Por qué Noruega corta el grifo a Norwegian mientras España sigue con nuevas ayudas

El país nórdico cree que una inyección de capital como las que se están dando en Europa “no es rentable para los contribuyentes” y “supone falsear la competencia”.

El futuro de Norwegian Air se complica, a pesar de la buena noticia que han supuesto para el sector de las aerolíneas los resultados sobre la vacuna anticovid de Pfizer. El Gobierno noruego ha retirado su apoyo financiero a la compañía, abocándola a ajustes de plantilla. Desde la empresa, afirman que pidieron varios cientos de millones de euros (aunque no especifican la cifra exacta). Oslo no solo ha rechazado esta petición, sino que ha cerrado la puerta a la posibilidad de dar más ayudas.

Desde la aerolínea, reconocen que la quiebra es uno de los escenarios que contemplan y, según explicaron durante la presentación de sus resultados del primer semestre, la liquidez con la que cuentan llega hasta principios de 2021. Es posible que entonces anuncien un concurso de acreedores y, si no se llega a una solución, su fin. Los motivos del Gobierno de centro-derecha de Noruega liderado por Erna Solberg son dos principalmente: “No sería un buen uso del dinero de los contribuyentes” y “falsearía la competencia en el país”, según explicó la ministra de Comercio e Industria, Iselin Nybø.

El Gobierno autorizó a principios de año una ayuda de 280 millones de euros a Norwegian, condicionada en su mayor parte al cumplimiento de una serie de requisitos, como la capitalización de parte de la deuda. Esto provocó que los antiguos accionistas pasasen de tener el 100% del valor al 5%.

Desde la aerolínea, asumieron que ese importe era solo el comienzo de un plan de ayudas más ambicioso que nunca llegó. “Los sacrificios que tuviéramos que hacer para recibir ese dinero debían ser comparativos a la ayuda que nos iban a dar (…) Quedó claro que necesitábamos más liquidez para sobrevivir al invierno (…) Esto es algo que ya hablamos con el Gobierno”, aseguran fuentes de Norwegian, que se ven agraviadas en comparación con las ayudas públicas que han recibido sus competidores en otros países.

La decisión del país nórdico se basa en un principio: dar más apoyo a su principal aerolínea supone una mala inversión para el país y el dinero de los contribuyentes. Esta postura contrasta con los otros países europeos, que están lanzando planes con ayudas millonarias en esta segunda ola. Una de las últimas es la ayuda del Gobierno español a Air Europa por valor de 425 millones de euros, pero Lufthansa y Air France han recibido de sus respectivos países miles de millones.

Norwegian vs. Air Europa

Los gobiernos de toda Europa (y de EEUU) se han lanzado a apoyar económicamente las empresas del sector desde marzo. Esta es la lógica en todos los casos: el servicio de las más grandes es esencial y estratégico para los intereses del país y su economía. Para garantizar ambas cosas, y los empleos que viven de su actividad, los Estados inyectaron miles de millones para evitar una masacre.

En ese sentido, Noruega ha dado un giro importante respecto al resto de países. Si hasta ahora había invertido 280 millones de euros en salvar su empresa más emblemática en el sector, a partir de este momento, tras recibir una petición de “cientos de millones de euros”, cree que no merece la pena gastar más dinero.

Una de las últimas ayudas que se han producido en Europa es la del Gobierno español a Air Europa, de 425 millones de euros. La situación financiera de la aerolínea de Globalia era también muy negativa debido a la pandemia. Otras aerolíneas que se encontraban en muy mala situación, como Alitalia, también han sido rescatadas (por 3.000 millones de euros) y el apoyo público ha sido la norma en Europa.

Según el profesor de EAE Business School Roma Andreu, experto en el sector de la aviación, esta diferencia en las decisiones se basa íntegramente en una diatriba: una apuesta económica para salvar empleos y posición estratégica, pero perdiendo dinero, o dejar caer las firmas para no hacer perder dinero a los fondos públicos y poder concentrarse en otros sectores.

“El planteamiento de Noruega es que dar más es echar dinero a un pozo sin fondo”, explica Andreu, que añade que para Francia, España e Italia, “salvar sus principales empresas es más interesante”, porque dependen más del turismo, y “que las ofertas las determinen operadores de tu país es clave”. “Habrá más vuelos a España si quien toma la decisión es Iberia, es crítico tener el poder de decisión lo más cerca posible”.

