En la era de la síntesis por definición, donde todo lo importante tiene, como máximo, 140 caracteres o dos líneas en un mail, Facebook ofrece algunos arquetipos dignos de ser analizados. Por los menos expuestos, para reírnos un tanto, por qué no, de nosotros mismos. Fíjese cada quien qué modelito le sienta mejor.
Hay seis o siete tipos bien diferenciados, a saber –la prioridad es caprichosa, nada que ver con preferencias o disgustos personales-:
1) El profesional: Facebook es sólo para comunicar cuestiones laborales, de realización o expansión que no tenga el más mínimo punto de contacto con lo personal, familiar, etc. Paranoicos como los que más, y adictos al trabajo, lo que estos especímenes exponen de su vida es un nunca parar. Van al baño con el teléfono en la mano, duermen con la Ipad sobre la almohada, no pasan dos minutos sin chequear mails y sus principales contactos son su jefe o jefes posibles. Nunca te va a invitar a cenar si no tenés potencial para hacerlo quedar mejor en su laburo. Si dejás de verlo, no te vas a perder ni un capítulo, porque cuando vuelvas a saber de él, no va a haber mayores novedades. Sólo, tal vez, un puesto más arriba, o un mejor sueldo. Un bodrio un chat con esta clase.
2) El winner: Ah, él es todo un postre Rogel de las redes, y vos, un bobo que no sabe vivir, y un loser, un pobrecito que se está perdiendo, siempre, lo mejor de la vida. Vos no conocés lo mejores lugares para vacacionar, para comer con amigos, para un fin de semana de romance, para desayunar con la media naranja/banana/pera. Él sí, él se conoce todo, tanto que podría ser el editor de las mejores publicaciones turísticas internacionales, guía gastronómica incluida. Sus fotos te hacen sentir el más boludo de toda la especie, porque no hay forma de seguirle el paso: estás condenado a estar atrás… como tres pueblos. Encima, tiene más amigos que Roberto Carlos. Nunca sabrás si es verdad, pero si no lo es, que no se note.
3) Los amantes de los animales: sólo fotos y comentarios sobre su gato, perro, nutria, hurón o bicho bolita, las mascotita de la casa, fiel, entretenedora, compañera hasta la muerte. Todo bien, pero… existe otra clase de ser, con más defectos, seguro, con algunos olores y sabores comunes, llamado humano. Sépanlo. No es tan desagradable, después de todo.
4) Los padresporencimadetodo: Insufribles, discúlpenme. Sólo libros sobre paternidad, puntillas, moisés, panzas, recomendaciones sobre nuevos pañales, nuevas tetinas híper tecnológiocas, llamadores para padres perezosos… En fin, todas las pavadas de los chicos, fotografiadas hasta el paroxismo, desde el primer dientito hasta la última caquita. Todo bien detallado, en colores, muchos fotogramas por episodio. Podés bloquearlos si no querés que tu timeline esté llena de fotitos de Tommy a dos días, a los 37, a los 4 años y 10 minutos, a los 4 años, tres meses y veinticinco segundos, y así sucesivamente. No es una enfermedad terminal, se les pasa con el tiempo, pero mientras dura, son como submarino a remo.
5) El quejoso: Éste me tiene de enemiga. Es, además, un cobardón, porque en general no se queja en vivo y en directo, sino por interpósito posteo. Postea con la mesura de un psicópata cuanta frase o reflexión pesimista o apocalíptica anda suelta por ahí, y si ha sido firmada por algún noble del pensamiento histórico mundial, cuanto mejor, porque así no tiene que hacerse cargo. Me nefrega, en general, pero no soy impermeable, aunque practico.
6) El fanático: capaz que acá me anoto. Los hay del running, de los cuadritos hechos con botellas de plástico desechadas, de la religión, del optimismo a la violeta, de los días de sol, de los paisajes exóticos y un largo etcétera. Te deja siempre con la sensación de que estás afuera del mundo si no pertenecés –como la tarjeta de crédito amarilla y roja, vio-, pero no te milita: si venís, venís, y si no, fue. Qué sé yo, hacé como quieras. Tengo una amiga que se queja mucho de los fanáticos, pero yo los banco. Me gustan, es una tara que tengo.
7) Los que no saben que están haciendo público algo más que privado. No quiero dar nombres, pero conozco a más de un par que ponen en el muro público cosas que deberían ser mensajes personales, porque contienen una información que no concierne a nadie más que a esos dos. Pero bueno, tal como lo ha postulado la Universidad de Stanford, todos somos más o menos ignorantes en esto del uso preciso y correcto de Internet. Y andando se hace camino, aunque los errores cuesten que todo el mundo ya sepa que la semana pasada la tía Eugenia lo pasó de terror con un bolo fecal. Y sí, pobre tía.
En fin, que puesta a enumerar, la lista seguiría. Todos habremos experimentado, en piel propia o ajena, algún perfil de estos en algún momento. Lo peor no es pertenecer, sino no haber pasado nunca por ninguna de estas categorías. Digamos, si ése fuera el caso: usted está grave o muerto, y no se lo han comunicado.