Camorra, Costa Nostra y ‘Ndrangheta ganan fortunas con la gestión de albergues de refugiados. Los grupos criminales amplían actividades en el Egeo ante la pasividad de Estados europeos.
No ha habido en Europa mayor negocio en 2015 que la crisis de refugiados. Lo saben las mafias de Estambul, que han puesto en marcha el gran éxodo por mar desde sus costas hasta el Egeo, con más de 800.000 personas cruzando en botes de 400 euros, con un beneficio por embarcación de 60.000 euros. Lo saben los funcionarios de Macedonia, que habilitaron un tren para llevar refugiados que incrementó su precio de cinco euros hasta 25 por el mismo trayecto. Y los oportunistas serbios que cobran tres veces más por un billete de autobús a los solicitantes de asilo que a cualquier compatriota. En esa salsa, sólo faltaba por mojar los grupos criminales más importantes de Europa: los italianos Camorra, Cosa Nostra y ‘Ndrangheta.
Como donde los estados no llegan surge la mafia, el pasillo desde Siria, Irak o Afganistán sigue siendo tierra de nadie para el que quiera invertir. Pero el negocio se amplia ahora al alojamiento, medicinas y manutención de los refugiados. Es ahí donde la Cosa Nostra o la Camorra, por ejemplo, están sacando tajada.
Según una investigación del diario ‘Financial Times’ han colonizado los resortes de ayuda que el Estado italiano ha externalizado, como son los albergues y los alimentos. Los fiscales están investigando la conexión entre la mafia y los funcionarios que otorgaron los contratos a los proveedores de estos servicios. “Este es un problema muy extendido. La llegada de solicitantes de asilo se ha convertido en un gran negocio”, dice Gabriella Stramaccioni, que es responsable de la política social en Libera, una organización antimafia. “Creemos que muchos centros están involucrados, en varias ciudades”, añade. El negocio alcanza los 800 millones de euros sólo en Italia.
A veces son los propios mafiosos, con sus embarcaciones, los que han recogido a los inmigrantes, previo pago de cantidades disparatadas, cuando han llegado a playas o acantilados alejados de las ciudades, como es el caso de los barcos del clan Brunetto en Sicilia.
El problema, además, es que la calidad de la atención ha caído en picado en estos centros de Sicilia, Nápoles o la capital, Roma, donde la gestión de los albergues recae, según las autoridades italianas, en el grupo Mafia Capitale. “Se ha relajado la supervisión de los contratos por el volumen de llegadas”, asegura la policía. Las mafias se valían de cooperativas y organizaciones sociales para poder acceder a los lugares de tránsito de inmigrantes y a los contratos de la administración. Ignazio Marino, alcalde de Roma, admite el problema: “Estamos trabajando para restablecer la legalidad y la transparencia. En los últimos años políticos y funcionarios corruptos han aprovechado el drama migratorio”, dijo Marino. “En lugar de servir a los pobres, estos funcionarios hicieron uso de los pobres”.
Pero como todo grupo criminal que se precie, la Cosa Nostra o la Camorra buscan ampliar negocio. Mientras que el Mediterráneo central se ha convertido en una ruta cada vez menos usada por las mafias, ven en el paso del Egeo su gran oportunidad. Ahí los Estados turco y griego también han dejado grietas en el sistema que estos grupos aprovechan. Con su enorme capacidad de movilizar talleres de costura ilegales (la Camorra maneja un gran porcentaje del negocio de las copias ilegales de ropa) se lanzaron a fabricar chalecos salvavidas falsos con materiales de ínfima calidad.
Fuentes jurídicas y humanitarias advierten, desde la isla de Lesbos, que ante la gran demanda de embarcaciones de goma para cruzar el Egeo, estas mafias pusieron en marcha la producción de botes tipo zodiak para poder abastecer a los traficantes turcos. El pasado mes de octubre se alcanzó el récord de más de 100 llegadas de lanchas a la isla de Lesbos en un sólo día.
Según publica ‘Financial Times’, en una llamada telefónica interceptada por la policía italiana a Salvatore Buzzi, un antiguo activista social de izquierda que pasó tiempo en la cárcel por un asesinato en la década de los 90, comentaba: “¿Tiene usted alguna idea de lo mucho que estoy ganando con los inmigrantes? Las drogas son menos rentables”. El montante del negocio es enorme: 170.000 llegados sólo a Italia, un millón de personas si se amplía el foco a toda Europa. Muchas bocas que alimentar.
Por eso otro de los negocios que han puesto en marcha: la venta de botellas de agua y bocadillos, a precio de menú en los Campos Elíseos, en los diferentes pasos de su ruta hacia Europa central. O tarjetas de móviles. O la necesaria ropa de invierno para aquellos que lo perdieron todo en el Egeo. Hay familias que pagaron por abrigos, bufandas y gorros ya usados, vendidos por mafiosos y oportunistas, fuera de los campos de tránsito de inmigrantes, cuando en el interior de esos centros Unicef proporcionaba prendas invernales de forma gratuita y de primera mano.
Las mafias italianas no sólo tienen contacto con los grupos criminales del Egeo, sino con los narcoyihadistas del norte de África, como Mohamed Badawi Hassan Arfa, un conocido traficante con el que comparten el negocio de la cocaína y el tránsito de personas a través del Mediterráneo central.
Según denuncia la policía italiana, estas mafias usan después a algunos hombres inmigrantes como correos de la droga y a las mujeres como prostitutas.