Huella platense en el satélite SAOCOM: cómo es el trabajo de los ingenieros de la UNLP

Pertenecen a la Unidad de Investigación y Desarrollo “GEMA”, un grupo del Departamento de Ingeniería Aeronáutica. Realizaron el análisis y diseño térmico, además de la confección de componentes aeroespaciales para el satélite argentino que se lanzó este domingo desde Estados Unidos. No es el primer proyecto de este tipo en el que participan especialistas de la Universidad Nacional de La Plata.

En un momento histórico, después de años de trabajo de investigación y desarrollo de todo el sistema científico tecnológico de nuestro país, se lanzó el Satélite Argentino de Observación con Microondas SAOCOM 1A. Y una vez más La Plata dijo presente en el proyecto: ingenieros de la UNLP trabajaron en el proyecto y siguen el minuto a minuto del instrumento, considerado el más complejo y ambicioso que se haya construido en el territorio nacional.
Se trata de integrantes de la Unidad de Investigación y Desarrollo del Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (GEMA), del Departamento de Aeronáutica de la Facultad de Ingeniería. Se encargaron del examen y diseño térmico de componentes aeroespaciales, además de la fabricación de unas mantas especiales para el SAOCOM, que ya se encuentra en órbita, a 600 kilómetros de altura.
“Teníamos a cargo el diseño térmico de la antena, que es el instrumento principal del SAOCOM, una tarea que demandó aproximadamente cinco años. Ahora el trabajo que nos queda es todo el análisis de datos de temperatura de la antena misma, porque de esos datos depende que se puedan realizar determinadas funciones o pasos siguientes”, contó Pablo Ringegni, ingeniero aeronáutico y director del GEMA.
Con tres toneladas de peso y una antena radar de 10 metros de largo, el A1 -el 1-B está en construcción- tendrá usos en agricultura, hidrología y prevención de desastres naturales. Permitirá anticipar inundaciones, desastres naturales y crear mapas de desplazamiento de glaciares. Además, ofrecerá servicios al agro para el monitoreo de crecimiento de cultivos y para analizar si es necesario fertilizar o no.
“Tenemos que ir controlando los datos de temperatura de las distintas partes de la antena como para ir dando el OK al procedimiento de apertura de paneles y a otras acciones, una tarea que en principio va a durar un mes y medio”, dijo.
Además, explicó que debe haber un rango determinado de temperatura para que la antena y todo lo que es su preparado funcione conforme a los requerimientos. “Justamente en este momento se está haciendo el despliegue de los siete paneles de la antena y las condiciones para que eso ocurra están dadas por las temperaturas. Si no son las adecuadas, no se pueden desplegar. Entonces hay que hacer algunas acciones para modificarlo. Después tienen que tener una temperatura controlada para poder operar”, agregó.
Los requisitos no terminan ahí. Para evitar distorsiones, luego de desplegarse al espacio debe estar en una condición de planitud extrema: “Eso se logra tratando de compensar las variaciones de temperatura que aparecen con respecto al sol y al espacio profundo. Se va visualizando para su control”.
No obstante, no es el primer satélite en el que participan especialistas de la Universidad Nacional de La Plata. “Ya colaboramos con otros puestos en órbita. Empezamos con el SAC- B en el año 1992. Seguimos con el SAC- A, después con el SAC D- Aquarius, que se puso en órbita en 2011. Ahí participamos con cinco de los siete instrumentos que lleva el satélite”, remarcó Ringegni.
Además, el staff de 23 ingenieros y becarios se abocó también al diseño y el hardware de las 500 mantas térmicas, fabricadas a medidas para cinco de los siete paneles. En efecto, su función es proteger al satélite o a sus componentes para que no se enfríen o calienten de manera excesiva, algo así como un elemento aislante, con dispositivos de electrónica espacial.
Luego del exitoso lanzamiento del SAOCOM desde la Base Vandenberg, en California, el equipo continúa con las tareas de seguimiento en Córdoba. “Cuando transmita los datos de los sensores de la temperatura, los analizaremos acá en función de los modelos que se tiene y ahí poder actuar para corregirlo o bien dar la orden de que pueda desplegarse. Cuando queda en operación, solo se encarga un mínimo de gente, que ya tiene la CONAE. Eso se verifica de vez en cuando bajo una rutina”, indicó a este portal.
Junto a los satélites italianos, el A1 logrará un monitoreo casi en tiempo real, ya que tendrá información actualizada cada 12 horas, independiente de las condiciones meteorológicas y necesario para la evolución de los fenómenos naturales. Es así que será una herramienta fundamental en La Plata con la anticipación de posibles inundaciones, una problemática que tiene a maltraer a la región, especialmente después del 2 de abril de 2013.
En ese sentido, Ringegni sostuvo a este medio que el equipo de GEMA se aboca a los informes de la variación térmica. “La CONAE es la que hace uso de los datos de ciencia de aplicación y ellos mismos hacen la gestión para bajar esas imágenes y comercializarlas”, aclaró.
De todas maneras, el ingeniero aeronáutico destacó que se debe concientizar sobre la importancia del uso de la información que provea el SAOCOM. “Las autoridades que tienen al alcance este tipo de estudios tienen que saber que van a estar disponibles al corto plazo para los dos objetivos principales: el de emergencias y apuntalar la agricultura”, reflexionó.
La colaboración del equipo de la UNLP no terminará en un mes y medio: próximamente ya se pondrán manos a la obra con el SAOCOM 1-B, el gemelo que se lanzará en 2019.