El intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, inventó la “guardia municipal”. Además, consiguió muchas lealtades y es “fan” de la mano dura.
En la mitad de su quinta temporada como todopoderoso cacique de Ezeiza, Alejandro Granados pactó convertirse en el tercer intendente del Conurbano en apostar su fortuna política para manejar el incendiario Ministerio de Seguridad bonaerense.
En La Celia, su majestuosa estancia en Ezeiza, que Daniel Scioli (a veces junto a Diego Maradona) visita asiduamente para jugar futsal y compartir charlas y asados, se tejió su desembarco en la butaca que Ricardo Casal ocupa desde mayo de 2010, cuando se doctoró como “superministro” al fusionar en su puño Seguridad y Justicia.
Ayer, Scioli anunció el desdoblamiento del Ministerio. El Gobernador tomó la decisión hace 15 días, pero la precipitó. Granados, ansioso por dejar su pago chico, dio el OK de inmediato y Casal aceptó el movimiento para volver a Justicia, área que controla desde el 10 de diciembre de 2007, para poner en marcha un paquete potente: la Policía Judicial, la expansión de Casación Penal y, en breve, el sistema de Juicio por Jurados.
El domingo al mediodía, Scioli le notificó a Casal la inminencia del anuncio. A principios de la semana, el jefe de Gabinete Alberto Pérez mandó mensajeros a la Legislatura para testear el quórum por el tratamiento que tendrá durante el miércoles o jueves de la semana próxima el retoque a la Ley de Ministerios, imprescindible para dividir la cartera. Ayer, apenas se difundió la novedad, a pesar de reproches y quejas, la oposición prometió allanar el desdoblamiento.
Cambio de perfil
Luego de las PASO, en las que el FpV cayó por 5,5 puntos frente Sergio Massa, Scioli tomó la decisión de mover su Gabinete. La centralidad del tema de la seguridad en la campaña hizo el resto: aun con elogios a Casal, consideró que el momento político requería otro perfil de ministro y encontró, con su lógica, en Granados al personaje indicado.
“Scioli quiere un Berni, un tipo que se ponga al frente de los operativos, que esté en la calle”, confió, anoche, un sciolista que intervino en el operativo desembarco. Del Intendente, en La Plata destacan que fue uno de los primeros en instrumentar un esquema de seguridad local que ahora se titula Policía Municipal, al montar una Guardia de Seguridad local integrada por ex policías. Y afirman que su distrito registra el índice delictivo más bajo del Conurbano. En Ezeiza, Granados se mueve como un “sheriff”, casi como un pater familias que patrulla en persona las calles del municipio. Ejerce en persona el oficio de policía y hasta protagonizó un tiroteo con tres delincuentes que trataron de asaltar su casa, La Celia.
Ortodoxo, Scioli además le “paga” a la liga de intendentes del PJ de la que Granados es uno de sus cófrades más antiguos, alguien que lee la etapa política y la urgencia en materia delictiva según el lenguaje críptico de los caciques del Conurbano. Fue inventor del modelo de “cuadrículas” de prevención, método que otro ex intendente, Juan José Álvarez, ahora jefe de campaña del massismo, extendió a todo el Cornurbano rabioso en sus días de ministro de Seguridad de Carlos Ruckauf.
El tercer alcalde que se zambulló en la trituradora de Seguridad fue Alberto Descalzo, intendente de Ituzaingó. Cubrió, en medio del vendaval de 2001, la transición entre Ruckauf y Felipe Solá.
La entronización de Granados, que pasó el filtro de la Casa Rosada y en particular de Berni (con quien deberá cohabitar), es otro ensayo del kirchnerismo por recuperar la agenda activa en seguridad que, entre otras medidas, incluyó el envío de cuatro mil gendarmes al Conurbano para reforzar la prevención.