Vino a la Argentina para presentar un nuevo desafío: usar su nave para dar la vuelta al mundo sin combustible.
Como Dumbo, ese pequeño elefante con orejas grandes del que todos se reían pero que, con esfuerzo y perseverancia, logró volar. Bertrand Piccard se siente como ese personaje de Disney: es el creador del primer avión solar y fue invitado a la Argentina por la Embajada de Suiza para presentar su proyecto y contar que su famoso avión dará la vuelta al mundo a mediados del año que viene.
Doce años, muchas ilusiones y muchas respuestas negativas llevaron a Bertrand Piccard a crear un avión capaz de dar la vuelta al mundo simplemente propulsado por la luz del sol. Hoy, ese sueño que muchos desestimaron es una realidad, y Piccard presentó el Solar Impulse. Tan inimaginable, que es ni más ni menos que el primer aeroplano que circunvalará la Tierra sin usar combustible.
“Hay que pensar lo impensable. Con este proyecto quiero demostrar que se puede lograr lo imposible solo cambiando la manera de pensar”, dijo ayer este suizo de 56 años que lleva el sello de la aventura en sus genes: es nieto de Auguste Piccard, piloto del primer vuelo por la estratósfera en una cápsula presurizada “colgada” de un globo. También es hijo de Jacques, quien logró el récord de inmersión en el mar –casi 11.000 metros de profundidad– a bordo de un pequeño vehículo submarino.
Ya de chico, Bertrand sentía pasión del vuelo. A los 11 presenció el despegue de Apolo 11, la misión espacial estadounidense que llegó a la Luna. Y para marzo de 1999, con 41 años, completó la primera vuelta al mundo a bordo de un globo aerostático: estuvo en el aire durante 20 días sin escalas. La escasez de combustible podría haber hecho fracasar la misión, “entonces me prometí que mi próximo vuelo alrededor del mundo lo haría con otra clase de energía, sin emisiones nocivas para el medio ambiente”. Y así quiere que sea el año que viene.
El avión, que viaja propulsado por sus cuatro motores eléctricos de 10 caballos de potencia cada uno, ya fue probado en el 2010 cuando cruzó parte de Europa en 26 horas. La única fuente de energía del avión solar son unas 12.000 células fotovoltaicas que recubren sus alas y alimentan los motores eléctricos, además de permitir recargar sus baterías de litio de 400 kilos de peso.
El tamaño del Solar Impulse es curioso: 72 metros –como un Airbus 340– 1.600 kilos de peso, apenas poco más que un auto mediano.
Puede volar más de 120 horas seguidas. Para dar la vuelta a la Tierra se necesitan cinco días y cinco noches, el tiempo que demanda atravesar los océanos.
“Mi sueño es mejorar el mundo utilizando la energía más eficientemente y conservando los recursos naturales. Como Dumbo, debemos tener sueños. Los sueños pueden parecer irreales, pero hay que perseguirlos porque a veces se hacen realidad”, cerró Piccard, con la sonrisa de un hombre pero con el alma de un chico.