiten un diagnóstico veloz. Incluso, hay hospitales en Europa con equipos de RMN cerca del quirófano que permiten tomar decisiones con exámenes rápidos durante una intervención quirúrgica. En nuestro país no existen estudios de este tipo, por lo cual es importante generar bancos de datos propios para poder comparar con datos en otros países, ya que los tratamientos se basan en información principalmente de población en Estados Unidos o Europa. En Rosario existe un nuevo equipo de RMN dedicado a la plataforma; en paralelo, recursos humanos especializados en la disciplina gracias al contacto que tenemos con el grupo pionero en el desarrollo de la metabolómica en salud, quienes impulsan iniciativas de alcance mundial para comprender el metaboloma humano.
—¿Qué contribuciones hizo ya la metabolómica a nivel mundial?
—La metabolómica se considera aún un campo emergente, que se encuentra en desarrollo. En este sentido, se están llevando adelante esfuerzos como la creación de la base de datos del metaboloma humano (http://www.hmdb.ca/) que contiene al año 2013 información sobre más de 40 mil metabolitos que pueden encontrarse en distintos fluidos biológicos. A pesar de ser una disciplina de desarrollo reciente, varios trabajos destacan su enorme potencial. Un estudio de seguimiento de pacientes en el tiempo, realizado en Harvard, permitió detectar alteraciones metabólicas que preanuncian la aparición de diabetes con 10 años de anticipación. Diversos estudios metabolómicos han permitido desentrañar los detalles de la interacción entre el huésped y la flora intestinal (o microbioma) que resultan en el desarrollo de enfermedades gástricas crónicas.