La decisión refleja el viraje de priorizar la seguridad frente al desarrollo democrático.
Estados Unidos consumó este martes el viraje de su relación con Egipto al anunciar el desbloqueo de la entrega de aviones de combate, misiles y tanques al régimen de Abdelfatá al Sisi. La Administración de Barack Obama congeló ese equipamiento militar en octubre de 2013 como castigo por la represión tras el golpe de Estado, encabezado por el general Al Sisi, que derrocó al primer presidente elegido democráticamente en Egipto.
Un año y medio después, la realpolitik se impone y se afianza el retorno al tipo de relación que había hasta la caída en 2011 de Hosni Mubarak durante las revueltas de la Primavera Árabe: EE UU quiere garantizar la seguridad del país árabe más poblado en un momento de creciente inestabilidad en Oriente Próximo por la amenaza yihadista y las tensiones sectarias, y para ello desvincula la ayuda militar de la mejora democrática y de derechos humanos en Egipto.
En los últimos meses, Washington ya había anunciado el desbloqueo de parte de la ayuda económica con fines militares y de diez helicópteros Apache. Y Obama y su secretario de Estado, John Kerry, se habían reunido con Al Sisi, lo que se interpretó como un espaldarazo al régimen. Durante el golpe de Estado de julio de 2013 contra el Gobierno del islamista Mohamed Morsi, Al Sisi era el comandante en jefe del Ejército y ministro de Defensa.
El presidente estadounidense le comunicó la decisión este martes por teléfono a su homólogo egipcio, que había estado presionando para lograr la entrega del equipamiento militar al advertir del riesgo de “colapso” de su país. Y le anunció que seguirá pidiendo autorización al Congreso para conceder anualmente a Egipto 1.300 millones de dólares en asistencia militar, que también quedó parcialmente suspendida tras el golpe de Estado.
Washington concede ayuda militar a El Cairo desde los acuerdos de Camp David de 1978, que derivaron al año siguiente en un tratado de paz entre Egipto e Israel. EE UU la ha usado como un modo de garantizar la seguridad y estabilidad de un país estratégico en el inestable tablero de Oriente Medio y de granjearse una posición de influencia.
Al renovar la ayuda económica a finales del año pasado, el Congreso permitió a la Casa Blanca que la concesión dejara de depender de que El Cairo tome medidas a favor de los derechos humanos y la democracia para justificarse únicamente en el interés de seguridad nacional de EE UU.
La Casa Blanca anunció este martes que, con la nueva ayuda, no emitirá ninguna certificación de que Egipto avanza hacia un sistema más democrático. En la llamada, Obama le reiteró a Al Sisi la “preocupación” de EE UU por los encarcelamientos masivos de opositores. “Le alentó a un mayor respeto a la libertad de expresión y de reunión, y enfatizó que EE UU sigue centrado en esos asuntos”, según un comunicado presidencial. Uno de los motivos esgrimidos en octubre de 2013 era que el bloqueo de la asistencia militar pretendía acelerar la transición democrática egipcia.
En paralelo a la entrega de 12 cazas F-16, 20 misiles Harpoon y 125 tanques Abrams, Washington anunció un cambio del sistema de concesión de ayuda. A partir del año fiscal 2018, no permitirá que El Cairo use créditos en sus compras de material militar estadounidense, y las limitará a cuatro ámbitos: lucha antiterrorista y seguridad fronteriza, marítima y en la península del Sinaí.
El objetivo de EE UU es tener “más flexibilidad” y “adaptar” la asistencia a las condiciones sobre el terreno, según un comunicado del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Y garantizar que los fondos se usan para objetivos compartidos, “incluyendo un Egipto seguro y estable, y la derrota de organizaciones terroristas”. Es decir, Washington gana más control ante hipotéticas tensiones futuras con El Cairo y garantiza que la ayuda no se emplee contra grupos opositores.
Obama destacó la “alianza estratégica” con Egipto y también abordó con Al Sisi la situación en Libia y Yemen. Washington y El Cairo comparten su preocupación por el auge del grupo yihadista suní Estado Islámico (EI) y apoyan la campaña aérea lanzada por Arabia Saudí en Yemen ante el avance de los rebeldes chiíes Huthi, respaldados por Irán.
Egipto ha atacado posiciones de grupos afiliados al EI en Libia y la península del Sinaí. Y está detrás del principio de acuerdo de la Liga Árabe, anunciado el domingo, sobre la creación de una fuerza militar conjunta para afrontar amenazas terroristas. El anuncio llega en un momento de creciente recelo de los países suníes ante lo que perciben como una creciente influencia del chií Irán en la región y que temen puede aumentar si llega a un acuerdo con EE UU y otras cinco potencias sobre su programa nuclear.