Los presupuestos expansivos del Gobierno italiano preven un déficit del 2,4 %, tres veces más de lo prometido a Bruselas por el anterior Ejecutivo.
El Gobierno populista italiano asusta a los mercados con su presupuesto expansivo que aumenta gravemente el déficit hasta el 2,4 por 100, incrementando así su estratosférica deuda pública. La Bolsa de Milán cerró ayer jueves con una bajada del 4%, con caídas en picado de los bancos (superiores al 7%), mientras la prima de riesgo ascendía a los 267 puntos (la española cerró en 102 puntos). Frente a estos datos que reflejan la huida de capitales de Italia, por su incertidumbre política y económica, los líderes populistas exultaban pocas horas antes al aprobar en Consejo de Ministros unos presupuestos del Estado que suponen un abierto desafío a las reglas de la Unión Europea. La demagogia de los populistas se resumen en una frase: «Italia ha eliminado la pobreza», decía el líder político del Movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio (32 años), vicepresidente del Gobierno, además de ministro del Trabajo y del Desarrollo Económico.
Antes de la actual crisis, el ministro de Economía, Giovanni Tria, había renegociado con la UE el déficit acordado por el anterior Gobierno de Paolo Gentiloni del 0,8% para poder elevarlo hasta el 1,6. Con reticencias, Bruselas había aceptado ese porcentaje, pero ahora el déficit se ha elevado tres veces el presupuesto prometido por el Gobierno Gentiloni. Esa diferencia supondrá unos 33.000 millones de euros de gasto público, sin que haya ninguna cobertura para financiarlos.
En primer lugar, ese incremento en gasto público irá a pagar la renta de ciudadanía, una especie de subsidio de desempleo de 780 euros para los parados. Se podrán beneficiar seis millones y medio de personas, con un coste inicial de 10.000 millones de euros. La renta de ciudadanía fue la bandera electoral del Movimiento 5 Estrellas. «Cuando se quiere, el dinero se encuentra», manifestó eufórico el líder del M5E, Di Maio.
Si el líder del Movimiento 5 Estrellas daba satisfacción a sus electores del sur, otro tanto hacía con los suyos del norte, el líder de la Liga, Matteo Salvini, vicepresidente y ministro del Interior. Su bandera electoral fue una bajada de impuestos y la reforma de las pensiones. Salvini consigue que se reduzcan los impuestos, en particular a las pequeñas empresas, que pagarán el 15%. Habrá además una condonación fiscal, llamada «paz fiscal», para quien tenga deudas con la Hacienda pública.
Un capítulo importante será la reforma de las pensiones, rebajando la edad de jubilación, con un alto coste para el Estado. La fórmula mágica será la llamada «cuota 100», que contempla la jubilación de los italianos la suma de los años de edad y de contribución alcance 100. Por ejemplo, quien tenga 60 años y 40 años de contribución, puede jubilarse porque alcanza la «cuota 100». Matteo Salvini ha asegurado que 500.000 personas se jubilarán anticipadamente, una medida que el líder de la Liga «vende» subrayando que esos puestos serán ocupados por jóvenes, una afirmación más que discutible.
«Cancelación de la pobreza»
El grave problema de estos presupuestos expansivos es que se incrementará la monstruosa deuda pública italiana de dos billones trescientos mil millones de euros, lo que representa el 132,5% del Producto Interior Bruto.
De fondo, los presupuestos del Gobierno populista italiano se olvidan por completo de aspectos que el país necesita resolver desde hace años: la mejora de los servicios públicos, infraestructuras, la escuela, la situación aún delicada de algún sector bancario o la reforma de la burocracia para atraer inversiones. Ni una palabra en los presupuestos sobre estos puntos.
A la retórica del líder del M5E, Luigi Di Maio, subrayando que para Italia ha sido un «día histórico, porque se ha cancelado la pobreza», le ha respondido el comisario de Asuntos Económicos de la UE, destacando que el aumento de la deuda supone empobrecer a Italia: «Si los italianos continúan endeudándose, aumentará su tipo de interés de los préstamos; cada euro destinado a aumentar la deuda, supone un euro menos para carreteras, para escuelas y para la justicia social».
Está claro que los partidos populistas han aprobado un presupuesto expansivo pensando en las próximas elecciones europeas de mayo 2019, que esperan ganar con gran margen. La oposición ha puesto el grito en el cielo por considerar que el resultado de estos presupuestos supondrá un empobrecimiento del país al aumentar significativamente su deuda. «Se cargan más de 100.000 millones de euros de déficit -en tres años- sobre la espaldas de los jóvenes», grita el secretario del Partido Democrático (PD), Maurizio Martina.
En octubre, se prevé que Moody’s rebaje uno o dos escalones la calificación de la deuda italiana, dejando sus títulos de Estado al borde de los bonos basura. Sería una pésima señal de gran costo para el país, porque Italia necesita que los inversores compren cada año casi 400.000 millones de euros en títulos de Estado, una operación difícil y de mayor coste cuando no hay confianza en la economía de un país.