El presidente viajará a Beijing con las misión de reactivar el acuerdo que había firmado Cristina en 2015 para la construcción de nuevas plantas y que Macri había desechado.
El proyecto forma parte de un acuerdo firmado en 2015 con China por la ex presidenta Cristina Fernández, que aprobó dos plantas nucleares: una que utiliza la tecnología canadiense CANDU presente en las plantas argentinas y otra que utiliza una nueva tecnología china, ambas financiadas por el gobierno chino.
Macri cuestionó el acuerdo al momento de asumir, en medio de un marco de dudas sobre si la energía nuclear era una fuente de energía suficientemente económica. Luego aprobó la construcción, pero con una sola planta, la china, para reducir el tamaño del préstamo. De todos modos, el proyecto no prosperó.
Pero ahora Fernández podría reactivarlo, sólo con la central nuclear china, o incluso agregando la CANDU, en la cual Argentina tiene mayor conocimiento luego de la puesta en marcha de la central Embalse en 2019. Desarrollar ambas centrales demandaría US$15 mil millones, en un contexto económico difícil para Argentina.
El acuerdo nuclear está en línea con la “alianza estratégica integral” de Argentina con China, un alto estatus diplomático que China solo reserva a unos pocos países. Fernández ve en China a un aliado estratégico, habiendo recientemente renovado el swap de las reservas del Banco Central y reactivado las represas chinas en Santa Cruz.
“Si no tenés un plan propio, caes en el de otros, con China u otros. Por eso tenemos que preguntarnos no sólo por una nueva central sino también cuál es el programa nuclear que vamos a desarrollar y con que capacidad vamos a hacerlo,” sostiene Nicolás Malinovsky, investigador del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología.
LA ENERGÍA NUCLEAR EN LA ARGENTINA
La energía nuclear representa aproximadamente el 6% de la matriz energética de la Argentina, basada principalmente en hidrocarburos y cuya producción está subsidiada. La energía solar y eólica se ha incrementado en los últimos años después de las licitaciones de 147 proyectos que totalizan 4.466 MW.
Argentina fue el primer país de América Latina en adoptar la energía nuclear, pero a pesar de tener industria avanzada, siempre ha importado tecnologías de reactores de energía nuclear. Hay actualmente tres centrales nucleares en funcionamiento, Atucha I y Atucha II en el partido de Zárate y Embalse en Córdoba.
Luego de una interrupción en la década de 1990, el sector se reactivó a partir de 2006 con un plan nuclear nacional, que llevó a terminar la obra de Atucha II y desarrollar el proyecto de extensión de vida de Embalse. Si bien es una energía más cara que otras, sirve también para desarrollar el sistema científico-tecnológico.
“Es una energía segura, viable e inevitable,” sostiene Gabriel Barceló, doctor en física y ex funcionario de la Comisión Nacional de Energía Atómica. “Una vez completada la capacidad hidroeléctrica, las opciones limpias que quedan son nuclear o renovables. Pero solar y eólica son intermitentes, necesitas energía de respaldo.”
La energía nuclear una de las pocas opciones de energía libres de carbono que pueden equilibrar los recursos energéticos variables como el viento y la energía solar. Sin embargo, es cuestionada por sus riesgos, como radiación y derrumbes, lo que ha generado la falta de licencia social para expandir su uso en Argentina.
De hecho, al momento de plantear la construcción de las dos nuevas centrales en 2015, se mencionó la posibilidad de que Río Negro albergara a la de tecnología china. Pero luego del anuncio del gobernador el rechazo de la población fue tal que la provincia se resignó y lo descartó.
“No consideramos a la energía nuclear como energía renovable, tiene muchos riesgos con respecto al funcionamiento de los reactores y los residuos. No es adecuado para la Argentina,” dijo Andrés Nápoli, director de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). “Una nueva planta nuclear requeriría estudios de riesgo e impacto.”
EL DEBATE POR LA NUEVA CENTRAL NUCLEAR
Puertas adentro, el gobierno y el sector nuclear se debaten no sólo la reactivación del proyecto sino también si realizar sólo la central china o volver a agregar la CANDU, tal como estaba estipulado originalmente. Hacer ambas significaría un mayor préstamo de China, pero permitiría aprovechar a la experiencia local con CANDU.
El ingeniero José Luis Antúnez, ex titular de Nucleoeléctrica, firmó en septiembre un documento junto con los investigadores Andrés Kreiner, Gabriel Barceló y Eduardo Barreiro, donde afirman que “seguir adelante solo con la construcción del reactor chino “sería la peor de las alternativas posibles.”
La central nuclear china es un proyecto “llave en mano”, con una integración local de apenas el 40%, la misma que tuvo Atucha I cuando Argentina recién empezaba a desarrollar la en energía nuclear. Además, el país dependería de la importación de combustible para garantizar su funcionamiento.
“No decimos no hacer la central china, queremos avanzar con esa pero también hacer la CANDU con recursos propios. Vemos posibilidades de que se reactive la CANDU,” sostuvo Barceló. “Los chinos nos quieren vender una central de uranio enriquecido, pero no tenemos capacidad de enriquecer uranio.”
En una reciente columna en el portal Cenital, Sabino Vaca Narvaja, representante Especial para la Promoción Comercial e Inversiones en China, respaldó la construcción de nuevas centrales nucleares como parte de una “asociación inteligente” con China, hoy segunda potencia económica del mundo y principal socio comercial del país.
Vaca Narvaja aseguró que el gobierno está haciendo “todos los esfuerzos necesarios” para rediscutir la participación nacional del 40% en la central china con vistas a incrementarla. También sostuvo que se está trabajando en reactivar la central CANDU para capitalizar los conocimientos obtenidos con la extensión de vida de Embalse.
“El gobierno argentino parece haber tomado nota de la oportunidad que ofrece una asociación inteligente con China para promover el desarrollo nacional”, sostuvo. “Podemos avanzar de forma definitiva y exitosa en un proyecto central y estratégico para el futuro de ambos países.