“Han ganado”: con la caída de Kabul, los talibanes declaran la victoria y se hacen con Afganistán

Desde los salones del palacio presidencial, los talibanes han celebrado la victoria sobre Afganistán, 20 años después de la operación militar estadounidense que los sacó del poder.

A las 20:00 hora local, el sol ya se había puesto en Kabul y los talibanes entraban sin aparente oposición en el palacio presidencial de la capital afgana. Ante el cerco talibán de la capital y dinamitando las negociaciones para un hipotético traspaso de poderes o un Gobierno de transición, el ahora ya expresidente afgano Ashraf Ghani abandonó el país. “Los talibanes han ganado el juicio de la espada y las armas”, ha declarado Ghani, en su primer mensaje tras su huida, para “evitar un baño de sangre”. Desde los salones del palacio presidencial, los talibanes han celebrado la victoria, y se espera que en las próximas horas declaren el Emirato Islámico en el país.

El mulá Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los insurgentes en Qatar, declaró el fin de la guerra de Afganistán. “Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba (…), debemos mostrar humildad ante Alá”, dijo en un mensaje en vídeo en la primera declaración pública de un líder talibán tras la conquista del país. “Ahora se trata de cómo servimos y protegemos a nuestra gente, y de cómo aseguramos su futuro, para ofrecer una buena vida lo mejor que podamos”, añadió.

Los talibanes vuelven al poder en Afganistán 20 años después de la invasión estadounidense. La bandera blanca con la ‘shahada’, la profesión de fe islámica, vuelve a ondear en la mayoría de las ciudades del país, que ha caído en manos de los talibanes a una velocidad de vértigo. Con la excepción de unos pocos distritos en el centro y norte del país, los talibanes controlan ya la mayoría del país. A menos de seis kilómetros del Palacio Presidencial, en el aeropuerto internacional de Kabul, se ultimaba la evacuación del personal de la Embajada de Estados Unidos, con la bandera de barras y estrellas ya arriada bajo el brazo, entre escenas de tensión por los cientos de personas que intentan huir del Afganistán de los talibanes.

Lo que las agencias de seguridad estadounidenses estimaban que podía suceder en 90 días acabó en apenas unas horas. En una campaña relámpago tras el inicio de la retirada de las tropas occidentales, ciudades grandes y pequeñas han ido cayendo como fichas de dominó ante el avance talibán. A veces, tras días de lucha calle a calle, otras tantas, tras la rendición y repliegue de las tropas afganas o los acuerdos paralelos con señores de la guerra locales a cambio de amnistías. La noche del domingo caía Jalalabad, la última gran ciudad en manos de las fuerzas afganas y que actuaba de ‘barrera de contención’ hacia Kabul. Apenas horas después, los talibanes estaban ya a las afueras de la capital, cercada “por todos los frentes”, y se hacían con distritos que habían quedado fuera de sus manos desde 2001, con la invasión estadounidense del país tras los atentados del 11 de septiembre.

Pese a que inicialmente los talibanes aseguraron que se quedarían “a las puertas” de la ciudad para evitar un derramamiento de sangre mientras negociaban una “rendición pacífica”, pocas horas después (18:30 hora local) daban luz verde a sus milicianos para entrar en la ciudad para “evitar el caos y saqueo” por la retirada de las fuerzas policiales y del Ejército afgano de sus posiciones. “Los ciudadanos de Kabul no deben tener miedo por los muyahidines [combatientes], nuestras fuerzas entrarán en la ciudad de Kabul muy fácilmente”, añade el comunicado del portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid. Y, a partir de ahí, fue un paseo militar, haciéndose con infraestructuras clave como comisarías de policía o cuarteles —haciéndose con el armamento abandonado— o la Universidad de Kabul, hasta el palacio presidencial. “Cuando Alá ayuda, el triunfo llega”, repetían los talibanes desde los dorados salones del Palacio Presidencial, en imágenes retransmitidas por la cadena Al-Yazira.

Este lunes, los talibanes ya patrullan las calles de Kabul, colocando ‘check points’ de carretera y controlando el movimiento de personas en coches. Los talibanes han asegurado que es para “mantener la seguridad” en la capital.