Para Noruega, “no tiene tanto sentido porque el turismo no representa una gran fuente de ingresos”. De hecho, el consejero delegado del grupo, Jacob Schram, explicaba que el vacío que muy pronto puede dejar la compañía puede ser ocupado por la húngara Wizz Air, escenario que desde Oslo resulta preferible a dejar que los ciudadanos pierdan dinero apoyando su aerolínea bandera.

A pesar de ello, Andreu no entiende que se haya ayudado a Air Europa porque “está en una situación muy delicada y no tiene sentido inyectar allí dinero público”. Cree que “si finalmente IAG se hace con la compañía, deberá emprender una restructuración para que pueda aportar al grupo”. También afirma que no solo el Gobierno español estaría haciendo “malas operaciones”, dado que muchos de los rescates “se están haciendo sobre empresas que ya estaban muy mal antes del covid”.

Las cifras de los rescates

En la lista de agravios de Norwegian, está también el importe relativo de las ayudas que han recibido. Sus 280 millones de euros en relación con sus ingresos anuales de 4.300 millones salen peor parados que los 425 millones que ha recibido Air Europa con una facturación en 2019 de 2.100 millones. Existen otros ejemplos de empresas de tamaño similar como Tap Air Portugal, que recibirá 1.200 millones en ayudas del Ejecutivo luso. Aunque, tal vez, el caso más comparable es el de la finlandesa Finnair, que recibirá más del doble con una facturación de unos 400 millones menos.

Los dos casos más importantes han sido Lufthansa y Air France-KLM. Ambas empresas estaban sufriendo antes del covid por la guerra de precios con las ‘low cost’ y sus altos costes estructurales. El covid era demasiado para estar empresas, viendo cómo cerraban líneas aéreas por motivos sanitarios y cómo la demanda se desplomaba de forma histórica, que este septiembre se anotaba una caída del 72,8% respecto a 2019, según datos de IATA.

La aerolínea alemana y la galo-holandesa recibieron para hacer frente a esta situación ayudas de 9.000 millones en el caso de la primera y 10.400 millones en el de la segunda. Las condiciones para Lufthansa fueron la presencia del Gobierno en el consejo de administración. En el caso de Air France, tanto Francia como Holanda han aumentado su participación en la empresa hasta un 14% cada una. Y, entre otras condiciones, se les ha pedido un recorte de gastos, que no se cubran líneas que puedan hacerse en tren en menos de dos horas y media y que emprendan medidas más ecológicas.

IAG es la que menos ha necesitado de los grandes debido a que era la que estaba en una situación financiera más saneada. Debido a ello, ha recibido de los dos países a los que pertenece, Reino Unido y España, más de 1.300 millones de euros. Aunque queda por ver qué pasa con Air Europa, que estaba pendiente de su compra por 1.000 millones de euros y que el covid ha bloqueado, ya que los 425 millones de la misma podrían sumarse a las ayudas del Estado que habría recibido la matriz de Iberia y British Airways.

‘Falsea’ la competencia

Pero, volviendo a Norwegian Air, el Gobierno de Noruega recuerda que, pese a que se acabaron las ayudas, mantiene un apoyo a la aerolínea, como una serie de tarifas que han sido retiradas. Sin embargo, cree que ofrecer más “falsearía la competencia”. Este es un argumento que sostiene Ryanair desde las primeras noticias que se dieron en Europa.

La aerolínea irlandesa, que no ha recibido nada desde Dublín, ha intentado llevar a los tribunales europeos a sus rivales porque cree que Merkel, Macron y Sánchez están dando una ventaja injusta a unas empresas que compiten en el mismo mercado que ella.

La solución que plantea es que, de darse este dinero público, “se reparta entre todas las empresas”. Así lo expresó el director de Marketing y Digital de Ryanair, Dara Brady, que ha añadido que la situación actual es una “discriminación” porque “tienen que ser transparentes y justas”. En su última intervención, Brady afirmaba: “Lo que está pasando en Europa es algo sin precedentes y nosotros recurriremos las ayudas y esperamos tener resultados positivos”.

Fuentes de Norwegian entienden que tanto la irlandesa como su Gobierno piensen esto, pero afirman que “es algo que está pasando en toda Europa” y creen que no dar el paso es quedarse atrás. De hecho, defienden que es necesario en un momento crítico para el sector y que la desaparición de empresas de esta talla puede suponer grandes perjuicios para todo el país donde operen.