El investigador del CONICET, Ricardo Villalba, encabezó un estudio climatológico que arrojó como resultados una afectación directa de la disminución de la capa de ozono en los vientos patagónicos que redundaron en una variación de lluvia que no le permitió crecer a algunas especies como lo hacían anteriormente. “Se ha provocado un desplazamiento de todas las bandas de viento del hemisferio sur”, indicó en la 99.9 esta mañana.
Los investigadores argentinos han revelado una consecuencia de la capa de ozono que afecta directamente al crecimiento de los árboles en la Patagonia argentina. El encargado de estos estudios fue el investigador del CONICET, Ricardo Villalba, que esta mañana en la 99.9, explicó de que se trata este fenómeno: “en el Instituto Argentino de Nieve, Glaciares y Ciencias Ambientales, nos orientamos al estudio de la variabilidad climática en la Cordillera de los Andes. Estábamos trabajando en dos especies nativas como el Ciprés de la Cordillera y la Araucaria y algo que nos sorprendió es que los árboles pueden vivir 300, 400 y hasta más de 700 años, pero en los últimos 30 años estos árboles habían registrado el menor crecimiento en la historia de su vida”.
Al encontrarse con este cambio en el habitual crecimiento de las especies, empezaron a trabajar sobre las causas: “tratando de buscar una explicación, la conexión fue a través de las situaciones climáticas y su relación con el índice de oscilación antártico que tiene que ver con la cantidad de humedad que llega al continente desde el Océano Pacífico. Ese índice marcaba que los vientos que cargan húmedad sobre el océano pacífico y traen la precipitación al continente se habían delimitado, eran menos frecuentes y se habían desplazado hacia latitudes más altas. Este proceso está asociado a la formación del agujero de ozono en la Antártida, que provoca un desplazamiento de todas las bandas de viento del hemisferio sur”, aseguró Villalba.
Este es un hecho muy poco común y hasta el momento inédito dentro del registro que tienen los investigadores. Así lo reflejó el investigador. “el hecho de trabajar con árboles que son centenarios, nos da la oportunidad de ver cómo ha variando el índice de oscilación antártica, que hemos reconstruido desde el año 1409 y vemos que no tiene precedentes en los últimos 600 años. Si esto llegó para quedarse, pensamos que como consecuencia al Protocolo de Montreal que fue el que determinó que había una falta de ozono en el continente antártico”.
Villalba aprovechó también para actualizar el tema capa de ozono que lejos está de solucionarse. “Si uno observa lo que ocurrió con el ozono en los últimos 5 o 6 años, vemos que el tema no crece pero tampoco se reduce, hay un proceso de estabilización. Se toman medidas más restrictivas en relación a estos gases, pero la comunidad científica predice que para el año 2050 volveríamos a tener los niveles de ozono que teníamos en la década del 60 o 70 antes que comience el período de destrucción. Recién ahí tendría la Patagonia el nivel de precipitaciones que ha tenido siempre”, resaltó. Luego abundó: “no debemos pensar que lo del ozono se ha terminado, que está solucionado. Si bien logramos una estabilización, tendríamos que tener más serios en este aspecto y buscar que vuelva a sus niveles originales”.
Para que esto suceda, no sólo se debe pensar en una medida que surja desde nuestro país, sino que tiene que ver con algo mundial: “se requiere de políticas globales, tiene que ocurrir en escala mundial. En la política ambiental, el protocolo de Montreal fue exitoso por la estabilización ya que sería más crítico si el agujero de ozono siguiera creciendo”, finalizó Villalba.