Un grupo de 1.300 investigadores secuenció 2.600 tumores correspondientes a 38 tipos de cáncer.
Develar los secretos del genoma de los tumores cancerosos para mejorar su comprensión y así poder combatirlos: ese es el proyecto titánico al que se abocaron más de mil científicos durante varios años, con la esperanza de lograr un día tratamientos personalizados y eficaces.
Fruto de la colaboración de 1.300 investigadores de cuatro continentes, estos trabajos -los más completos realizados en la materia- se apoyan en la secuenciación del genoma de más de 2.600 tumores, correspondientes a 38 tipos de cáncer.
Los resultados de este programa de investigación llamado Pan-Cancer Project se desgranaron este miércoles en unos 20 artículos publicados en la revista especializada Nature y otras revistas médicas del mismo grupo.
Aunque no tiene aplicación terapéutica concreta a corto plazo, sus enseñanzas teóricas son numerosas: mejor conocimiento de las mutaciones genéticas que provocan la multiplicación de células cancerosas, similitudes a veces sorprendentes entre diferentes tipos de cáncer o extrema variedad de tumores de un individuo a otro.
“Los conocimientos acumulados sobre el origen y la evolución de tumores podría permitir desarrollar nuevos útiles para detectar los cánceres antes, así como (desarrollar) terapias más personalizadas, para tratar a los pacientes más eficazmente”, comenta el doctor Lincoln Stein, uno de los científicos que comandaron el proyecto, en un comunicado del Instituto de Ontario para la Investigación sobre el Cáncer (Canadá).
Una de las lecciones es la gran variedad de genomas de tumores cancerosos, explica otro científico implicado en el proyecto, Peter Campbell, del Wellcome Sanger Institute: “El hallazgo más impactante es la diferencia que puede haber entre el cáncer de un paciente a otro”.
Se debe al gran número de mutaciones genéticas que puede sufrir un tumor, y que a veces pueden depender de factores ligados al modo de vida del paciente, como por ejemplo el tabaquismo.
Otro punto que salió a la luz con el estudio es que el proceso de desarrollo de algunos cánceres puede iniciarse años antes del diagnóstico, a veces incluso en la infancia.
“Esto muestra que la ventana para una intervención precoz es mucho más amplia de lo que se pensaba”, dice Campbell.
Estos trabajos también muestran que desde el punto de vista genético, los cánceres que afectan a diferentes partes del cuerpo pueden tener más puntos en común de lo que se pensaba.
“Por ejemplo, puede haber algunos cánceres de mama y de próstata en los que las mutaciones son similares”, según uno de los científicos, Joachim Weischenfeldt, de la Universidad de Copenhague.
“Esto quiere decir que a un paciente afectado por un cáncer de próstata se le podría administrar el mismo tratamiento que el que se administra habitualmente a una paciente aquejada de un cáncer de mama”, sostiene.
En promedio, cada genoma de tumor contiene 4 a 5 mutaciones susceptibles de haber causado el cáncer, lo que varía fuertemente según el tipo de enfermedad. En el caso del 5% de los tumores, no se pudo identificar ninguna mutación, lo que significa que la investigación en este campo debe continuar.
De manera general, un mejor conocimiento de los cánceres desde el punto de vista genético podría mejorar la localización en los casos en que el diagnóstico es complicado y permitir personalizar más los tratamientos en función de las mutaciones específicas de una u otra enfermedad.
“Si logramos comprender lo que ocurre en nuestros órganos cuando envejecemos, lo que provoca la acumulación de mutaciones genéticas y en qué medida el modo de vida puede hacer inclinar la balanza, podremos contemplar formas de intervención precoces, con el fin de prevenir o ralentizar la emergencia de cánceres difíciles de curar”, dice Campbell.