Los nombres del nuevo emirato

Tras la huida de Ghani, el domingo por la tarde el expresidente Hamid Karzai anunció en Twitter la formación de un Consejo de Coordinación junto a Abdullah Abdullah, presidente de la delegación afgana para las conversaciones de paz, y Gulbuddin Hekmatyar, ex señor de la guerra, para gestionar una transferencia pacífica del poder a los talibanes. Según distintas fuentes de la organización a Reuters, los talibanes, sin embargo, no estarían dispuestos a un Gobierno de transición conjunto, sino a hacerse con el poder total. Aunque todavía no ha sido anunciado oficialmente, el poder quedará en manos del sucesor del mulá Omar, Hebatulá Ajundzada, de perfil más religioso que militar, natural de Kandahar y líder de los talibanes desde 2016, desde la muerte de su predecesor, o del mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador del grupo y miembro del equipo negociador que acordó un acuerdo de paz con la Administración Trump en 2020. Otras figuras clave de la estructura talibana son Mohamad Yaqub, hijo del mulá Omar, o Sirajuddin Haqqani, hijo de un mítico comandante muyahidín en la lucha contra los soviéticos.

En esta ‘nueva era’ del Emirato de Afganistán, los talibanes han insistido en que no pasarán a cuchillo a aquellos que colaboraron con las fuerzas occidentales, ofreciendo ‘amnistías’. Este mismo domingo, han asegurado que no tienen “intención de vengarse de nadie”, incluidos los que sirvieron en el Ejército, la Policía o en la Administración: “Están perdonados y a salvo, nadie será objeto de represalias. Todos deben permanecer en su propio país, en su propio hogar, y no intentar salir del país”. Paralelamente, los talibanes se han hecho también con el control de las cárceles del país, como la de la base aérea de Bagram (epicentro de la presencia militar estadounidense en el país hasta el pasado 2 de julio), liberando a combatientes que se han ido uniendo a las filas talibanas.

Pese a las promesas de que no habrá represalias, en Kabul se ha vivido el pánico a la llegada de los talibanes y su promesa de imponer un sistema de ‘sharia’ en Afganistán. Durante la semana que ha durado la ofensiva talibana contra las capitales de provincia, las calles de Kabul se han llenado de refugiados que huían a su paso. Miles de personas se han atropellado frente a las oficinas bancarias o las pocas embajadas abiertas o que facilitan visados a los afganos, y largas colas de coches se han dirigido al aeropuerto de la ciudad, única opción para salir de la ciudad tras el cerco total de los pasos fronterizos por los talibanes. Entre 20.000 y 30.000 afganos huyen del país cada semana, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que estima en 1,5 millones los afganos que podrían convertirse en refugiados este año.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró este domingo que la organización está contribuyendo a mantener abierto el aeropuerto de Kabul para facilitar la evacuación de ciudadanos y diplomáticos internacionales, aunque los vuelos comerciales civiles han sido ya cancelados. Embajadas como la de Francia han sido trasladadas temporalmente al aeropuerto. Alemania, Dinamarca y Suecia anunciaron que han trasladado a todos sus trabajadores y expatriados al aeropuerto, que ha visto escenas de caos y tensión mientras la población intentaba abordar los últimos vuelos civiles antes de que fueran cancelados.

España ha “acelerado los planes para la evacuación” con el envío este lunes de dos aviones A400 desde España con destino Dubái para “cubrir la primera fase de repatriación del personal de la embajada, de los españoles que quedan en el país así como de todos aquellos afganos y sus familias que durante años han colaborado con nuestro país”, según han informado conjuntamente los ministerios de Exteriores y de Defensa el domingo.

“Aseguramos a las embajadas, misiones diplomáticas, instituciones y residentes extranjeros en Kabul que no hay peligro para ellos. Todos deberían quedarse en Kabul con total confianza. Las fuerzas del Emirato Islámico se encargarán de mantener la seguridad en Kabul y otras ciudades del país”, ha asegurado el portavoz, Zabihullah Mujahid. Embajadas como la de Rusia, Irán y Turquía han decidido mantener su presencia intacta.

Los civiles que no han conseguido huir temen represalias. “Hay cada vez más evidencia de expulsiones, detenciones arbitrarias y asesinatos en áreas bajo control de los talibanes, generando miedo en la población”, afirmaba Patricia Gossman, directora asociada de Human Rights Watch para Asia. En una calle de Kabul, un hombre empieza a pintar de blanco los carteles de una tienda de vestidos de novia, tapando los rostros y sonrisas de las modelos de los anuncios. Muchos todavía recuerdan el reinado del terror de los talibanes en 1996-2001. “Cuando llegaron las tropas, todos pensábamos que iban a dejar un país mejor cuando se fueran. Sin embargo, ahora se van. Imaginábamos que ellos traerían al menos seguridad. Al final, hemos visto que todo era un juego, así nos sentimos. Abandonados”, lamenta a El Confidencial Jahir Din, un traductor afgano de las tropas españolas que huyó del país en 2015.