En diálogo exclusivo con Apertura, Jay Newman, número uno de inversiones del fondo en conflicto con el Estado argentino, asegura que “siempre hay margen para negociar”. Y aclara: “hay tiempo para alcanzar un acuerdo”.
Elliott Managament Corporation, el hedge-fund cuyo reclamo avaló la Corte Suprema de los Estados Unidos, declaró hace instantes que, con la decisión difundida, hoy está todo dicho. “El máximo tribunal del país ha hablado. Ahora, es tiempo para la Argentina de honrar sus compromisos con sus acreedores, que beneficiarían tanto a la Argentina como a sus estándares internacionales”, indicaron a Apertura voceros de NML, el fondo en el cual Elliott posee los bonos argentinos en default.
La Corte Suprema de los EE.UU. rechazó la apelación que el Gobierno argentino había presentado, tras el fallo de instancias anteriores que establecía que, al realizar los pagos de la reestructuración de deuda cerrada en 2005, incumple con aquellos que aún están en manos de los hold-outs. Mientras tanto, en el último número de Apertura, habla Jay Newman: “dejar esto atrás es bueno para todos. Excepto, para los abogados”. Newman, número uno de inversiones de Elliott, el fondo que le ganó a la Argentina en la Corte Suprema de los Estados Unidos, aseguró que después del fallo reciente empieza la instancia real de negociación entre el país y la firma, poseedora de cerca de US$ 1.000 millones de bonos en default.
“Siempre hay margen para negociar”, sostiene, en una entrevista exclusiva, publicada en la edición aniversario de la revista, que saldrá esta noche a los kioscos. En la nota, Newman –mano derecha de Paul Singer, billonario fundador de la firma– se manifiesta sorprendido de la actitud que tuvo el Gobierno argentino durante la década. “Nunca quiso negociar con nosotros. Esto pudo haberse resuelto en meses, y no en años y años”, señala. “Esto debería estar cerrado antes de que el actual gobierno se vaya”, agrega, al tiempo que se muestra dispuesto a la negociación.
“No pedimos que el país pague una deuda si no puede hacerlo”, asevera. “Si el Gobierno viniera y nos dijera: ‘podemos pagar parte en cash, parte en bonos’, entonces sería el inicio de una buena conversación”, afirma.
“Todavía hay mucho tiempo para alcanzar un acuerdo. De hecho, un convenio negociado con los tenedores de los bonos en default es la mejor manera de que esta disputa puede resolverse. Se dio demasiada importancia al caso que llegó a la Corte. Pero cualquiera hubiera sido la decisión, la Argentina tendrá que elegir, de inmediato, cómo quiere definir el asunto. Tendrá que negociar, eventualmente, una solución”, anticipa, en relación al día después del rechazo de la Corte a la apelación que presentó el Gobierno Argentino.
NML, fondo de Elliot que tiene cerca de US$ 1.000 millones de bonos en default, inició el juicio contra el Estado argentino en los tribunales de Nueva York. En instancias anteriores, la Justicia estadounidense ya había decidido que, al realizar pagos a otros acreedores (los que entraron en el canje de deuda propuesto en 2003), la Argentina incumplía con sus compromisos originales. Esto es lo que la Corte ratificó.
Con relación a las propuestas, Newman asegura que, durante una década, solo hubo contactos informales con funcionarios argentinos quienes, de entrada, le dijeron que estas conversaciones no eran negociaciones. “El Gobierno rechazó la idea de dialogar con un comité de acreedores y, a cambio, hizo una oferta multilateral, take-it-or-leave-it, respaldada con amenazas de repudiar sus obligaciones con aquellos que declinaran el deal”, describe. “Nos plantamos por nuestros derechos contractuales y pedimos negociaciones justas, en vez de acuerdos ‘tómalo o déjalo’”, agrega. Y rechaza el apelativo de “buitre” que, desde la Argentina, se le puso a su firma: “esas caricaturas no son precisas. Nuestra firma gestiona dinero de fondos de pensión, fundaciones de caridad, universidades, hospitales y otras instituciones. Tenemos una tarea fiduciaria con ellos: hacer todo lo posible para proteger sus inversiones. Lo de ‘buitre’ es, simplemente, una etiqueta vil para promover un relato particularmente distorsivo sobre los mercados”.