Desde hace cinco días alrededor de 12.000 presos se han declarado en huelga de hambre. La misma es considerada como la mayor en la historia de las prisiones de California. Hasta el pasado miércoles, 30.000 reclusos apoyaban la protesta.
Los presos están buscando que se termine con, lo que ellos consideran, una “política abusiva de aislamiento”, que puede prolongarse indefinidamente si se demuestra un vínculo con bandas criminales. Quienes están al mando de la huelga creen que “los presos hispanos suelen estar especialmente en el punto de mira a la hora de vincularlos con bandas delictivas”. En el aislamiento los reclusos pasan 22 horas y media al día completamente incomunicados y recluidos en una celda pequeña, y en la hora y media restante, pueden salir al patio y hacer ejercicio.
Los presos piden que se ponga un límite de cinco años a ese aislamiento. Además pretenden comida de más calidad, mejores colchones y ropa más abrigada. También solicitan programas educativos y de rehabilitación, así como poder hacer llamadas telefónicas mensuales. Sin embargo, los funcionarios de prisiones señalan que “el Estado no acepta la protesta” y que “es ilegal que los reclusos participen en este tipo de revueltas”. Además indicaron que los mismos pueden llegar a ser sometidos a medidas disciplinarias y aislados, según informan en un escrito oficial.
Entre las medidas disciplinarias, los presos pueden ser sometidos a exámenes médicos corporales y psíquicos, confiscar la comida que guardan en sus dependencias, prohibir las visitas y retrocesos en la reducción de sus castigos penitenciarios. Más de 4.500 reclusos están acusados de pertenecer a bandas criminales y por están bajo el régimen del aislamiento. Ese número incluye a prisioneros con tatuajes o que poseen libros y material gráfico con mensajes y símbolos relativos a grupos considerados delictivos.
Pelican Bay State Prison, fue la primera que se manifestó en huelga con un pequeño grupo de presos en confinamiento solitario. “No tienen más remedio que hacer algo, para que en Sacramento reparen en que son personas, no animales”, explicó un familiar de uno de los presos. La huelga ocurre justo cuando el Gobierno de Jerry Brown está viendo cómo puede cumplir con las órdenes de los jueces federales para poner fin a la saturación que se da en las prisiones de California. Antes de que termine el año, 9.600 presos deberían ser liberados para reducir al 137,7% la capacidad de las cárceles en dicho estado.