Un estudio realizado sobre varios países de América Latina indica que, según la percepción de los propios pacientes, el 77% cree que puede manejar su asma. Esta certeza suele generar episodios profundos de crisis respiratorias que podrían evitarse.
La mayoría de las personas que padecen asma dice tener su afección bajo control, pero la realidad parece distinta. La llegada del otoño hace que los síntomas se hagan más evidentes. Pero más allá de algunas variables estacionales, el asma es una enfermedad crónica que, para mantenerla controlada, exige un seguimiento continuo que muchos no hacen. Mientras tanto, se conforman con despedirse de manera momentánea y cíclica de los síntomas.
En el largo plazo, esa conducta puede empeorar la calidad de vida. Y a nivel social, redunda en recursos que podrían emplearse mejor con sólo seguir un tratamiento más adecuado.
El origen del asma está en la inflamación de los conductos por los que circula el aire dentro de los pulmones. El 77% de la población afectada en nuestro país cree que la controla, pero sólo el 5% efectivamente lo logra, según el criterio de la Iniciativa Global para el Asma.
Estos números surgen de un estudio, el Asthma Insights and Management, que se realiza sobre 2.169 pacientes, adultos y padres de adolescentes con asma de cinco países de América Latina, entre los cuales se encuentra Argentina. A partir de este relevamiento, se estima que hay cuatro millones de afectados. En nuestro país el trabajo estuvo a cargo de la Fundación CIDEA, especializada en enfermedades respiratorias.
Sobre el contraste planteado entre la realidad y lo que perciben los pacientes, el neumonólogo Daniel Colodenco, ex presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, señaló que “uno les pregunta cómo se sienten y responden que están bien. Pero a medida que indaga más, se cae en la cuenta de que no salen a caminar o resignan la actividad física debido al asma.En realidad, no están tan bien como dicen”.
De los consultados, el 42% admitió que los síntomas limitan sus actividades cotidianas y el 65% reconoció que afectan su capacidad para hacer deportes y otras actividades recreativas. “El problema son las bajas expectativas de mejora y la falta de un control adecuado por parte de los pacientes”, remarcó Colodenco. El especialista, además, subrayó que de las 164 internaciones por asma tratadas el año pasado en el Hospital “María Ferrer”, el 75% podría haberse evitado.
“No hay que guiarse por el síntoma y creer que cuando el broncoespasmo desaparece, por el uso de un broncodilatador, ya está solucionado. La cuestión de fondo, la inflamación, sigue estando”, destacó el médico Hugo Neffen, jefe de la Unidad de Medicina Respiratoria del Hospital de Niños Orlando Alassia, de Santa Fe. “El subdiagnóstico de la enfermedad y los tratamientos no adecuados a las guías internacionales contribuyen a la falta de control”, agregó.
Obviamente que en este panorama, los más complicados son aquellos que sufren de asma sin saberlo. Fundaler lleva adelante desde hace una década un programa de detección temprana de la enfermedad: “la hipótesis higiénica es la más aceptada en cuanto a las causas de este incremento”, dijo el doctor Wenceslao de la Vega, vicepresidente de la entidad. “La falta de contacto en los primeros años de la vida con las bacterias que nos rodean, por el uso indebido y exagerado de los antibióticos y la higiene de los hogares, provocaría un cambio en el sistema inmunológico que favorecería la aparición de las enfermedades alérgicas”, explicó.
El asma se caracteriza por episodios agudos que se manifiestan con sibilancias (emisión de silbidos al respirar), sensación de presión en el pecho, dificultad para respirar y tos. Entre las consecuencias del asma mal tratado está la baja productividad y el ausentismo laboral y escolar. El estudio anteriormente mencionado remarca que un 45% de los adolescentes perdió días de clase por los síntomas. “Es una enfermedad crónica. Así como el hipertenso debe acostumbrarse a las pastillas para controlar su presión, lo mismo debe ocurrir con el que padece asma bronquial”, recomendó el doctor Jorge Máspero, director médico de CIDEA y coordinador del trabajo. “Se trata de educar al paciente y no de un problema de acceso a los medicamentos y tratamientos” agregó, al tiempo que coincidió con Colodenco en que la terapéutica existente hoy en día es amplia y eficaz para mantener bajo control la enfermedad.