La campaña fue financiada por National Geographic y tuvo lugar en la formación La Colonia. El ejemplar pesaba siete toneladas y medía 40 metros de largo.
Investigadores del Museo Paleontológico Egidio Feruglio de Trelew rastreaban la huella de plesiosaurios en la formación La Colonia, en Chubut, cuando detectaron una vértebra extraña. Como no eran especialistas, marcaron el punto GPS que quedó asentado en una libreta de campo del museo. Dos años después, un equipo de paleontólogos del Museo y la Universidad Nacional de La Plata regresó al lugar donde descubrió un Titanosaurio que vivió en la Patagonia hace 66 millones de años, sobre el final del período Cretácico.
“Resultó no ser una vértebra caudal sino una parte del fémur. Empezamos a excavar y empezaron a salir más y más huesos. Encontramos costillas, el otro fémur, un húmero (hueso del brazo), otra parte de la cola y ambos huesos del tobillo”, describió Agustín Pérez Moreno, licenciado en Paleontología y doctor en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata.
Los investigadores estimaron una masa corporal del ejemplar de 7 toneladas. Se trataba de un dinosaurio pequeño: se calcula que medía casi 40 metros de largo, con un cuello de 12 metros y, un metro y medio de altura aproximadamente.
Se trata del segundo dinosaurio hallado en La Colonia, una formación geológica ubicada en el sureste de la meseta de Somuncura, en el norte de Chubut, un yacimiento de todo tipo de fósiles, desde dinosaurios carnívoros y plesiosaurios hasta tortugas y otros reptiles.
Pero es el primer hallazgo de un saurópodo (perteneciente al grupo de los vertebrados terrestres más grandes en la historia evolutiva caracterizados por ser herbívoros). “En la formación La Colonia, se habían encontrado huesos aislados, pero no con características suficientes para determinar una especie nueva”, afirmó Pérez Moreno.
El ejemplar, describió, presenta características anatómicas en los huesos de las patas traseras que no poseían otros Titanosaurios. “En la tibia existe una estructura que se llama cresta cnemial que es extremadamente reducida. Los astrágalos (huesos del tobillo) son bajos y cortitos y, lateralmente son anchos. Tiene una simetría no vista para otros Titanosaurios”, puntualizó.
Fue bautizado como Titanomachya gimenezi en alusión a la Titanomaquia de la mitología griega, la batalla mítica librada por los dioses olímpicos contra los titanes en la que estos últimos fueron derrotados. “Este nombre es especialmente apropiado ya que Titanomachya gimenezi procede de la época en que se extinguieron los titanosaurios. Y gimenezi rinde homenaje a Olga Giménez, la primera paleontóloga que estudió los dinosaurios de Chubut”, concluyó Pérez Moreno.
Las campañas
El proceso de extracción de los huesos demandó dos temporadas de verano consecutivas. Un mes antes de que comenzara la pandemia por Covid-19, se terminaron de extraer todos los huesos. El trabajo fue publicado por la revista científica Historical Biology.
“Hay que sacar los restos con roca y embochonar (recubrir los restos con camisas de tela de arpillera y yeso para protegerlos en traslado a los laboratorios). En este caso, se hizo un bochón por cada hueso y esos bochones se llevaron al laboratorio de preparación del museo de Trelew donde los técnicos especializados los prepararon y adecuaron para el estudio”, detalló Pérez Moreno.
Las campañas se enmarcan en el proyecto “Fin de la Era de los Dinosaurios en Patagonia“, financiado por National Geographic, que tiene como objetivo investigar todos los aspectos biológicos y ecológicos de la época en la que se extinguieron los dinosaurios no avianos.
En este sentido, los investigadores destacaron que el Titanomachya gimenezi habitó la Patagonia durante la última edad del periodo Cretácico que precedió a la extinción masiva. Las reconstrucciones ambientales de la formación La Colonia indican que, por entonces, esos ambientes estaban dominados por estuarios o albuferas. El entorno contaba con una variada flora que incluía palmeras, plantas acuáticas con flores y coníferas.