Cuando parece que ciertas cosas ya no pueden pasar, pasan. Los chicos del barrio Quebradas de Peralta Ramos deben caminar un mínimo de 30 cuadras cada día para llegar al colegio. Pablo Álvarez, vecino de la zona, reclamó esta mañana en la 99.9 que el colectivo llegue hasta el barrio para que los chicos no tengan que caminar solos.
Los barrios de nuestra ciudad sufren diferentes problemáticas, generalmente emparentadas con la inseguridad. Algunos tienen otro tipo de inconvenientes que pueden ser solucionados de una manera mucho más sencilla, pero nadie se pone a disposición de los vecinos.
Esto es lo que pasa en el barrio Quebradas de Peralta Ramos, en el sudoeste de la ciudad, donde los chicos tienen que caminar 30 cuadras para llegar al colegio. Pablo Álvarez, vecino de la zona, habló esta mañana en la 99.9 y destacó que “hace cinco años, cuando dejé la presidencia de la Sociedad de Fomento, ya había iniciado como gestión el ingreso de un colectivo para que los chicos dejen de caminar 30 cuadras para llegar hasta la línea 511 que los lleva a cualquiera de las dos escuelas del lugar, la 44 de Antártida Argentina o la 40 de Acantilados”.
Lo que piden es que el colectivo circule por allí para que los chicos no tengan que caminar: “nunca intentamos cortar rutas ni llamar la atención de una forma que sea perjudicial. Queremos que los chicos tengan la posibilidad de subir a un colectivo. Estas cosas tendrían que estar mínimamente solucionadas, no sé si por parte del Consejo escolar o el Concejo Deliberante. Hemos hablado con cuanto funcionario pudimos, exponiendo el tema de una manera cruda, pero no pasó nada”.
A pesar del paso del tiempo, los chicos siguen padeciendo la desidia de las autoridades: “son chicos de 8 a 12 años que tienen que levantarse dos horas antes para ir a estudiar. Hay un rondín del 511 que circuló por el barrio pero un día, de la noche a la mañana, dejó de circular sin dar explicaciones. Estos chicos crecieron, ya terminaron la escuela, pero el ciclo de la vida continúa”.
En la zona se producido una importante deserción escolar, en gran parte por las dificultades de aguantar todo el año en esas condiciones para ir a estudiar. “Hay casos puntuales de chicos que tuvieron que rendir libre por la deserción escolar. Por más amor que le pongan a la escuela, tienen que salir solos a las 7 de la mañana a esperar un colectivo que por ahí no pasa. Hay 7 kilómetros de distancia entre nuestro barrio y la escuela y los centros de salud”, destacó Álvarez. “Es un barrio que no tiene pocos años. La gente que vive aquí tiene el derecho de poder llegar al colegio”, agregó.
Cuando estuvo a su alcance, el propio Pablo colaboró para solucionar el problema: “en algún momento, hace 15 años yo tenía un colectivo y llevaba a los chicos. Pero ese colectivo dejó de andar en 1991 y nunca más entró un colectivo acá”.
Lamentablemente, no recibieron respuesta, a pesar de los constantes pedidos y de la presentación de un proyecto ante los concejales, representantes del pueblo: “el Consejo Escolar no ha hecho nada, el Concejo Deliberante lo está tratando en comisiones internas y ha pasado por todos los despachos para que un colectivo acceda aunque sea 14 cuadras más para achicarnos algo. Pasa el tiempo y no sabemos cómo llamar la atención de los dirigentes”.