HRW denuncia que la Policía francesa se extralimita en sus funciones contra hombres negros y árabes

La Policía de Francia hace un uso abusivo y se extralimita en sus funciones de detención y registro sobre niños y hombres negros y árabes, según un estudio de 44 páginas redactado por la ONG Human Rights Watch (HRW), en el que también se ha pedido que cesen estas actuaciones “sesgadas”, así como los perfiles “raciales” y “étnicos” que redactan los cuerpos de seguridad.

En su texto, ‘”Nos hablan como si fuéramos perros”: Controles abusivos de la Policía en Francia‘, HRW ha documentado cómo las autoridades policiales de forma “repetitiva” e “infundada” abusan de su autoridad para atacar a las minorías, incluidos niños de hasta 10 años, con frecuentes inspecciones corporales “invasivas” y “humillantes”.

La ONG denuncia que la mayoría de estos procedimientos nunca son registrados y que la Policía no proporciona documentación escrita o no ofrece información a las víctimas de por qué fueron detenidas. Varios de los niños y adultos entrevistados por la ONG dijeron que la Policía utilizó insultos racistas.

“Existe una amplia evidencia de que los controles de identidad en Francia tienen un impacto discriminatorio”, ha señalado el director del Observatorio de Derechos Humanos en Francia, Bénédicte Jeannerod.

Ha explicado que dichas acciones “generan una brecha profunda y aguda entre las comunidades y la Policía”, la cual, ha asegurado, “no hace prácticamente nada para disuadir o detectar delitos”.

El estudio de Human Rights Watch se sustenta en casi un centenar de entrevistas hombres y menores franceses pertenecientes a grupos minoritarios, incluidos 48 niños, entre abril de 2019 y mayo de 2020 en París, Grenoble, Estrasburgo y Lille. Muchos han denunciado que fueron detenidos por su perfil étnico y por su lugar de residencia, no por su comportamiento.

Niños de sólo 12 años han descrito haber sido forzados a poner sus manos contra la pared y abrir las piernas mientras eran sometidos a “revisiones invasivas”, incluyendo glúteos y genitales, incluso en lugares como a las puertas de los colegios o durante excursiones escolares.

La ONG ha recordado que esta situación tiene un largo recorrido en Francia y “está en el centro de las preocupaciones sobre el racismo y la discriminación institucional”. La reciente muerte del ciudadano afroamericano George Floyd a manos de un agente blanco de la Policía de Mineápolis ha recordado a un episodio similar ocurrido en el país galo en 2016, cuando el joven de 24 años Adama Traoré murió bajo custodia policial, tras un control.

Las multitudinarias protestas a raíz de la muerte de Floyd en algunas ciudades francesas, en las que también se recordó a Traoré, han provocado que el ministro del Interior, Christophe Castaner, anunciara a hace poco más de una semana que no se tolerarían comportamientos racistas en la Policía y recordó a los agentes su obligación de llevar bien visibles sus números de identificación.

A finales de abril, apunta la ONG, las estadísticas del Gobierno han revelado cómo la Policía había realizado más del doble del promedio nacional de detenciones y registros en el departamento de Seine-Saint-Denis, una de las zonas más deprimidas de la capital francesa.

Pese a las denuncias de años atrás de la propia ONG y otros organismos, así como a algunas decisiones del Estado francés y a las leyes internacionales, los controles de identidad en Francia siguen siendo muy problemáticos, ha insistido HRW.

“La ley otorga a la Policía una discreción demasiado amplia para realizar paradas sin sospecha de irregularidades, dejando demasiado espacio para decisiones arbitrarias y sesgadas”, ha apuntado.

“La Policía parece usar estos poderes como un medio para ejercer autoridad, particularmente en vecindarios desfavorecidos. La falta de documentación escrita y la recopilación sistemática de datos sobre las verificaciones de identidad hace que sea muy difícil evaluar su efectividad o legalidad”, continúa.

“El Gobierno de Francia debería adoptar reformas legales y políticas para evitar el perfil étnico y el trato abusivo. Todos los controles y revisiones de identidad deben basarse en una sospecha razonable e individualizada”, ha solicitado.

“Cualquier persona detenida debe recibir un registro escrito, incluida la base legal para la detención. Las autoridades deben desarrollar pautas específicas para las paradas que involucran a niños”, ha explicado.

ALGUNAS DENUNCIAS

Paul, un joven de 17 años, relató a la ONG que él y cuatro de sus amigos fueron identificados y cacheados por la Policía cuando se encontraban en una de las calles del centro de la localidad de Argenteuil. Al preguntar los motivos, Paul contó que los agentes dieron por respuesta que “daban el perfil” y acto seguido se burlaron de ellos y les llamaron “negros”. Ese mismo día, dijo, fueron objetivo de otra patrulla policial.

En Paris, Dabir, de 15 años, contó que junto a otro grupo de diez compañeros de la escuela, entre los que había negros, árabes y un blanco, se dirigieron a un supermercado, en donde fueron abordados por agentes de la Policía francesa, quienes les cachearon y les interrogaron a todos excepto al muchacho blanco. “Nos revisaron a todos excepto a él. Verificaron si nuestros teléfonos eran robados. Nos pidieron que los encendiéramos y pusiéramos el código”.

Abdul es mayor de edad, tiene 18 años, y cuenta que en invierno, caminando por una calle de Lille ataviado con una sudadera con capucha para llegar a su entrenamiento de kárate, fue interceptado por un coche, del que salieron cuatro hombres “colosales”.

“Cuando pregunté por qué querían detenerme, me dijeron que era su trabajo hacer preguntas. Me dijeron que abriera mi bolsa, así que lo hice, pero uno de ellos lo tomó y lo vació en el suelo. Cuando me agaché a recoger mis cosas un oficial me empujó contra el coche, extendió mis piernas y me tocó por todas partes, incluidos los testículos”.

“Nos pusieron contra la pared, frente al campo de fútbol de la escuela”, cuenta Amad, un joven de 15 años que vive en Estrasburgo, en el noreste de Francia. Cuenta que la Policía le retuvo y le registró durante su tiempo de recreo en la escuela. El procedimiento se alargó, lo que le hizo llegar tarde a clase y recibió una amonestación por parte del centro.

“Me registraron y buscaron en mis bolsillos. Me hicieron muchas preguntas, que si ya conocía a la Policía, que si llevaba algo conmigo, que qué hacía ahí. No dije en el colegio que llegué tarde porque me paró la Policía, hubieran avisado en mi casa y eso no hubiera sido bueno”, dijo.