“El país tiene una compulsión a la repetición”

La filósofa y ensayista Diana Cohen Agrest habló esta mañana en la 99.9 sobre la tendencia del sistema judicial argentino a repetirse en varios aspectos negativos, y reiteró su crítica hacia el garantismo que pregona Eugenio Zaffaroni: “lo que se está tratando de hacer en el resto de los fueros es lo mismo que se está haciendo en el Fuero Penal”.

Diana Cohen AgrestEl crimen de Ángeles Rawson dejó expuesta, nuevamente, la intensa criminalidad a la que está sometido el país todos los días. Al momento de reflexionar sobre estas cuestiones, compartió su opinión una de las personas más calificadas es la Filosofa, la ensayista Diana Cohen Agrest; además, víctima de la violencia cuando mataron a su hijo en una entradora.
Esta mañana en la 99.9, destacó que “este país tiene una compulsión a la repetición. Delitos y accidentes hay en todos lados, pero cuando son administrados desde los poderes del Estado con su silencio o con su falta de acción, adquiere ribetes más graves”. Claro que la sociedad no se puede quedar sin buscar la manera de aportar para una solución: “la pregunta es qué podemos hacer nosotros como sociedad ante el silencio de quienes deberían estar al frente de estas cuestiones. No tengo la respuesta, pero debemos preguntarnos esto”. Respecto del caso específico de Ángeles, Agrest resaltó que esto “sigue pasando y debemos abordarlo, es una alarma que se enciende”.
Es difícil trabajar en prevención cuando la justicia actúa después de que el hecho se consuma: “trabajo en un hospital de provincia y cuando los doctores van con una mujer que sufre de violencia doméstica, la policía no le quiere tomar la denuncia porque dice que no hubo violencia importante”. Lo mismo sucede con los violadores que son condenados y luego liberados de manera provisoria, cuando los estudios realizados indican que repetirán su conducta, “un violador es reincidente, no tiene cura”. Por eso también se refirió a los profesionales que certifican la libertad condicional de los violadores: “hablar de rehabilitación es una utopía y esta gente falta por ideoneidad profesional y sentido común. Hay distintos tratamientos, como la castración química, la castración física e incluso los tratamientos cognitivos conductuales que tienen una cierta tasa de éxito, pero pequeña respecto de la cantidad de delitos que se cometen”. Sin embargo, ninguna es una solución, porque el impulso de agredir sexualmente no se puede extirpar: “el problema es que, por más que se los castre, quieren someter a la persona. Y si no tienen su órgano para violar, tomarán un palo y harán daño con eso. Tienen la compulsión de dañar, esto ya se sabe”.
En cuanto a la idea garantista de la justicia impulsada por Eugenio Zaffaroni, Cohen Agrest siempre fue muy crítica: “en Argentina dicen que el castigo no sirve para nada y se suelta a los delincuentes. Ahí se desprecia a la víctima y se re victimiza a la familia. Esto lo ha dejado totalmente de lado nuestro sistema penal”. Tal es el grado de manipulación que se realiza, que se ha llegado hasta a la modificación del vocabulario: “con Zaffaroni se cambiaron hasta las palabras para que sonara todo de otra manera. Hoy no se dice ‘delincuente’ sino ‘prisionizado’”. También se intenta convencer a los argentinos de una coyuntura que impulsa al delincuente a robar y matar: “dicen que la culpa es de la situación, que después es proyectada en un tercero; eso tiene una perversidad enorme. En el caso que me tocó vivir a mí, la culpa no es de la situación, porque nada hubiera pasado si esa persona no entraba con un arma a mi casa. Nada se hubiera producido”.
Esto no es algo que ocurre solo en la justicia penal sino que se traslada a todo el sistema judicial, según lo indicado por la filósofa: “lo que se está tratando de hacer en el resto de los fueros es lo mismo que se está haciendo en el Fuero Penal. Hay una Cámara de Casación intermedia que manda para atrás los fallos que no coinciden con el ideario de Zaffaroni”.
Los ejemplos más claros de cómo funcionan las cosas son exteriorizadas con total impunidad por el propio Zaffaroni, y eso genera aún más impotencia: “en una entrevista que le hicieron le indican que el suyo era un trabajo duro, y él responde que cuando le llega un legajo, lo abre y dice ‘cómo puedo hacer para que éste zafe lo más rápido posible y entonces esta noche me voy a dormir tranquilo’. Nosotros, por una cuestión de conciencia personal para que Zaffaroni pueda dormir tranquilo, estamos sacrificando a nuestros hijos e hijas”.