Así lo indicó la presidenta de ACTIVAAS (Asociación Civil Trabajar Contra la Inseguridad Vial y la Violencia con Acciones Sustentables) en la 99.9. Además, brindó las últimas cifras registradas en el país y el mundo.
Los siniestros viales se han transformado en un problema de salud pública debido a las malas costumbres sociales que derivan en serias consecuencias. En el contexto del Día Internacional de la Seguridad Vial, Ema Cibotti presidenta de ACTIVAAS (Asociación Civil Trabajar Contra la Inseguridad Vial y la Violencia con Acciones Sustentables) habló en la 99.9.
“El problema es la velocidad. Si en algo somos mal resistentes es a la velocidad y es algo cultural. Cuando se revisa la historia de la aparición del automóvil y un tránsito más importante, revisa que hay una sociedad mal acostumbrada que no respeta las normas de tránsito y además anda más rápido de lo normal”, indicó citando incluso ejemplos desde el surgimiento mismo del automóvil.
Claro que a medida que los autos se hicieron más veloces, los problemas se agravaron: “cuando las velocidades eran de 40 o 50 kilómetros no pasaba gran cosa, pero a partir de los años 70 aparecen los velocímetros que llegan a 100 km/h. A partir de ahí, el tránsito empezó a ser un tema grave de salud pública que afecta a todas las sociedades”.
Las últimas cifras disponibles en el país son realmente preocupantes: “en 2018 se dieron a conocer 5.472 víctimas fatales. Es una cifra piso, a veces los datos son duros pero son los registrados que fallecieron al momento del accidente o bien al mes del mismo. También hay que hablar de los lesionados que están por encima de las 97.000 personas; entre ellos hay más de 7.000 que son heridos graves y pueden haber fallecido luego del mes”, advirtió Cibotti.
A nivel global, los números realmente son impresionantes: “en el mundo hay por año una estimación de 1.350.000 víctimas mortales y los lesionados para 2018 está en 50 millones. Estamos hablando de una pandemia”.
En ese sentido, destacó que una de las grandes influencias en la gente son las publicidades donde se muestran autos muy veloces que luego no pueden utilizarse en ciudades de la misma manera que en las propagandas: “hay una suerte de publicidad engañosa vendiendo autos que andan a 200 kilómetros cuando en ninguna ruta del mundo se puede andar a más de 130 kilómetros”, finalizó.