El neurólogo y psiquiatra habló en la 99.9 acerca del uso excesivo de psicofármacos que tienen una fuerte incidencia en la salud mental de las personas.
El consumo de psicofármacos se ha incrementado en todo el mundo y particularmente en nuestro país se está llegando a récords históricos que no resultan una buena noticia teniendo en cuenta el efecto que tienen en la salud mental de las personas.
El neurólogo y psiquiatra Enrique De Rosa habló en la 99.9 sobre este consumo desmedido y lo situó desde distintos aspectos para formar un combo peligroso: “es una especie de pirámide que tiene distintas instancias. La base es la autoadministración, es decir gente que consigue ansiolíticos o antidepresivos sin receta ni nada; posteriormente están las personas que van a un médico general o a un odontólogo por ejemplo y les recetan ansiolíticos. Es muy frecuente, está instalado en médicos que no son de la especialidad el uso como si fuese una aspirina, es muy habitual. La pata que nos está faltando es el diagnóstico. En la actualidad, hasta profesionales de las especialidades dan psicofármacos de manera un poco anárquica”.
Cuando una persona consume este tipo de sustancias sin tener una patología concreta detectada, se vincula con la necesidad inmediata de suprimir alguna de las condiciones que nos hacen humanos: “hay que empezar a hablar de que es una cuestión ligada a la condición humana, que es lo que hace que una persona transforme su malestar inmediatamente en una búsqueda urgente de una solución rápida. Se genera una sociedad que al mínimo dolor, busca una respuesta inmediata. Se instaló la idea de que el dolor debe ser combatido de cualquier manera, de la misma forma se maneja el malestar o las simples emociones que son respuestas humanas. Eso no se lo toma como un tema adictivo cuando ciertamente lo es”.
El consumo de psicofármacos también tiene un efecto en otras actividades de la vida, porque su efecto se extiende en el tiempo: “hay que entender el fenómeno del consumo como parte de una enorme red que tiene que ver luego, por ejemplo, con la accidentología vial y otra cantidad de cosas. Esto de la vanalización del consumo, es realmente muy grave. Nos hemos transformado en sociedades de pastillas, antes esto no era habitual y hoy no hay persona que no esté consumiendo al menos un ansiolítico”.
Desde su trabajo ha intentado que esas mismas personas que deben volcarse al consumo de estos medicamentos porque no pueden conciliar el sueño, puedan elegir la salida más larga y sana: “cuando uno le propone a la gente soluciones un poco más costosas en cuanto esfuerzo pero más sanas; no les gusta y eventualmente abandona la idea. El gran problema es que somos una sociedad que quiere todo de manera inmediata y huye del malestar psicológico, el malestar existencial”, concluyó.