La lucha racial marcó el 2020 en gran parte del mundo. Mientras que en Estados Unidos moría el afroamericano George Floyd asfixiado por una maniobra de la policía en Minneapolis, en Río de Janeiro fallecía João Pedro, un joven de 14 años, por disparos de la policía. Esto impulsó diversos movimientos que luchan contra el racismo, un flagelo arraigado en una nación que cuenta con un 56 % de población afrodescendiente.
La Policía de Brasil es considerada la más violenta del mundo: 17 veces más ciudadanos negros han muerto en sus manos que en las de la policía estadounidense.
Sobre el final de 2020, semanas después de la muerte de João Pedro, una persona murió por la acción de los guardias de seguridad de un supermercado Carrefour en la ciudad de Porto Alegre, un hecho que generó manifestaciones en los establecimientos de esa cadena, las cuales se tornaron violentas.
“Cada 23 minutos muere un George Floyd aquí en Brasil. Pero si los brasileños reaccionaran con la misma fuerza que los movimientos negros en Estados Unidos, seríamos ejecutados, encarcelados. La represión del Estado aquí es tan fuerte que dificulta la movilización”, dijo Pedro Borges, un periodista que dedica su trabajo a la lucha racial.
Los jóvenes afectados por las injusticias raciales
Gran parte de la población de Brasil desciende de los cuatro millones de africanos que llegaron a la fuerza al continente americano. Sin embargo, muchos de sus niños desconocen que en aquella época su país fue uno de los territorios más esclavistas en América.
En ese país, la enseñanza de la historia y de la cultura afrobrasileña es obligatoria en las escuelas desde 1996. Pero pocas veces es vista en los salones de clase.
Adicionalmente, la división social ha impulsado a los padres de niños afrodescendientes a exigirle más debido a la situación.
“Mi esposo es negro, mi hijo Natan también, y nos sentimos obligados a pedirle que adapte su comportamiento debido al color de su piel. Le pedimos que sea más amable de lo normal. Somos más estrictos con él porque como es negro, tiene que ser irreprochable ante los ojos de la sociedad. No debería ser así, todos somos iguales, sin importar el color de nuestra piel”, dijo Denize Roza de Matos, tía de João Pedro.
Por otro lado, muchos adolescentes denuncian discriminación de parte de la población blanca del país.
“Un día estaba en el parque con mi hermana, mi hermano y mi abuela. Había algunas chicas, blancas, jugando. Así que les pregunté si podíamos jugar con ellas. Nos dijeron: “No, sólo pueden participar los blancos, aquí no hay espacio para los negros”, relató al programa Evelyn, una joven brasileña.
La población se organiza para impulsar cambios en la sociedad
Durante los mandatos presidenciales de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, el tema racial en Brasil fue un importante aliado político. No obstante, la nación considerada como la segunda comunidad negra más grande del mundo, experimenta un retroceso al ser gobernada por un presidente abiertamente racista.
Jair Bolsonaro, actual presidente de la nación, declaró durante la campaña que los descendientes de esclavos “eran inútiles, ni siquiera para procrear” y estableció el lema “mi color es Brasil”.
Sin embargo, la lucha racial en la nación más grande de Sudamérica empieza a ganar terreno y aprovecha cualquier espacio. Durante las elecciones municipales, realizadas en noviembre de 2020, por primera vez la participación de los candidatos negros superó el número de aspirantes blancos.
“El racismo fundó Brasil, tenemos la oportunidad de rehacer la historia con hombres negros, mujeres negras que entren en el poder. Estamos aquí para abrir la posibilidad de superar las desigualdades sociales a partir de los intereses comunes. La entrada de la población negra en la política es una cuestión de vida o muerte”, dijo Renata Souza, diputada del estado de Río de Janeiro y candidata a la alcaldía de la ciudad durante la campaña.
Aunque reconocen que falta mucho por hacer, la consolidación del movimiento antirracista en Brasil ya comienza a ver resultados. Las empresas brasileñas empezaron a mostrar solidaridad con los afrodescendientes y en particular el grupo Carrefour ofreció 100 cargos administrativos para personas negras.