En 2022 hubo cerca de 59.000 víctimas entre muertos y heridos por arma de fuego: uno cada menos de 10 minutos durante todo el año.
El pasado 14 de enero, un hombre de 41 años se entregó a la policía de Cleveland, Ohio, tras asesinar a cuatro personas en una casa. Tres días más tarde, todos los miembros de una familia fueron asesinados —entre los que se encontraban un bebé de 6 meses, su madre de 17 años y una mujer de 72— en Goshen, California. Cinco días después, en la celebración del año nuevo chino, otro hombre, de 72, acabó con la vida de 12 personas en Monterrey Park, también en California. No solo esta ha sido una semana negra en EE.UU., sino que este mes se ha convertido ya —a falta de recontar los últimos cinco días— en el arranque de año con más muertos y heridos en tiroteos masivos de la última década en el país.
Así lo demuestran los datos de la Gun Violence Archive, un grupo de investigación y recopilación de datos independiente que monitoriza los incidentes en los que están implicados armas de fuego. Este ente recopila cifras de forma diaria de más de 7.500 fuentes policiales, medios de comunicación, fuentes gubernamentales y comerciales.
Con las cifras cerradas hasta el 26 de enero, en las primeras cuatro semanas de año se han producido 41 tiroteos masivos, en los que han muerto al menos 74 personas y han resultado heridas de diversa consideración 169.
Nunca antes se habían producido cifras tan elevadas en el primer mes de año. Hasta antes de la pandemia y desde 2014, cada año se producían de media en el país 22 tiroteos masivos, un 90% menos que los de este año. Hasta ahora, el enero de 2019 era el más sangriento: 45 personas fallecieron y 86 resultaron heridas en 27 matanzas.
Este 2023, sin embargo, las cifras de eventos, muertos y heridos casi se han duplicado. Ya el cuarto día del año, ocho miembros de una familia, cinco de ellos niños, fueron encontrados muertos por heridas de bala en una casa en Cedar City, en Utah. Solo en esos cuatro días fallecieron 15 personas en distintos tiroteos por todo el país.
Cerca de un tercio de las víctimas mortales han tenido lugar en cinco tiroteos en California —provocando solo en ese estado 27 muertos—. Lejos están, con ocho fallecidos, Carolina del Norte y Utah.
El debate sobre el control de armas de fuego es una herida abierta y sin cura posible en EE.UU. Solo en 2022 hubo cerca de 59.000 víctimas —entre muertos y heridos—, sin contar los poco más de 24.000 suicidios registrados por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades estadounidenses (CDC). Esta cifra significa que en todo el país son heridas o fallecen más de 160 personas al día. O lo que es lo mismo, casi siete por hora o una cada menos de 10 minutos.
Esta lacra afecta a toda la sociedad y en todos sus estratos, pero las que más sacuden a la ciudadanía son las que involucran a menores. Ahí la cifra también es alarmante: solo en los primeros 26 días de año han resultado muertos o heridos 418 menores de 17 años. Esta cifra representa un 85% más de la que era en 2019, aunque ha ido aumentando desde entonces, año tras año. En 2022 se registraron solo en enero 389 heridos o muertos de menos de 17 años, cerca de un 8% menos que este año.
El primer día de este 2023, tres niños de 0 a 11 años y seis menores de entre 12 y 17 murieron en EE.UU. por armas de fuego. Tres días más tarde murieron a tiros cinco niños de menos de 11 años y ocho de menos de 17. En solo cuatro días perdieron la vida 31 menores y resultaron heridos por arma de fuego 70.
En junio de 2022, decenas de miles de ciudadanos se movilizaron en más de 400 manifestaciones en Estados Unidos para reclamar que los legisladores aprueben leyes sobre el control de armas y así mitigar la violencia armada. Son concentraciones y reclamaciones que se suceden de forma periódica. Todas acaban en el mismo saco roto del cálculo político presionado por el control de los lobbies.