El especialista en adicciones se refirió a la falta de acompañamiento del estado ante la aparición de personas con problemas de drogas en la calle como pasó recientemente en San Clemente del Tuyú con Alejandro Martínez que luego apareció muerto en una comisaría.
El caso de Alejandro Martínez, hombre que murió en una comisaría de San Clemente del Tuyú volvió a poner en el centro de la escena la forma en la que la Ley de Salud Mental deja desamparadas a personas que necesitan de asistencia. Según se precisó, en las últimas semanas lo habían encontrado en tres oportunidades en la calle, una de ellas muy drogado y no recibió esa ayuda que podía dar el estado.
El especialista en adicciones, Esteban Wood se refirió al tema a través de la 99.9 señalando que en este caso hay “un patrón de similitud con otros casos como el de Chano o Pity Álvarez. Se ha quedado todo en una ley de escritorio, una ley ideológica que tiene una militancia muy activa por parte de un montón de grupos referente al enfoque de derechos como si los que trabajamos en el tema adicciones, no lo hiciéramos desde el enfoque de los derechos de salud”.
Queriendo luchar por ciertos derechos, para Wood se está dejando de lado otros que son igual de importantes: “en esta idea de restitución de derechos, se han llevado puesto otros derechos como el básico a la salud de las personas que están con un problema de adicciones. Todavía falta mucho entre lo que proponía el estado inicialmente dotándolo de un presupuesto acorde. Hay una obligación del estado de atender a las personas con problemas de salud mental y consumo problemático en los hospitales públicos y la distancia que tenemos en la formación de recursos humanos para estos temas. El personal hospitalario no sabe como encarar estas cuestiones”.
Tampoco las fuerzas de seguridad que son las primeras en actuar, tienen información como para abordar distintos desórdenes de este tipo: “hay una falta de capacitación para los policías que intervienen. Si uno hace alguna sujeción mecánica para contener un brote psicótico no está incurriendo en una tortura. Parece que si uno le pone un chaleco o lo toma de una manera violenta para frenarlo, es una tortura”.
No es algo nuevo esta forma de abordar el tema, porque se ha estado haciendo un trabajo durante años para hacer creer que el consumo de drogas es inocuo e incluso que las leyes que regían antes ya no tienen sentido: “hay una demonización de la ley histórica de drogas cuyo uno de los artículos era penalizar la tenencia de droga. Para muchos era una forma de criminalizar al adicto pero no se entendió que le daba al estado un recurso para avanzar sobre el ámbito privado de la persona sin violentarla. Si vos tenes droga que está penalizado por ley, se puede determinar si la tenencia es para consumo o para venta. Si es para consumo, se puede determinar si hay un problema de adicción y poder obligarte a un tratamiento”, remarcó Wood.
En el estado actual del país, lo que ve es que se está dando un paso más: “existe una promoción del daño ante la idea de la inevitabilidad del consumo. Ya se dice que la gente consume droga y no se puede hacer nada, por lo que ahora el siguiente paso es la promoción del daño”.