Estos aviones ligeros y sin tripulación podrían proporcionar servicios de vigilancia y telecomunicaciones inalcanzables para globos y satélites.
Los aviones autónomos propulsados por energía solar no entrarán pronto en circulación, pero prometen revolucionar el mercado. Estos prototipos podrían dar lugar a nuevas alternativas para la vigilancia aérea en misiones de alto riesgo y las telecomunicaciones de emergencia en zonas catastróficas, según los expertos. Por eso, gigantes de la aviación, empresas de telecomunicaciones, inversores de riesgo y fuerzas de seguridad públicas y privadas están gastando ya millones de dólares en el desarrollo de estos aviones y su tecnologías. «Es como en los primeros días de la aviación», traslada el diseñador de aviones solares y piloto de planeadores Eric Raymond, que empezó a experimentar con el vuelo propulsado por energía solar en 1979, a The Wall Street Journal. «El potencial está ahí, yo sí creo en él después de todos estos años».
Este tipo de aviones suele absorber la energía del sol a través de paneles que cubren las alas y, a veces, también la carrocería, los laterales y la cola. La ventaja de la energía solar es que es gratuita y no produce emisiones. Es mucho más respetuosa con el medio ambiente que el combustible habitual. Un avión solar nunca necesita repostar y, sobre el papel, puede permanecer en el aire mientras brille el sol. Por lo que, si la energía solar se combina con baterías que se carguen durante el día y alimenten la aeronave y su carga útil por la noche, el vuelo permanente se convierte en uno de los objetivos al alcance de la mano.
Los avances en la tecnología y el coste de las baterías han hecho por fin factible alimentar un avión solar durante distancias más largas o durante la noche, sostienen los expertos. Esto significa que los aviones solares actuales son extremadamente ligeros y lentos. Muchos vuelan a la velocidad de un coche lento, tienen problemas para resistir el mal tiempo y la mayoría no puede transportar cargas pesadas.
Los aviones tienen algunas ventajas sobre las aeronaves actuales utilizadas para servicios como la vigilancia. La mayoría de las empresas que intentan comercializar aviones solares están construyendo aeronaves ligeras, autónomas y capaces de volar a altitudes y durante periodos de tiempo que los humanos no pueden tolerar. A diferencia de los globos, los aviones solares son dirigibles, una gran ventaja para vigilar un objetivo en tierra o proporcionar cobertura de telecomunicaciones sin desviarse del rumbo. Además, son más baratos y están más cerca de la Tierra que los satélites, lo que los sitúa en un punto ideal para servicios que actualmente no pueden ofrecer ninguno de los dos, según los expertos.
Los aviones pueden captar fotos o vídeos de mayor resolución que los satélites, o suministrar Internet de banda ancha desde el aire, otra cosa que los satélites no pueden hacer. Los ejecutivos prevén programarlos para volar al otro lado del globo en misiones de vigilancia que duren meses, lo que los convertiría en una alternativa más segura y a más largo plazo a la vigilancia mediante aviones pilotados. Las aeronaves solares podrían enviarse a zonas catastróficas para proporcionar telecomunicaciones de emergencia y luego ser retiradas cuando ya no sean necesarias.
Robert Miller, ingeniero aeroespacial y diseñador de aviones militares no tripulados, empezó a interesarse por los aviones solares hace varios años, cuando la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de Estados Unidos, o Darpa, le pidió que ideara una nave de vigilancia que pudiera localizar a Joseph Kony, un señor de la guerra africano acusado de secuestrar y matar a miles de personas en el norte de Uganda. Para llevar a cabo la empresa, Miller pensó que necesitaría un avión que pudiera recorrer largas distancias hasta un lugar determinado y permanecer allí durante semanas, y que llevara un radar especial capaz de rastrear movimientos bajo la densa selva donde se cree que se esconde el líder militar.
Miller fundó una empresa, compró el Solar Impulse 2 y lo adaptó para volar sin humanos, consiguiendo de paso un contrato de 5 millones de dólares de la Marina estadounidense. La aeronave, rebautizada Skydweller, está realizando vuelos de prueba desde Misisipi, y la empresa está construyendo una segunda que Miller espera tener lista para su entrega el año que viene. Es más pesado y puede transportar más carga que la mayoría de los demás prototipos de avión solar, y vuela a la misma altitud que los aviones comerciales. Uno de los mayores retos, según el ingeniero aeroespacial, es garantizar que el avión sea lo bastante robusto como para resistir vientos y condiciones meteorológicas mientras permanece en el aire durante 90 días seguidos.